Romero y Julieta
Su tono se halla entre el romance, la nostalgia, el chiste esporádico y una ligera crítica a una sociedad en la que parecemos muertos vivientes
A veces sólo hay que cambiar el punto de vista de lo ya trillado para que el relato entre en una nueva dimensión. "¿Por qué ando así? ¿Por qué no puedo enderezar mi cuerpo? ¿Por qué no me salen las palabras?", piensa, entre la desmitificación y la sorna, el muerto viviente de Memorias de un zombie adolescente. Ellos, que siempre fueron el coro, monosilábico y terrorífico, por supuesto, son ahora el eje. Y dan pena, y risa, y producen empatía, a pesar de la levedad de la película. Sobre todo si, en una suerte de Romeo y Julieta con contaminados y no contaminados en lugar de Capuletos y Montescos, la película deriva hacia el romance, con secuencia de balcón incluida.
MEMORIAS DE UN ZOMBIE ADOLESCENTE
Dirección: Jonathan Levine.
Intérpretes: Nicholas Hoult, Teresa Palmer, John Malkovich.
Género: comedia. EE UU, 2013.
Duración: 98 minutos.
Así que cuidado con lo que se espera, porque el tráiler vende una comedia despendolada y no lo es; tampoco tiene nada que ver con el romanticismo neokitsch de los crepúsculos; y aún menos con la acción (apenas una secuencia de disparos y mordidas). Complicadísimo de encontrar por parte de sus autores, su tono se halla entre el romance, la nostalgia, el chiste esporádico y una ligera crítica (jocosa) a una sociedad en la que parecemos muertos vivientes por la falta de comunicación verbal. Romeo se ha encontrado finalmente con Romero.
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