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La aventura de evangelizar China

'El tiempo del cielo', es la tercera novela del físico Enrique Joven. Cuenta cómo un grupo de astrónomos jesuitas europeos pretendió evangelizar China en el siglo XVII

El físico y escritor Enrique Joven.
El físico y escritor Enrique Joven.CRISTÓBAL MANUEL

Si Enrique Joven fuera librero, le resultaría difícil elegir en qué estante colgar su tercera obra, El templo del cielo (Roca Editorial), una mezcla que abarca novela histórica, ficción, ciencia y aventura. “Habría que inventar un género: novela histórica con divulgación científica. Probablemente tendría que estar entre dos estantes”, imagina. Por suerte, Joven (Zaragoza, 1964) no es librero sino un autor que intenta acercar dos mundos que para el sentido común pueden sonar antagónicos: las letras y las ciencias. En su día a día como físico se gana la vida diseñando y construyendo instrumentos para telescopios en el Instituto de Astrofísica de Canarias. En los ratos libres (y no es que sean muchos), se dedica a escribir ficción. “En la universidad siempre había la pregunta clásica de si te ibas por el lado de la ciencia o el de las letras, como si fueran cosas completamente apartadas”, recuerda el escritor. “Como me gustan los dos campos, decidí escribir algo que tuviera que ver con mi profesión (físico), e incluir en las novelas cosas que el lector no está acostumbrado a leer”.

El templo del cielo narra la epopeya emprendida por un grupo de jóvenes científicos jesuitas europeos que en el siglo XVII partió de Portugal rumbo a la China con la ilusión de evangelizar aquel territorio ya entonces superpoblado por unos 200 millones de personas. El plan consistía en utilizar sus avanzados conocimientos en astronomía para acceder al entorno más cercano del emperador, un hombre de quien se esperaba la predicción de todos los eventos que sucedían bajo el cielo. De Nurhaci se esperaba, por ejemplo, que anticipara la fecha en que ocurrirían eclipses, para lo cual contaba con la ayuda de los sabios de entonces. Pero incluso a ellos resultaba difícil tal tipo de adivinaciones. Una historia curiosa, poco conocida y más real de lo que puede aparentar. “Todos los personajes, excepto el narrador, son reales”, aclara el autor. Y afirma que son verídicos todos los hechos del libro, “incluso algunos que parecen muy extraños”. “He añadido varios elementos de ficción más que nada para enlazar con mi novela anterior, El castillo de las estrellas”. Su primera obra, El libro horrible, fue publicada en 2002. El intervalo de tiempo entre los libros se debe a que ya le resulta difícil conciliar la escritura con su actividad principal, que le exige mantenerse actualizado. También es autor y guionista de la serie de divulgación científica Un programa estelar.

Aunque El templo del cielo pueda ser leída separadamente, Joven lo concibió como el segundo tomo de una trilogía que empezó con El castillo de las estrellas. Las peticiones de los lectores para que diera continuidad a la obra publicada en 2008 le animaron a buscar subsidios para la siguiente obra. “Por casualidad encontré unas notas sobre la vida de estos astrónomos jesuitas y empecé a bucear en esta historia, que no es nada conocida”, comenta. La conexión entre las dos novelas es la presencia del Manuscrito Voynich, un misterioso libro escrito en un lenguaje desconocido que nadie jamás ha sido capaz de traducir. Actualmente, el documento está guardado en una biblioteca de la Universidad de Yale. “En El templo del cielo he querido desarrollar una de las teorías sobre su origen, la de que puede estar escrito en un antiguo lenguaje oriental”, explica Joven.

Como doctor en Ciencias Físicas incursionado en el mundo de las letras, Enrique Joven toma como suya la misión de acercar sus lectores al mundo de las ciencias. “Por desgracia, la ciencia está bastante apartada del día a día de la gente. Es bueno que sepamos por qué tenemos tanta tecnología, por qué funciona el GPS, que tenemos satélites en órbita con muchos instrumentos a bordo y ha habido mucha gente a lo largo de la historia que ha sido capaz determinar cómo se mueven”, ejemplifica. "Actualmente nos movemos mucho gracias a eso”.

La ilusión de este físico por las letras no es la misma que mantiene para el actual estado de su profesión en España. Sobre el caso del lucense Diego Martínez, elegido el mejor físico europeo joven por la Sociedad Europea de Física, que no consiguió una beca para volver a trabajar en su país natal –actualmente vive en Holanda dice que “no es un caso aislado”. “Estamos hablando de política científica, y la situación aquí en el momento es muy mala. Hay grandes talentos y gente muy preparada que está saliendo del país, y muchos no pueden volver porque no hay empleo. Es la realidad y no es nada buena para los pocos que estamos dentro del sistema de investigación, pero es mucho peor para los que están empezando y tienen la ilusión de investigar y dedicar su vida a la ciencia, a la física, a la medicina”.

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