Una barca para niños y un mundo de fantasía para jóvenes
La editorial SM entrega sus premios de literatura infantil y juvenil en sus 35 años Obras 'Luces en el canal', de David Fernández Sifres, y 'Loba', de Verónica Murguía, son las vencedoras
En realidad, la historia no transcurre en El Barco de Vapor, sino en una barca anclada en los elegantes y sinuosos meandros de Ámsterdam. Aun así, Luces en el canal, obra del leonés David Fernández Sifres, se ha hecho con el premio anual que otorga SM, madre de la popular colección de literatura infantil que este año ha alcanzado la 35 convocatoria del galardón, valorado en 35.000 euros, la mayor dotación del mundo en su categoría.
Junto a este reconocimiento al mejor libro para niños del año, la decana editorial y su fundación otorgan también el juvenil Gran Angular, dotado igualmente con 35.000 euros, que ha recaído en la novela Loba, de la mexicana Verónica Murguía.
“Podemos decir y lo decimos con la cabeza bien alta que nuestros premios son limpios”, ha querido subrayar en la rueda de prensa de presentación de los ganadores la editora de SM Elsa Aguiar, en referencia a la controversia de que este tipo de galardones se conceden de antemano.
Para garantizarlo, ha indicado, cuentan con un jurado, que en el caso del premio El Barco de Vapor ha estado compuesto por la escritora Laura Gallego, la jefa de compras de la FNAC, Mercedes Hernández, la catedrática e historiadora Gemma Luch, y tres directivos de SM: Lines Carretero, Luis Fernando Crespo y la propia Aguiar.
Estos se han decantado por Luces en el Canal –que pertenece a la serie naranja de la colección, destinada a edades entre los 6 y los 12 años- por su carácter “tierno”, y por un estilo basado en un “lenguaje directo, aunque hacia un realismo mágico al que no sabes cómo has llegado, tras disfrutar con una lectura que te ha hecho crecer como lector, y que tiene muchos significados, muy profundos”.
Inspirada en uno de sus cuentos cortos “sobre unas cigüeñas”, Fernández Sifres (León, 1976) estiró aquella historia hacia atrás, en dirección al pasado de sus personajes, para desarrollar un relato que, como explica, “termina por hacernos creer lo imposible, con un toque de fantasía que, a mi juicio, esconde mucho más que la pura anécdota”.
A Frits, un chico al que le falta una pierna, le fascinan los colores que destellan desde el camarote de una barca anclada en el canal. Cuando mira allí por las noches, le parece ver un monstruo de cara rectangular. Pero a diferencia de los adultos que le rodean, él es el único que se atreve a acercarse a hablar con naturalidad con el señor que vive en la embarcación, un viejo vagabundo a quien muchos tachan injustamente de brujo o de ladrón, y junto a quien emprenderá toda una aventura envuelta en el misterio.
Un niño de 35 años
Desde aquel Pampinoplas con el que Consuelo Armijo ganó el primer premio El Barco de Vapor en 1978, el mismo año en que nacía la colección, los sueños infantiles se han ido multiplicando en estas tres décadas y media con lecturas como Fray Perico y su borrico, de Juan Muñoz, Fantasmas de día, de Lucía Baquedano o El rey Arturo cabalga de nuevo, más o menos, de Miguel Ángel Moleón.
Las mentes que los han pensado han sido en ocasiones artífices de otras laureadas historias para adultos, como José Luis Olaizola, que obtuvo el Barco de Vapor en 1982 por Cucho y en 1983 se hizo con el premio Planeta por La guerra del general Escobar.
La distinción más joven ha sido para Laura Gallego, que se coronó vencedora por primera vez a los 21 años (en 1998, por Finis Mundi; luego volvió a ganar en 2001 por La leyenda del rey errante), y la más abundante la de Jordi Sierra i Fabra, que tiene en su haber un premio El Barco de Vapor (por Historia de un segundo, en 2010) y tres Gran Angular (por El cazador; En un lugar llamado Tierra y El último set).
