Memoria de 70 años de activismo
El Harry Ransom Center adquiere el archivo personal de la escritora y periodista Barbara Probst Solomon
El arranque del primer texto que la escritora Barbara Probst Solomon escribió a los ocho años ofrece una buena prueba de la determinación y claridad que siempre la ha guiado: “Para empezar, soy una niña…”. Cuando era una audaz joven neoyorquina y volcó todas sus energías en la causa antifranquista siempre supo que podía contar con el apoyo de su padre, un destacado abogado bien relacionado con los círculos de poder –“él siempre me ayudó”–.
Criada en el seno de una acaudalada familia judía, pariente por parte de padre del novelista Joseph Roth, la escritor siempre sintió una fuerte conexión con el viejo continente. “Mi padre combatió en la Primera Guerra Mundial y fue gaseado en el frente, mi madre pasaba largas temporadas en Europa, mi niñera era alemana, mi hermano luchó en la Segunda Guerra Mundial”, apunta. Y desde pequeña no dudó en volcar sus inquietudes al papel en cartas y notas que siempre escribió a máquina y de las que guardó copia, ahora depositadas en el Harry Ramson Center de la Universidad de Texas, que este miércoles hizo público el anuncio de la adquisición de sus papeles.
Corría el año 1948 y ella tenía 19 cuando llegó a París. Allí entró en contacto con los círculos de la resistencia antifranquista de los que rápidamente formó parte. Alentada por Norman Mailer, se embarcó junto a la hermana del novelista, en el plan de la fuga de Cuelgamuros de Nicolás Sánchez Albornoz y Miguel Lamana, organizada por Paco Benet. Con Benet —hermano mayor del novelista, Juan— entablaría una relación sentimental y editaría poco después la revista Península. El lema de esta publicación, Ni Franco ni Stalin, adelantaba una postura prodemocrática para el futuro de España, que Probst Solomon defendió durante las siguientes décadas.
El rastro de la pasión e interés por España, que nunca ha abandonado a la escritora, periodista, documentalista y profesora estadounidense podrá consultarse a partir de ahora en Austin. El conjunto del archivo abarca más de siete décadas e incluye manuscritos, fotografías y material audiovisual.
Los papeles de Probst Solomon se suman así a la colección del Ransom, uno de los más prestigiosos de EE UU en el que se encuentran, entre otros, los archivos de D H Lawrence, John Steinbeck, Evelyn Waugh, Norman Mailer, Don Delillo o JM Coetzee; los papeles del caso Watergate; y manuscritos de las hermanas Brontë, Byron, Shelley o Beckett. Fundado formalmente en 1957, este centro también cuenta con una notable selección de archivos relacionados con el mundo del cine, como los del productor David O Selznik y la actriz Gloria Swanson, y cuenta con programas expositivos y educativos abiertos al público .
Una vez catalogado, el archivo de Probst Solomon quedará a disposición de investigadores y académicos. En él se incluye la correspondencia con José Martínez, fundador del proyecto editorial Ruedo Ibérico, con Paco y Juan Benet, con Josep Pallach o con Juan Goytisolo; o los documentos relacionados con su activismo a favor de la causa antifranquista a su regreso a Nueva York, en la década de los cincuenta, cuando Probst Solomon estudiaba en la Universidad de Columbia y se afanaba en mover cartas y manifiestos entre los círculos políticos e intelectuales estadounidenses, hasta lograr que incluso Elenor Roosevelt, firmara uno de ellos. En 1953 publicó su primer artículo sobre España, (que apareció con el formato de carta), en la revista Reporter, y arrancaba su carrera como articulista y analista política –algo francamente inusual en la era McCarthy para una joven–, y que más adelante la conduciría hasta las páginas de The New York Times, Partisan Review, The New Republic y The New York Review of Books. Probst Solomon también ha desarrollado su faceta como articulista en la prensa española: formó parte del equipo editorial de la revista Cambio 16 y tras su fundación, empezó a colaborar con el EL PAÍS.
En los sesenta su primera novela, Latidos en la gran ciudad, fue saludada por James Baldwin como “una obra extraordinaria”. Este manuscrito y los de los libros que le siguieron (Los felices cuarenta, Vuelos cortos, Éxtasis y Chalaneo) también forman parte del corpus depositado en Texas, así como sus cartas con Saul Bellow, Lillian Hellman, Cynthia Ozick, Kurt Vonnegut o Philip Roth, entre otras figuras destacadas del panorama literario estadounidense.
Descrito por el Ransom center como “una importante instantánea del siglo XX” el archivo de Solomon arrojan luz a su conexión y papel en los círculos intelectuales y artísticos del último medio siglo en EE UU y Europa. “El repaso que he hecho de mi archivo antes de enviarlo a Texas, ha supuesto una increíble ayuda para terminar las memorias en las estoy trabajando”, explica la novelista, sobre el nuevo proyecto literario en el que está inmersa, del que adelanta tan sólo el título, El amor en tiempos del caos. Apuntes de nuestro tiempo.
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