El papel esencial de Helga de Alvear
La galerista y coleccionista muestra en su Fundación de Cáceres 285 piezas de obra gráfica
Las obras que los artistas realizan sobre el papel suelen recoger la primera idea sobre la historia que han decidido contar. Son la semilla de posteriores grandes piezas. Así lo hacía Picasso con sus dibujos preparatorios o mucho antes, Leonardo da Vinci. En realidad son muy pocos los que prescinden de ese paso previo a la realización de una obra posterior. Por eso, la obra sobre papel es la más íntima y personal de los artistas y también por esa misma razón, una coleccionista tan singular como Helga de Alvear tiene a este soporte como el preferido dentro de la inmensa colección de arte contemporáneo que atesora.
La fragilidad de conservación del papel obliga a que permanezca habitualmente resguardado de la luz y de los cambios de temperatura. Es muchísimo más frágil que pintura o la escultura. Por ello es difícil contemplar una selección (285 obras de 121 artistas) como la que la coleccionista y galerista ha decidido mostrar en el Centro de Artes Visuales de la Fundación Helga de Alvear en Cáceres hasta principios de octubre.
Las obras recorren todo el arte contemporáneo. Desde el siglo XX hasta lo que va del XXI. Parte de la colección procede le las obras heredadas por Helga de Juana Mordó. El resto las ha ido adquiriendo en esas ferias de las que jamás vuelve sin haber comprado algo. Hay artistas españoles y extranjeros, conocidos en su mayor parte y otros desconocidos, porque la galerista siempre hace caso de su ojo y de su gusto, nunca mira primero la firma. Considerada la colección más importante de España (“aquí no hay había interés por el papel, se consideraba menos”, comenta ella) es muy diferente a las famosas colecciones internacionales en las que se encuentran siempre los mismos nombres. La mirada de Alvear (Kirn, Alemania, 1936) es forzosamente centroeuropea y ajena a la moda anglosajona.
Estrella de Diego, profesora e historiadora, comisaria de la exposición y colaboradora de EL PAÍS, es seguramente la persona que más a fondo ha estudiado la colección de Helga de Alvear. “A diferencia de otros”, explica, “su colección se ha ido expandiendo por fascinaciones porque la propietaria cree en el presente, en todo lo que va ocurriendo. No es una coleccionista que va rellenando los huecos de lo que supuestamente le falta, ni hace un recorrido por las modas. No hace concesiones y se queda con lo que le gusta. No cree en las colecciones hechas por encargo y por ello nunca ha tenido asesores. Alvear se retrata en su colección”.
Como prueba de esa peculiar personalidad, la exposición arranca con un singular retrato de la coleccionista realizado por Karin Sander (Bensberg, Alemania, 1957). La versión conceptual de Helga es uno de esos papeles que se utilizan con un rodillo para quitar adherencias de la ropa. Sander pasó el papel por el rostro de Helga para extraer su ADN y resumir así la corporeidad de la galerista. Después, repartidos por las tres plantas del edificio, los papeles van narrando la historia reciente del arte contemporáneo con las primeras vanguardias como punto de arranque; Calder, Óscar Domínguez, Marcel Duchamp, Julio González, Max Ernst, Joan Miró, Pablo Picasso. Vienen después los artistas españoles protagonistas durante la posguerra española: Tàpies, Saura, Millares, Palazuelo, Chillida, el Equipo 57. Los racionalistas y conceptuales se encuentran en una sala en la que predominan las obras de Nacho Criado, Esther Ferrer o Elena Asins. De esta última, recuerda Helga de Alvear que fue la primera en apostar por ella. “Vendrían luego los premios y el interés por su obra. Pero me interesó en cuanto vi lo que hacía”
El pop o la nueva figuración de Gordillo, Alcolea, Albacete o Barceló dan paso a pequeños espacios dedicados a los grandes nombres internacionales. Dubuffet, Appel, Francis Bacon, Louis Bourgeois, Christo, Lichitenstein, Long, Matta-Clark, Nolam, Nam June Paik, Lygia Pape o Robert Smithson, entre otros muchos. Los artistas más contemporáneos conviven en un espacio en el que se mezclan creadores nacionales y extranjeros: Ignasi Aballí, Marlene Dumas, Jorge Galindo, Dora García, Mark Lombardi, Paul McCarthy o Haegue Yang.
Dice Estrella de Diego que cada uno de estos papeles, de los que solo se muestran el 30% de la colección total, tienen una relación personal con la coleccionista. Algunos los ha buscado, otros los ha encontrado por sorpresa. Así ocurrió con dos dibujos de Kandinski. “Estábamos en el viejo despacho de Juana y en uno de los cajones aparecieron dos papeles envueltos en seda que debían de llevar allí despistados desde los orígenes de la galería.”. Uno lo vendió y el otro es uno de los tesoros más apreciados de su colección.
Alvear, considerada una de las galeristas más poderosas de Europa, asegura que la colección se seguirá ampliando porque es incapaz de dejar de comprar todo aquello que le guste, aunque no consiga más allá del 20% de descuento que se hacen dentro del gremio.
Sobre la ampliación de la sede de la Fundación con un edificio de nueva planta que aportaría 10.000 metros cuadrados a lo ya existente, Helga de Alvear parece resignada a esperar a que vengan tiempos mejores, la crisis se supere y la Junta de Extremadura pueda completar el proyecto.
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