Industria, arte, cámara... ¡acción!
De la A a la Z. La historia de la cinematografía española vista a través de la mirada de críticos, realizadores, historiadores y periodistas, al hilo de un ensayo del profesor Vicente J. Benet. El volumen indaga de manera precisa y elocuente en el camino de un arte tan vinculado a la modernidad
Un viaje lleno de sobresaltos pero brillante e incuestionable. Así ha sido y sigue siendo la historia del cine español. Algo común, por otra parte, al resto de las manifestaciones artísticas. Respetado e incluso idolatrado fuera de nuestras fronteras y, a veces, tan criticado dentro, el valor de su legado artístico y cultural es indudable. El libro del profesor Vicente J. Benet El cine español. Una historia cultural, es un exhaustivo recorrido por un arte que, ha reflejado los procesos de cambio social, los acontecimientos históricos producidos por la incorporación de España a la modernidad, así como el diálogo y la conexión con la literatura, la pintura, la música o el teatro. A través de un abecedario, directores, críticos, periodistas, historiadores y conocedores del sector muestran un panorama de la cinematografía española desde sus inicios hasta ahora.
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ALMODÓVAR. La obra de Pedro Almodóvar es una crítica al mundo burgués, a sus rancias costumbres y a su hipocresía. Su tema central es el amor; o, mejor dicho, el exceso de amor. Lo demuestra el protagonismo de sus mujeres. Nadie sufre más en sus películas, ni comete más errores, pero ellas nunca dejan de tener, como afirmaba Chesterton, la maravillosa cualidad de transformar los inconvenientes en escenas románticas. Sus personajes aman tanto la vida que no dudan en arriesgarla en aras del principio erótico. De ahí su gusto por las metamorfosis, los entrecruzamientos sexuales, la burla de sí mismos y la alegría. Lo femenino en Almodóvar expresa un deseo de armonía, de reconciliación, y es portador de lo artístico. Sus travestidos siempre están relacionados con el mundo del arte: suelen cantar o actúan en espectáculos; también escriben, como pasa en La mala educación. Pero, sobre todo, hacen de su vida una representación sin fin. Creen en el poder consolador del arte. Basta con recordar al juez de Tacones lejanos; alguien que se viste de mujer para acercarse al mundo. El eje del cine de Almodóvar no es la culpa, sino la piedad y el deseo. Gustavo Martín Garzo
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BUÑUEL. Luis no se limita a ilustrar-relatar una historia y aprovecha cualquier ocasión para expresar sus ideas, su mundo. Un mundo que quizá hoy no escandaliza en la misma medida en que lo hizo en los años treinta, pero insiste en la subversión de los valores tradicionales: patria, honor, iglesia, matrimonio, religión, dios, y ensalza el amor, la pasión: amor libre, amor fou, amor a primera vista, morir de amor, que se aproximan a postulados románticos. Buñuel está allí para demostrarnos cómo se puede extraer de una historia sencilla tal grado de complejidades. A los 70 años Buñuel hace Tristana, hay diez años de diferencia con Viridiana, pero es el mismo o parecido tema tratado ahora con mayor sabiduría, con mayor refinamiento y elegancia. El protagonista, Fernando Rey en los dos filmes, es el mismo, pero aquí se ha vuelto más sabio e intransigente, consecuencia de la madurez de Buñuel y de Fernando Rey. Hay una identificación entre los dos y se puede decir que Don Lope es un idealizado sosias de Luis Buñuel. Hay en Tristana una invención visual continua, como un rejuvenecimiento portentoso, como una acumulación decantada de lo mejor de su personalidad, de sus manías, de sus guiños irónicos y aragoneses. Carlos Saura
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CONVERSACIONES DE SALAMANCA (mayo 1955). Fueron una referencia ética, importante para parte de una generación de españoles insatisfechos con la empobrecida imagen que ha caracterizado a nuestro cine. Una referencia sublimada, desajustada, difícil de desentrañar hoy si no se tiene en cuenta la complejidad de las circunstancias políticas en las que se generó. El que se reunieran en el mismo afán regeneracionista gentes de cine tan diversas, le dio una resonancia desproporcionada. Era especialmente sorprendente en la España de entonces revivir el concepto de compromiso entre cine y sociedad, silenciado forzosamente desde la República. Lo planteado allí, en aquella peculiar asamblea, entusiásticamente contestataria, carece de relevancia actual. Fue un encuentro difícil, sincero, delicado y anticipado conato de consenso. Y no deja de ser divertido que llegáramos a poder concitar, en medio de semejante estado represor, aquel contubernio posibilista-católico-estalinista-falangista-capitalista… Basilio Martín Patino
