“Ver una esfinge bajo el mar es un subidón”
La egiptóloga Myriam Seco dirige el proyecto de excavación del templo funerario de Tutmosis III en Lúxor
Pregunta. Pongamos que se encuentra al faraón Tutmosis III. ¿Qué le preguntaría?
Respuesta. Qué le preguntaría, qué le preguntaría… Le pediría que me explicara cómo era su templo de un Millón de Años, el que estoy excavando en Lúxor. Si tenía embarcadero y dónde estaba.
P. ¿De verdad no se le ocurriría nada más? Estamos hablando de un faraón. Ande, póngase romántica.
R. Vale. Le pediría que me llevara con él a un viaje en el tiempo para ver su templo vivo otra vez, resplandeciente, con las banderas al viento. Ahora sabemos —precisamente les hemos dedicado un congreso internacional en la Universidad de Granada estos días, con los mejores especialistas— que los templos funerarios egipcios como el de Tutmosis III eran mucho más que eso. Se desarrollaban en ellos muchas otras actividades, ritos que tenían que ver con la continuidad del faraón en la otra vida y su divinización. ¡Yo quisiera ver eso!
P. Estuvo en el cumpleaños de Tutankamón. ¡Qué envidia!
R. En la celebración del aniversario del descubrimiento de su tumba. No creas, una fiesta muy larga, a la egipcia.
P. ¿Cuál ha sido su gran momento egiptológico?
R. El gran día está por venir todavía. Mis momentos de felicidad… Entrar en una tumba —tenemos muchas bajo el templo—, encontrar la cámara funeraria.
P. Hábleme de su última momia.
R. Hallamos un perro momificado muy interesante. Pero este año lo ultimísimo son los restos esqueléticos de una mujer, tres niñas y tres gatos que han aparecido en la tumba del pozo número 8, a 12 metros de profundidad. Te acordarás: era la que te dio tanto miedo meterte...
P. En realidad el recuerdo del que me cuesta más desprenderme es el del sujetador azul en el tendedero en la terraza de la casa de su equipo, flameando al viento contra el fondo del desierto y el templo de Medinet Habu. ¿Será eso el erotismo del Antiguo Egipto?
R. Vaya lío montaste escribiendo eso: todas “que si era mío, que si era tuyo”. Mi sensualidad es más paisajística, en el sentido tradicional. Los hombres en el campo trabajando, el color precioso del campo egipcio.
P. Es también arqueóloga submarina, ¿qué ha visto allá abajo?
R. Cuando vas con la chupona...
P. ¿?
R. ...la aspiradora de arena, y descubres una estatua en esas soledades del fondo del mar, allí eres tú con ella. Es muy impresionante. Bucear en Tiro o donde cayó el Faro de Alejandría, entre sus restos..., ver una esfinge bajo el mar es muy llamativo, un subidón.
P. ¿Siente afinidad con Cleopatra?
R. No tanto, la verdad. Aunque me fascina. Visité las excavaciones de Taposiris Magna donde la dominicana Kathleen Martínez excava en busca de su tumba. Un lugar encantador, con el Mediterráneo delante y el lago Mareotis detrás, muy especial.
P. ¿Cree que está allá?
R. No tengo razones para creerlo. Como la tumba de Alejandro, la de Cleopatra es uno de los grandes mitos. No digo que no se puedan encontrar, pero hay tantas hipótesis...
P. Hablando de leyendas perdidas. ¿Qué sabe de Zahi Hawass?
R. Sigue trabajando en sus cosas. No tiene cargo alguno en el servicio de Antigüedades.
P. Tenía fama de mujeriego.
R. De todopoderoso. Una personalidad fuerte con muchos amigos, y enemigos.
P. ¿Le tiró los tejos Hawass?
R. No, de eso nada. No creo que yo fuera su tipo.
P. ¿Dónde es más bello Egipto?
R. Mi sitio es el yacimiento de Dahshur, con el lago de Snefru, una zona mágica. También me encanta el Desierto Blanco, y el mar Rojo. La costa llegando a Sudán es una maravilla. Y me encantan los egipcios, muy buena gente en general, muy amables.
P. Bueno, ahora meten mucha mano en El Cairo.
R. Ese acoso es un fenómeno nuevo. La revolución ha hecho perder el respeto tradicional a las mujeres. Pero no son los hombres, son los jóvenes. Por la calle en El Cairo solo tengo miedo cuando me encuentro grupos de chicos de 15 o 16 años.
P. ¿Cuál es el secreto para dirigir a 150 hombres en un país islámico siendo mujer y extranjera?
R. Conocer y entender su mentalidad. Y dirigir bien.
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