En 1991, un solo nombre bastó para los dos premios, el infantil El Barco de Vapor, y el juvenil Gran Angular: aunque el jurado no conoce de antemano la identidad de las propuestas, coincidieron en escoger en ambas categorías a Fernando Lalana, por los libros Silvia y la máquina qué y Scratch.
“Después se torna en una historia cercana que trata la relación sin prejuicios, una amistad diferente, entre el niño y el mendigo”, ha señalado el escritor, recién convertido en papá, que asegura que el libro plasma “un toque de fantasía que, a mi juicio, esconde mucho más que la pura anécdota”. “Escribo por afición, y creo que lo haces porque en cierta manera plasmas tus deseos y tus anhelos: escribir es un poco como una terapia para quien lo hace”.
Esta cuarta novela de Fernández Sifres, abogado de formación y de profesión técnico superior de tráfico, se suma a los títulos ¡Que viene el Diluvio! (Everest), El faro de la mujer ausente (Edelvives), premio Alandar de Literatura Juvenil 2011, y Un intruso en mi cuaderno (Edelvives), premio Ala Delta de Literatura Infantil 2012. Este nuevo reconocimiento por parte de El Barco de Vapor sigue al de Catalina González Vilar en 2012, con El secreto del huevo azul y a Daniel Nesquens en 2011 con Mi vecino de abajo.
“Tengo la sensación de que a los niños a veces se les trata de una manera más infantilizada de lo que se debería”, ha reivindicado ante la pregunta de si el trasfondo de su novela podría ser demasiado complicado de entender. “A ellos se les puede escribir de cualquier cosa, lo que pasa que no de cualquier manera”.
Loba, la propuesta de la escritora, traductora y periodista Verónica Murguía (Ciudad de México, 1960) que se ha impuesto para el juvenil Gran Angular, narra desde la perspectiva de la fantasía épica una historia de magos, monstruos, princesas y viajes iniciáticos por unas exóticas y enigmáticas tierras que, miradas de cerca, recuerdan mucho a aquellas de donde es originaria la autora:
“Muchas de las ideas que hay en sus páginas sobre la violencia y la fragilidad de la vida surgieron de la situación que se vive en México desde fines del siglo pasado. Hay momentos en los que parece que todo conspira en favor de la muerte y la crueldad; que la resistencia es inútil. Y aun así hay quien se opone, quien levanta la voz por los otros”.
“Estoy absolutamente rebasada, impresionadísima”, ha añadido la autora, que ha contado que tardó “muchísimos años” en escribir el libro, que comenzó en el 2000. “Muchos días llegaba a sentarme delante de la máquina y no tenía ganas”, ha recordado. “Pero el tiempo que usé es uno de los que más alegría me han dado, aunque también frustración, porque escribir es muy cansado, y eso casi ningún escritor lo dice”.
Tras tanto y tan arduo trabajo, su primera reacción al terminar, según ha rememorado, fue preguntarse: “¿Y ahora qué hago? Tuve una sensación de desamparo, un poco de melancolía. Pero como tengo que escribir otra, nada más me permití que unos días”.
Seleccionada por el filósofo José Antonio Marina, el escritor y crítico Andrés Ibáñez, la directora de la revista CLIJ, Victoria Fernández, y los tres directivos de SM Chus Encinas, Elsa Aguiar y Luis Fernando Crespo, Loba es, a entender de los miembros del jurado, “una obra innovadora en el género fantástico, con gran belleza literaria, que recrea un mundo poderoso y original donde los personajes hacen un trayecto vital a través de temas universales”.
“En el libro es la mujer la que es más fuerte, tanto física como vitalmente, mientras que el hombre es un poco más apocado”, ha querido destacar la escritora. “Además es una novela épica pacifista, aunque suene contradictorio”.
La convocatoria de estos premios acumula un total de 200.000 euros en distinciones, contando otras como las de El Barco de Vapor en catalán, gallego y vasco, el Gran Angular en catalán y diversos galardones locales en el resto de países donde trabaja la editorial SM, además de España: Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México, Perú, Puerto Rico y República Dominicana.
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