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CHOMÓN. Cineasta aragonés universal, Segundo de Chomón, sus trabajos pioneros se desarrollaron entre Barcelona y París, inventando trucajes y perfeccionando el coloreado manual de los filmes. Localista (filma sainetes y zarzuelas) y cosmopolita, su futurista El hotel eléctrico (1908) anticipa los automatismos de la hogarótica contemporánea. En 1912 es requerido por la Itala Films de Turín y aporta sus innovaciones técnicas (iluminación efectista, travellings) a la imponente reconstrucción histórica de Cabiria (1913) de Pastrone. Dirige al desopilante cómico francés André Deed/Cretinetti y desemboca su última etapa profesional en París, con las aportaciones técnicas al descomunal Napoleón (1926) de Abel Gance y con la pesadilla freudiana de Conchita Piquer, la angustiada protagonista de El negro que tenía el alma blanca (1927), de Benito Perojo, cuya iconografía anticipó el mito de King Kong. Artista, técnico ingenioso e inventor, cineasta nómada, se casó con la actriz francesa Julienne Mathieu, que fue su fiel colaboradora profesional. Román Gubern
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DIBUJOS ANIMADOS. Soy de aquella generación de niños que se iba obligado a la cama al compás de los dibujos animados de “un globo, dos globos, tres globos…”. Pero lejos de cogerles tirria a aquellos sumisos niños esquiroles y a la animación en general, esta técnica del dibujo en movimiento llenó de felicidad mi infancia. Con series españolas como Las aventuras de Don Quijote de la Mancha, El pequeño Cid y hasta el Naranjito, con ese cuerpo-bola que debió ser todo un reto para los animadores, descubrí la magia que posee el dibujo animado. Aún hoy me sigue pareciendo una forma mágica de narrar y una técnica capaz de contar cualquier tipo de historia, infantil o adulta, drama o comedia. Posiblemente los Estudios Moro fueron el mayor exponente de esta técnica en España con sus vanguardistas animaciones para anuncios publicitarios, cabeceras de películas y cortinillas publicitarias. Paco Roca
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EL DESTAPE. El nombre consagra al cine español que durante el proceso de la Transición alentó la exhibición de desnudos o semidesnudos. Con títulos míticos como Agítese antes de usarla, Sex o no sex, Tres suecas para tres Rodríguez, La masajista vocacional o, el precedente de Greenaway, El fontanero, su mujer y otras cosas de meter, abarcaba no solo el desnudo de intención cómica, sino el trascendente, el ocasional y hasta el profesional, que recibía la calificación oficial de cine S. Pero quizá la parte menos estudiada de este fenómeno tiene que ver con el origen. Existió el cine de destape porque durante décadas de dictadura religiosa se impuso la anomalía del cine tapado. Frente al resto de cine europeo, que vivió con naturalidad la sexualidad, el español necesitó quince años de descompresión, de baturrada erótica, para sacudirse la represión, el acumulado instinto onanista y la enfermiza mentalidad contagiada a todo el país por la acción de los censores. David Trueba
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FESTIVALES. Un festival de cine es, fundamentalmente, una cita cultural cinematográfica. Un evento que permite exhibir películas al público, crítica y miembros de la industria cinematográfica. Pero es, también, una manifestación que promueve el turismo en la localidad donde acontece y un espacio en el que se puede fomentar el negocio, el desarrollo de actividades ligadas a la industria del audiovisual. Debe de ser un espacio privilegiado para el intercambio de experiencias y para el debate. En la actualidad, además, los festivales de cine se han convertido en circuitos paralelos de exhibición, que permiten el acceso a películas que no circulan con normalidad ni por las salas de exhibición cinematográficas ni por los canales de televisión. Un festival de cine aporta a su ciudad, a su territorio y a su país un alto valor cultural, social y económico. España tiene un amplio mapa de festivales de cine. El más importante es el de San Sebastián, único festival español reconocido por la FIAPF (Federación Internacional de Asociaciones de Productores de Films) dentro de la máxima categoría de festivales competitivos, no especializados. Otros importantes festivales no especializados son Valladolid o Gijón. Entre los especializados destacan el Festival Internacional de Cine de Cataluña-Sitges (cine fantástico y de terror), el de Sevilla (cine europeo) y el de Huelva (cine latinoamericano). José Luis Rebordinos
