Construcción sin forma
Universidades y diseñadores pasan de realizar productos acabados a investigar para crearlos
La transversalidad también ha llegado al diseño. Y no parece una moda pasajera. Los proyectistas no trabajan aislados. Nunca lo han hecho, pero cada vez les cuesta menos reconocerlo. No tendría sentido no hacerlo ahora que necesitan a biólogos y físicos además de a los ingenieros y carpinteros de siempre. Parece que la función en el diseño va a seguir teniendo una importancia capital en el desarrollo de las nuevas piezas, pero empieza a evidenciarse también que ésta será tan amplia que los propios diseñadores —convertidos en inventores— serán incapaces de preverla. Así, el diseño del futuro se concentra en idear herramientas: se centra en los medios por encima de los productos finales.
El último Premio Nacional de Diseño, concedido a la empresa Cricursa —que produce los vidrios curvados que han hecho posible algunos de los edificios de Koolhaas, Rafael Moneo o Herzog & de Meuron— abría la puerta al reconocimiento del proceso frente al objeto.
La Politécnica de Cataluña ha patentado un hormigón biológico
Ahora ha sucedido de nuevo en Barcelona. Allí, el grupo de Tecnología de Estructuras de la Universidad Politécnica de Cataluña ha desarrollado y patentado un hormigón biológico para construir fachadas vivas con musgos, líquenes y otros microorganismos. Ese manto será ornamental y podrá colorearse de manera natural pero no solo simplificará el mantenimiento del edificio, facilitará además el confort térmico y reducirá el CO2 de la atmósfera.
Las fachadas vegetales y los jardines verticales requieren sistemas añadidos que complican la construcción y provocan problemas como la falta de luz. Frente a estos sistemas, este nuevo hormigón verde, ideado por los investigadores de la Escuela de Caminos Antonio Aguado, Ignacio Segura y Sandra Manso, consigue el crecimiento directo de los organismos en la fachada del edificio. Eso sí, se trata de una fachada con tres capas. La primera impermeabiliza, la segunda es la biológica y almacena el agua de la lluvia. La última capa, discontinua, evita que se pierda esa agua dirigiéndola adonde crecen los microorganismos.
Con una fachada viva, los edificios responderán a los cambios de estación, de la misma manera que la madera responde a los cambios de temperatura.
Ha sido un diseñador de interiores, Joan Lao y un fabricante de tarimas (MH) quienes han ideado un pavimento de eucalipto capaz de soportar lluvia y sol. “Buscábamos una alternativa sostenible al consumo de maderas tropicales como el Ipe o la Teka, muchas veces obtenidas de talas sin certificado de reforestación”, explica Lao. Cuenta también que entre Galicia y Portugal se extienden más de un millón de hectáreas de ese árbol que, por su resistencia y densidad, decidieron tratar para poder aplicarlo al exterior. Lao aportó la idea. El Centro de Innovación de la Madera de Galicia, el método y el empresario Mariano Hervás, el capital para tratar térmicamente el eucalipto blanco. Modificando su estructura celular esta madera tan abundante amplia sus aplicaciones.
Que los diseñadores, los investigadores y los empresarios se empeñen en la investigación conjunta desdice la reputación que los relaciona con las modas, las quimeras o el beneficio inmediato. Que, por el contrario, el Gobierno se empeñe en reducir las inversiones en I+D revela la poca fe que el ejecutivo tiene en el conocimiento de los profesionales españoles y en el futuro de la industria en España.
Babelia
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