Violencia sin cadáveres
Entre la acción rutinaria y los diálogos sonrojantes, lo primordial del filme parece ser que no se vea ni una gota de sangre
En la secuencia prólogo de GI Joe: la venganza,segundo largometraje inspirado en los muñecos militares de la empresa Hasbro, un soldado apunta con su fusil de alcance a una serie de objetivos (humanos, por supuesto), pero, a la voz de fuego, donde dispara es a la taza de la que bebe uno de esos enemigos, haciéndola añicos e iniciando el asalto con sus compañeros. Justo después, tras ganar esa contienda, dos de los integrantes del grupo militar ríen socarronamente, y uno de ellos espeta al otro: “¡Pero qué hijo de p…!”, frase cortada no por un pitido sino por la música y los títulos de crédito iniciales.
GI JOE: LA VENGANZA
Dirección: Jon M. Chu.
Intérpretes: Dwayne Johnson, Jonathan Pryce, Lee Byung-hun, Adrianne Palicki, Bruce Willis.
Género: acción. EE UU, 2013.
Duración: 110 minutos.
Ya desde el inicio de la película, los responsables de la saga parecen apuntar a un objetivo claro: los niños, ya que al abrir el abanico por abajo se está en condiciones de acumular más taquilla con un público en principio alejado de este tipo de cine de acción, sanguinario de por sí.
Entre la acción rutinaria y los diálogos sonrojantes, lo primordial de GI Joe parece ser que no se vea ni una gota de sangre, ni un solo cadáver (en verdad, solo uno, el del villano mayor), que las consecuencias de tantas luchas de artes marciales, explosiones, caídas al vacío y disparos sean invisibles, quedando siempre fuera de campo.
De modo que, entre el videojuego y la tontería solemne, lo único interesante del relato quizá sea ese doble maligno del presidente de EE UU que sube los índices de popularidad conforme sus decisiones son cada vez más ultras. Muy instructivo para los niños.
Babelia
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