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GOYAS. El próximo 17 de febrero de 2013 se cumplirán 27 años desde que nacieron como premios de la Academia de Cine. Desde 1987 han crecido con un desarrollo tan constante como armónico y hoy día son ya un referente indiscutible, no solo de nuestra cinematografía sino de la vida cultural española. Profundamente respetados y, como todo lo grande, origen de críticas y polémicas sin fin, o sea, cada día más vivos e imprescindibles. Cada año se superan a sí mismos. Como todo reconocimiento a la labor de los artistas llevan consigo una carga de profundidad de repercusiones infinitas. Siempre hacen justicia con los premiados e injusticia sobre todos aquellos que, a pesar de tener enormes méritos, no son recompensados. Los premios Goya son lo que son: un reconocimiento democrático hacia quienes todos los académicos consideran que es lo mejor. Y lo mejor forma parte de un conjunto que es igualmente respetable y ha de ser respetado. Porque los Goya son simplemente eso: unos premios. Muy importantes, eso sí. Enrique González Macho
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CINE MUDO. Conquistó a su público natural —y trazó algunas de las líneas maestras de nuestra identidad cinematográfica— con sainetes, melodramas, dramas rurales y exitosísimas adaptaciones de zarzuelas, que eran coreadas y aplaudidas por los espectadores en los viejos barracones y lujosos locales que proliferaban por doquier. Atenazados por una crónica fragilidad industrial y financiera, nuestros cineastas sostuvieron múltiples proyectos, traducidos en las más de 400 ficciones que realizaron. Títulos como El ciego de la aldea (Ángel García Cardona, 1906), Los misterios de Barcelona (Marro, 1915), La verbena de La Paloma (Buchs, 1921), La condesa María (Perojo, 1927) o La aldea maldita (Rey, 1930) son buena prueba de la grandeza de un cine que tejió sus raíces siguiendo la pauta marcada por su homólogo extranjero, omnipresente en nuestras salas y que durante los años veinte, supo integrar sabiamente costumbrismo, cosmopolitismo y vanguardias estéticas de la mano de Perojo, Rey y Buñuel. Desconocido por el espectador actual, urge su rehabilitación y puesta en valor. Esperemos que la radical Blancanieves de Berger ayude a ello. Joaquín Cánovas
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INDUSTRIA. Difícil definir un término que en ocasiones ha sido usado como antónimo de cultura. En la década de los cuarenta se acuñó en Alemania la expresión industria cultural referida sobre todo al cine. No es por tanto un oxímoron sino un punto de encuentro entre creadores y público. Ha contribuido a que la creación no solo sea un ejercicio individual o aislado. En España parece piedra filosofal, pues siempre ha sido visto como cenit de algo inconcluso no del todo conseguido. Industria debería ser la plasmación de un conjunto de procedimientos que doten a la creación cultural de plataformas de desarrollo, producción y distribución para difundir la obra al mayor número de potenciales usuarios y obtener réditos parejos al tamaño de su éxito. Y así facilitar el trabajo a los que vienen detrás. El arte merece estos cauces. Pedro Pérez
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JÓVENES TALENTOS. Los hay. Algunos adquieren oficio dirigiendo televisión, que ha dejado de ser la hermana fea para convertirse en el lugar donde se aprende a dirigir rápido y a curtirse con los actores. Todos muestran lo que saben en cortos ingeniosos. Si, finalmente, logran dirigir cine tienen más pericia técnica que sus mayores, pero menos posibilidades de mostrar su visión del mundo. Se enfrentan a las dos tendencias dominantes: esas películas de corte americano y gran presupuesto a las que son tan aficionadas las televisiones o esas otras que han de rodarse con cuatro perras. Que los jóvenes talentos brillen y se consoliden dependerá de que existan productores que amen el cine. ¡Es un arte! Cuando se tiene el ojo solo en la cuenta de resultados no se consigue una buena película. Pero tampoco ganar dinero. Elvira Lindo
