Rafael Puyana, clavecinista excepcional
El gran clavecinista colombiano Rafael Puyana (Bogotá 1931) falleció en su domicilio parisino el pasado viernes. Considerado uno de los grandes clavecinistas del mundo, comenzó sus estudios de piano en su ciudad natal, en cuyo Teatro Colón dio su primer concierto a los 13 años.
Tres años después viajó a Estados Unidos para continuar sus estudios de piano en el New England Conservatory, graduándose en el Hartt College of Music en Hertford, Connecticut. Entusiasmado por el barroco conoció en Berlín a Wanda Landowska, la gran impulsora del clavecín en la época moderna. Se formó con ella durante ocho años, siguiéndola a Estados Unidos y a Francia. En París estudió además composición con Nadia Boulanger.
Completada su sólida formación comenzó su carrera internacional, con giras por Europa, Estados Unidos y Sudamérica, que la crítica internacional aclamó; en referencia a sus interpretaciones, The Times llegó a hablar de “la perfección del clavecín”.
Son numerosas sus grabaciones de los grandes compositores del renacimiento, barroco y siglo XX: Bach, Scarlatti, Soler, Couperin, virginalistas ingleses, renacimiento y barroco español, Falla, etcétera. Su grabación de Les ordres de François Couperin fue galardonada con el premio Deutsche Schallplattenpreis y recibió dos veces el Premio Internacional del Disco en Francia.
Actuó en compañía de grandes solistas y directores como Yehudi Menuhin, Leopold Stokowski, Andrés Segovia, Nicanor Zabaleta, John Williams, Jordi Savall o Marcel Larrieu, entre otros. Compositores como Montsalvatge, Orbón, Mompou o Louvier le dedicaron obras.
Fue distinguido con la Orden de Isabel la Católica en España, galardonado con la Cruz de Boyacá colombiana y nombrado embajador de la cultura de la República de Colombia.
Formó parte de los jurados en numerosos certámenes internacionales y, como docente, desarrolló su labor en Compostela y en el curso Manuel de Falla del Festival Internacional de Música de Granada. Fue presidente fundador del Forum International du clavecín, en París.
Estuvo siempre muy ligado a España, por la que sentía un enorme afecto, que demostró con sus numerosas actuaciones y finalmente legando su biblioteca, partituras y alguno de sus claves al Archivo Manuel de Falla de Granada.
Conocí al maestro en los cursos internacionales de música de Granada y tuve el honor y la alegría de que me invitara a estudiar con él en su residencia de París, repleta de cuadros, esculturas y una maravillosa colección de instrumentos. Me guió en un trabajo ininterrumpido, riguroso y profundo sin permitirme ninguna concesión ni facilidad, enriqueciendo mi vida profesional al máximo. El trato con él me permitió conocer a un intelectual refinado, ajeno a cualquier pedantería, en constante búsqueda de la belleza y la perfección, plenamente consciente del complejo mundo del intérprete: “Ante una composición debemos sentir el vértigo de estar frente al misterio de lo desconocido”, me dijo en cierta ocasión. Cuando venía a Madrid disfrutaba de su estudio y ensayos en mi casa, pues siempre tocaba con alguno de mis instrumentos, y con su generosidad me lo retribuía prestándome los suyos para mis conciertos en París.
Con él desaparece un artista y un hombre perteneciente a una selecta clase de elegidos; sin embargo, se queda con nosotros en sus excelsas interpretaciones llenas de color, de vitalidad y de fuerza. A mí me deja el recuerdo imborrable de su cariño y de sus magistrales enseñanzas.
María Teresa Chenlo es clavecinista y fue discípula de Rafael Puyana.
Babelia
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