Agitado y revuelto, si no es molestia
El año 2012 termina marcado por los cambios de diseñador y los desfiles espectáculo
Casi todo lo que escribimos al cerrar 2011 calificaba aquel año como convulso. ¿Qué nos queda entonces por decir de este 2012 aún más agitado? La industria está aprendiendo a navegar en un entorno global. Y el aprendizaje no es fácil, especialmente, en medio de esta economía turbulenta. Algunos de los vaivenes de los últimos 12 meses:
Mareo de diseñadores. Este año se cerró la sucesión en Dior. Desde abril, Raf Simons es el director creativo de la división femenina de la firma, con John Galliano despedido en 2011. Pero una auténtica traca precedió a la contratación de Simons. En febrero, Saint Laurent comunicó que Stefano Pilati abandonaba la casa para ser remplazado por Hedi Slimane, que regresaba al diseño tras un lustro dedicado a la fotografía. En la misma época, Jil Sander volvió a su propia firma lo que dejó a Simons en un desempleo del que le sacó Dior. En mayo, Schiaparelli comunicó que volvería a producir moda en 2013 con un director creativo (todavía) por determinar. En noviembre, Balenciaga dio por terminada una relación de 15 años con Nicolas Ghesquière y fichó a Alexander Wang.
Simons frente a Slimane. La primera colección de Raf Simons para Dior iluminó la alta costura en julio. Hubo que esperar hasta septiembre para que Hedi Slimane debutara en Saint Laurent y el belga, en el prêt-à-porter de Dior. El planteamiento de rivalidad no podía ser más jugoso por su exacto equilibrio entre paralelismos y divergencias. Se trataba de asistir a la renovación de dos casas legendarias, propiedad de poderosos grupos (LVMH y PPR) y por dos diseñadores de trayectoria intachable. La primera colección femenina de Slimane obtuvo una acogida desigual. Pero Slimane no parece estar demasiado interesado en el favor de la prensa. Ha trasladado el estudio de Saint Laurent a Los Ángeles, donde continúa su frenética actividad como fotógrafo, y ha protagonizado un dramático enfrentamiento con Cathy Horyn, crítica de The New York Times a quien no invitó a su desfile. “Nunca tendrá un asiento en Saint Laurent”, proclamó en Twitter. “Pero a lo mejor consigue un 2X1 en Dior”.
Tendencias extremas. Con semejante agitación a los pies de la pasarela, ¿qué se podría esperar sobre ella? Desde luego, nada plácido. De entrada, la necesidad de atender a un mercado cada vez más amplio y diverso ha provocado que las temporadas se conviertan en un batiburrillo. ”Lo divertido de la moda hoy es que te puedes vestir de mil formas diferentes”, sostiene Dries Van Noten. En efecto, este año, hemos asistido a un menú que parecía destinado al empacho en que han convivido faldas para hombre, minimalismo, barroco, colores flúor, estampados delirantes o años sesenta. Acaso la colección que mejor resume la situación sea la de otoño/invierno 2012 de Comme des Garçons. Siluetas infantiles recortadas sobre fieltro en dos dimensiones que Rei Kawakubo describió con una sola y pertinente palabra: “Crush” (machacar, en inglés). “Fue realmente nuevo y distinto”, admitió Lagerfeld en WWD sobre la colección. “Es el desfile más fascinante que he visto jamás. ¡Jamás!”, afirmaba Marc Jacobs. El diseñador estadounidense nos dejó, por cierto, una de las imágenes del año en lo que a tendencias extremas respecta al aparecer en la gala que inaugraba la exposición sobre Prada y Schiaparelli en el museo Metropolitan con un vestido de encaje, precisamente, de Comme des Garçons.
El mayor espectáculo del mundo. Hace poco, los desfiles de moda eran un asunto para profesionales. Hoy se han convertido en el acontecimiento principal de una industria con mucho en común con la deportiva o la musical. La inclusión de una pasarela en la ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos de Londres habla de eso, pero también lo hacen las presentaciones de Chanel decoradas con meteoritos gigantes o parques eólicos. Los desfiles tienen ahora audiencias masivas y las marcas se cuidan de ofrecen un buen circo. Louis Vuitton inauguró su exposición en París con un desfile que incluía un tren en el interior del Louvre y Jean Paul Gaultier —que trajo a España su exposición retrospectiva— invocó a Amy Winehouse en su puesta en escena para la alta costura de primavera/verano 2012.
Zara a la conquista del planeta. En marzo, Zara presentó en Nueva York su nuevo modelo de tienda. Con permiso de la boda de la hija de Amancio Ortega, ha sido el hito de otro año de apabullantes resultados para Inditex, el mayor distribuidor de ropa del mundo. Produce 840 millones de prendas al año que comercializa a través de 6.000 tiendas en 85 países. Su bonanza contrasta con la situación de la industria en España. Acaso por ello, la compañía ha patrocinado por primera vez Mercedes Benz Fashion Week Madrid y también un concurso de jóvenes talentos organizado por la revista Vogue España, llamado Who’s on next?, que en julio concedió 100.000 euros a la diseñadora Marcela Mansergas (Valencia, 1973).
Relevos en la moda española. La cuota de buenas noticias de moda española hay que buscarla en prometedoras alianzas entre creadores e industria que se han forjado este año. En marzo, Josep Font era contratado como nuevo director creativo de la firma Jesús del Pozo, propiedad de Perfumes y Diseño. En septiembre, Carmen March se incorporaba en esa misma posición a Pedro del Hierro, que controla Cortefiel. “Creo que es el momento para que cosas como estas ocurran”, aseguraba en julio March. “En España ha habido grandes diseñadores, pero sus casas han estado muy ligadas a ellos. No se ha establecido una base empresarial que permita que se conviertan en marcas. Es necesario que demos ese paso. Es un síntoma de madurez de la industria”. Bajo la dirección de Font, la firma Delpozo –tal es su nuevo nombre- presentó una primera colección a finales de agosto en Madrid. La segunda, se verá en Nueva York en la próxima semana de la moda. Pero eso será ya en 2013.
Babelia
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