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KIDMAN. Hasta finales del siglo XX el cine español apenas recurrió a estrellas extranjeras para tratar de potenciar la calidad o el tirón de sus películas, algo que delataba su debilidad industrial, pero que también insistía en la singularidad de sus intérpretes: nadie de fuera podía competir con Fernán-Gómez, Rabal, Pepe Isbert, Tony Leblanc o Rafaela Aparicio. El cineasta símbolo del franquismo, Sáenz de Heredia, fue uno de los pioneros al dirigir a Merle Oberon en Todo es posible en Granada, aunque el que más afición mostró fue un símbolo del antifranquismo, Bardem. Desde mediados de los noventa el público se ha acostumbrado a disfrutar de figuras internacionales en algunas de las películas más populares. Melanie Griffith (Two much), Nicole Kidman (Los otros), Viggo Mortensen (Alatriste), Elijah Wood (Los crímenes de Oxford), Rachel Weisz (Ágora) y Naomi Watts y Ewan MacGregor (Lo imposible) son, tal vez, las que con más fuerza se han consolidado en la memoria de la gente. Luis Alegre
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‘LA CAZA’. Hablando con alumnos de una escuela de cine me sorprendió que nunca hubieran visto este clásico del cine español y, más aún, que sus profesores no la consideraran de visión obligatoria. La caza (1965), de Carlos Saura, Oso de Oro en el Festival de Berlín donde la defendió especialmente Pasolini “por la valentía y la indignación con que ha presentado una situación humana característica de su tiempo y de su sociedad”, no es solo una inteligente parábola sobre la permanencia de nuestra Guerra Civil, sino una película llena de recovecos dramáticos a través de un realismo violento y una tensión seca, además de contar con actores en estado de gracia. A sus valores permanentes se añade el que fuera probablemente la primera película que abrió caminos internacionales al cine español en la oscura etapa del franquismo. Es de visión obligatoria, especialmente en las escuelas de cine, porque ¿cómo se pueden hacer películas nuevas sin aprender de La caza? Diego Galán
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MÚSICA. La ausencia de academias donde se enseñe a componer música para cine en España (si es que se puede enseñar) cuando en otros países ya era una profesión establecida ha hecho que contemos con una tradición peculiar llena de figuras originales con mucha personalidad, que casi sin querer hacen honor a su condición ibérica en su diversidad absoluta, en estilos y en trayectorias. Podemos citar: grandes maestros provenientes de la música académica tradicional, como Guridi, García Leoz, Carmelo Bernaola, García Abril…; “heterodoxos” cargados de frescura, como Alfonso Santisteban, José Nieto, Bernardo Bonezzi…; aquellos que han buscado su propio camino y lo han encontrado, como Carles Cases, Ángel Illarramendi, Alberto Iglesias, Bingen Mendizábal, Javier Navarrete, Roque Baños… El reto de los más jóvenes es quizá no desperdiciar esta tradición tan poco tradicional y tan diversa para seguir siendo tan originales y geniales contando historias como los maestros que nos han precedido. Fernando Velázquez
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NO FICCIÓN. Ficción y no ficción son dos caras de la misma moneda. Los dos géneros no están tan alejados como uno pudiera pensar. Ambos comparten los mismos principios cinematográficos y, sobre todo, los dos necesitan despertar el interés del público y siguen una regla muy básica: el espectador debe estar a favor de alguna cosa y en contra de otra. Por otro lado, tanto el documental como la ficción necesitan de la verdad, aspiran a la verdad, pero a la ficción le es suficiente con tenerla dentro; una película puede ser fantástica, increíble, pero si consigue “su verdad”, la verdad interior de la obra, se salva. Un documental está obligado además a conseguir la “otra verdad”, la de la vida real, la que está fuera del cine. Quizás por eso el cine documental necesita ser algo más que la suma de sus partes, entrevistas, recreaciones, rodajes, fotografías, archivo, animación… Estamos obligados a conseguir que: 1 + 1 = 3, según la fórmula acuñada por Ken Burns. José Luis López-Linares
