Hussein Jr., criminal
Tamahori ha tirado de sensacionalismo para centrarse en todo lo concerniente al sexo, así como en una relación amorosa triangular en la que nada tiene sentido
Solo con tirar durante unos minutos de hemeroteca se puede vislumbrar sin dificultad la película de Uday Hussein, hijo mayor del sátrapa iraquí Sadam Hussein: violador de niñas y torturador de futbolistas, entre otros muchos cargos, Uday era probablemente un demente, pero no hay nada peor que un demente con poder. Así que la llegada de una película sobre su vida, centrada en el aún más fabulador asunto de la presencia, al parecer demostrada, de un doble de su persona, con el objetivo de no exponerse demasiado en situaciones de peligro, abría las puertas a muy diferentes posibilidades de relato. Sin embargo, seguro que todos ellos (un thriller social, un drama psicológico, una intriga política…) son mucho más interesantes que el conformado por el neozelandés Lee Tamahori, director de trayectoria profesional errática (debutó con Guerreros de antaño) y vida aún más escabrosa (pillado hace vestido de mujer ofreciendo lujuria a un policía).
EL DOBLE DEL DIABLO
Dirección: Lee Tamahori. Intérpretes: Dominic Cooper, Ludivine Sagnier, Raad Rawi, Philip Quast, Khalid Laith. Género: intriga política. Bélgica, 2011. Duración: 109 minutos.
Tamahori ha tirado de sensacionalismo para centrarse en todo lo concerniente al sexo, así como en una relación amorosa triangular en la que nada tiene sentido. Nunca hay carga psicológica en la relación entre Uday y su doble, ni una crítica social elaborada que se salga del trazo grueso acerca de los desmanes sociales de los Hussein, mientras Dominic Cooper se pierde en su doble papel con un retrato más cercano a una parodia tipo Borat. Adentrarse en semejante(s) personaje(s) para que luego Tamahori parezca más interesado, y esto es literal, en el diferente tamaño de sus miembros viriles parece (otra) cuestión freudiana.
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