ESPAÑOLADA. Adjetivo descalificativo que el cine español de corte más popular recibió durante años hasta terminar por englobar la casi totalidad del cine producido en España. Basado en un particular desprecio de la élite intelectual, como sucede casi siempre con las descalificaciones exitosas terminan por convertirse casi en un valor de marca, algo así como una denominación de origen. Tan solo el cine de Hollywood ha merecido un adjetivo descalificativo propio, la americanada, pues no se ha popularizado nunca la alemanada, la japonesada, la francesada o la coreanada, pese a la importancia de sus cinematografías. El concepto se impone definitivamente a partir de Carmen de Merimée, pero la definición del carácter español a través de sus peculiaridades y sentido folclórico de la vida terminó por ser fuente de inspiración para obras maestras imprescindibles de nuestro cine desde Bienvenido Mr. Marshall a La niña de luto y de Morena Clara a Bodas de sangre. D. Trueba
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OSCAR. Parece absurdo que unos premios concebidos para vender la grandeza de Hollywood hayan despreciado a grandes responsables de esa grandeza: Chaplin, Garbo, Hitchcock, Cary Grant o Marilyn no lograron el Oscar por ninguno de sus trabajos. Por eso resulta llamativo que los Oscar hayan dado en el clavo al distinguir a los profesionales españoles. Entre los candidatos o ganadores figuran Buñuel, Berlanga, Bardem, Rovira Beleta, Borau, Armiñán, Garci, Almodóvar, Trueba, Armendáriz, Amenábar, Fesser, Fresnadillo, Vigalondo, Cobeaga, Cesáreo González, Matas, Querejeta, Ducay, Piedra, Alenda, Andrés Vicente Gómez, Santana, Bovaira, Herrero, Gil Parrondo, Almendros, Blake, Alberto Iglesias, Navarrete, Vigalondo, Fesser, Recio, Bosch y Domènech, Ribé y Martí o Caballero y Revuelta, un grupo representativo de lo más sobresaliente de nuestro cine. Ahora bien que, desde Bigas Luna en 1991, ningún otro español haya dirigido una película con los dos únicos actores españoles con un oscar, Javier Bardem y Penélope Cruz, también parece completamente absurdo. L. Alegre
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PIRATERÍA. Actos llevados a cabo por defraudadores, con el fin de usurpar al legítimo titular de la propiedad de la obra, de la disposición de su creación, haciendo un uso arbitrario y no autorizado de ella. Son sucesivos actos de obtención, puesta a disposición y explotación de las obras, por cauces no autorizados por el legítimo titular de la propiedad de una creación (tanto en el terreno físico como en la Red) en la que el titular ha invertido su patrimonio, y que se ve defraudado por aquellos que, rompiendo los principios del respeto a la ley y a la propiedad privada, hacen un uso arbitrario y buscan un aprovechamiento propio. Esta actividad supone en España una expoliación del patrimonio de aquellos que invierten en la plasmación de las ideas en obras y permiten que estas nazcan y trasciendan del terreno de la imaginación para formar parte de las vivencias de los demás. Enrique Cerezo
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QUEREJETA. Cuando me preguntan qué es un productor de cine, tardo en contestar. Puede ser un promotor inmobiliario que adquiere una propiedad y encarga a un arquitecto y su equipo que construya sobre ella, financiando y repartiendo los dividendos de la compra, o puede ser Elías Querejeta que habita cada rincón de esa casa. Una larga lista de créditos que viajan por festivales internacionales, de la dictadura a la democracia, burlando mecanismos de censura y renunciando a la vía fácil, denunciando y dibujando el mapa del posfranquismo con Osos de Oro, Conchas de Oro, premios del jurado de Cannes y un increíble gol de hemeroteca frente al Real Madrid que cerró un ciclo de su vida para pasar a convertirse en eso que es tan difícil de explicar y que solo depende de la naturaleza apasionada de uno. Pero si hay algo que realmente me impresiona en esta especie luchadora que debería ser “Patrimonio Protegido” son las colaboraciones a largo plazo con directores como Carlos Saura, Víctor Erice, Emilio Martínez Lázaro, Jaime Chávarri, Antón Eceiza, Manuel Gutiérrez Aragón, Montxo Armendáriz y más recientemente con Fernando León y Gracia Querejeta…Gracias a que un día Elías Querejeta decidió ser productor de cine hoy todos podemos vivir en ella para siempre. Pedazo de casa… Enrique López Laviñe
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REPÚBLICA. El cine republicano español nació en 1932 con la epifanía del cine sonoro, lo que favoreció su duelo comercial con el cine americano, cuyos subtítulos no podían leer más de la cuarta parte de la población española, por entonces analfabeta. Esta ventaja económica, unida a la mayor permisividad del nuevo régimen, hizo que esta breve etapa de nuestro cine conociese la que se ha denominado tradicionalmente como su edad de oro. Consolidó un potente star-system, con Imperio Argentina, Miguel Ligero, Rosita Díaz Gimeno, Ricardo Núñez, Antoñita Colomé…, con productoras como Cifesa y Filmófono, pilotada por Luis Buñuel en la sombra, vio florecer el cineclubismo y exportó sus filmes a la entonces atrasada Iberoamérica. Títulos como Nobleza baturra, Morena Clara o La verbena de la Paloma —el mejor filme de nuestra historia, según Bardem— demostraron el frescor populista de aquella primavera que encontró la sintonía con su público. Román Gubern
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SECUNDARIOS. Se les invoca como a dioses familiares, y se les contrata como si fuera algo inevitable, casi fatídico. Aparece el del Pelo Blanco, el que siempre hace de abuelito, el Malvado, el Guardia Civil, el Duro, el Mariquita, el que se sopla el flequillo. También hay secundarios de lujo, muy buscados por los directores para apariciones fulgurantes, morceaux de bravoure o citas cinéfilas. Un ejemplo de esto fue Luis Ciges. A veces, los secundarios se caen de la película en el montaje final. Si hay que cortar alguna cabeza, se corta la que menos puede protestar. En los rodajes, los secundarios suelen tener una escena en la que se enfrentan al protagonista. A veces, el actor de reparto queda mejor, y ese es su momento de gloria. Compensación y remedio de muchas horas de espera y de figurar al final de los créditos. La época de oro de los actores de reparto españoles fue la de los spaghetti westerns, gracias a que los secundarios hablaban el mismo inglés que hoy hablan nuestros más prominentes políticos. Quizá porque estos son irremediablemente secundarios. Manuel Gutiérrez Aragón
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TIJERAS. Antes de la Guerra Civil ejercían la censura los gobernadores civiles de Madrid y Barcelona, aunque algunos párrocos y alcaldes celosos actuaban por su cuenta. Franco la unificó bajo el triunvirato Ejército-Falange-Iglesia, pero el nacionalcatolicismo otorgó a los curas el derecho de veto en 1946. Según el ministro Arias Salgado, la censura permitía salvar más almas para el cielo. En 1963 Fraga Iribarne inició su apertura con un código de censura que alimentó el dicho “con Arias Salgado todo tapado, con Fraga hasta la braga”. Pero la presión de la industria fue tan grande que en 1975 se autorizó la exhibición del desnudo, si estaba justificado por el guion. Inauguró este destape María José Cantudo en La trastienda, pero el ministro Pío Cabanillas fue defenestrado por autorizar La prima Angélica de Saura. Y la frágil democracia no pudo impedir la incautación militar de El crimen de Cuenca (1979) de Pilar Miró. R. Gubern
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UNIÓN EUROPEA. Para el cine español quedan lejos los años en que el hecho de estar presente en los festivales internacionales se consideraba una excepción. Desde los tiempos en que Viridiana ganaba la Palma de Oro en Cannes en 1961 o Las truchas, el Oso de Oro en Berlín en 1978, el cine español se ha desarrollado con creces en Europa. Frente a cinematografías imparables como la francesa, líder de la producción audiovisual, y la del Reino Unido, que cuenta con la obvia ventaja del idioma, el cine español se mantiene entre los cuatro países que más ingresos obtiene entre las películas que se venden en la Unión Europea, y permanece en los mismos puestos en la cuota de mercado. Gracias a figuras como Pedro Almodóvar, las películas españolas triunfan, por ejemplo, en Francia en la recaudación por copia estrenada. No son malas perspectivas en un momento en que el cine producido por los estudios con sede en Estados Unidos supone aún entre el 70% y el 80% de la producción mundial. España compite, pues, por un reducido trozo del pastel, que en los últimos años se ha visto, al menos, un tanto protegido en lo que se refiere a la circulación de productos europeos, gracias al programa MEDIA de la Unión Europea. Miguel Ángel Palomo
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VICTORIA. Franco escribió en 1940 un argumento titulado Raza, que sublimaba su autobiografía y presentaba, como metáfora nacional, a una familia cuyos dos hermanos —de la estirpe Churruca— se enfrentaban en la Guerra Civil. Se encargó la dirección de este monumento épico legitimador de la Cruzada a José Luis Sáenz de Heredia, primo del fundador de Falange Española, y Alfredo Mayo encarnó a su victorioso icono caudillista, alter ego de Franco. Con un esteticismo procedente de los cines de Hitler y Mussolini, mostró la redención final del mal hermano. Su pase inaugural se hizo ante el cuerpo diplomático y hasta se envió una copia a Pío XII. En 1949 se remontó una nueva versión censurada —sin saludos fascistas ni ataques a Estados Unidos— que se estrenó entre la indiferencia del público en el verano de 1950 rebautizada Espíritu de una raza, cuando el periodo de autarquía tocaba su fin. R. Gubern
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CINE X. Nacho Vidal es el emblema del cine X en España. Cierto, pero es solo el último capítulo de una extensa enciclopedia. Sus primeras líneas se escriben en los años ochenta, con las películas clasificadas “S” y nombres menores como Carlos Aured e ilustres como Jess Franco. Desde entonces, el recorrido es largo y se fragua en los años noventa gracias a pioneros de la talla de José María Ponce y su musa María Bianco. Ponce, piedra angular del cine X español, padre de todo lo que llegaría después, es autor de más de veinte películas, padrino de estrellas (Toni Ribas, Max Cortés, Sara Bernat, Sophie Evans y el propio Nacho Vidal), director de la edición española de la revista Hustler entre 1992 y 1996 y director del Festival Erótico de Barcelona entre 1993 y 1999, en los años más duros de la industria. Con la llegada del año 2000 viene la explosión fraguada, entre otros, por Conrad Son, Max Cortés y los hermanos Lapiedra junto a su estrella, Celia Blanco (capaces de mostrar que el cine X también puede ser experimental). El auge de Internet ha hecho el resto y hoy, consolidado y potente, el cine X español triunfa en Europa y algunas de sus estrellas, con Vidal a la cabeza, desde luego, se abren paso en Estados Unidos. M. Á. Palomo
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Y LA MÁS VISTA ES… ¿Es mejor el plátano más caro? ¿Es mejor la película que más recauda? Pocos cineastas responden afirmativamente a la segunda pregunta; pocos cineastas no miran ansiosos las taquillas durante el arranque comercial de sus películas. Hasta hace poco, esperaban al lunes “a ver qué tal había ido el fin de semana”. Hoy, puede verse pocas horas después del inicio de cada sesión: “El viernes nos fue bien. Hoy sábado aguantamos. A ver qué tal el domingo”. Cine a cine, sesión a sesión. Para bien o para mal, el cine actual no se entiende sin el dinero. Y tampoco es malo pensar en el espectador: no solo lo hacen directores como Alejandro Amenábar, J. A. Bayona, James Cameron o Santiago Segura —que además no renuncian a la autoría en sus trabajos—, sino que alguien tan auteur como Jaime Rosales asegura que siempre rueda intentando llegar a cuantos más, mejor. En fin, dos datos con las dos películas españolas con más espectadores hasta el momento: Los otros, de Amenábar (6.410.000), y Lo imposible, de Bayona (5.797.000). Gregorio Belinchón
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ZULUETA. Puede que no haya otro caso en el cine español como el de Arrebato (1979) de Iván Zulueta, que solo al cabo del tiempo obtuvo el éxito que en su día se le negó, pero consagrando a su director como autor de culto. Y aunque Zulueta hizo otros trabajos, muy pocos, Arrebato ha quedado en la historia como un filme único en un género sin calificación y seguramente irrepetible, a medio camino entre la vanguardia y el clasicismo. Inquietante, enigmática, y a ratos indescifrable, Arrebato también contiene elementos autobiográficos: un director de cine desdoblado en dos personalidades acaba siendo vampirizado por el propio cine, más poderoso aún que la heroína que habitualmente consume. Pero también acepta otras interpretaciones, que se van desvelando como las capas de una cebolla. De hecho, cada vez que se contempla surgen matices nuevos, que la siguen manteniendo fresca y actual. Todo un clásico vivo. D. Galán
Reportaje coordinado por Rocío García
Babelia
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