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Argento y Cerezo, Sociedad limitada

El septuagenario hace tiempo que no es aquel cineasta de culto que sorprendió con terroríficos enigmas mentales en sus llamadas películas de título animal

Javier Ocaña
Fotograma de 'Drácula 3D'.
Fotograma de 'Drácula 3D'.

Ahora que las superproducciones de Hollywood se han adueñado del espíritu de la serie B, ¿qué nos queda de aquellas películas protagonizadas por actores capaces de cualquier cosa, ya sea por máxima ambición juvenil o por imparable decadencia adulta, realizadas con bajos presupuestos y destinadas a programas dobles hoy inexistentes? Pues quedan, por ejemplo, productos como Drácula 3D.

DRÁCULA 3D

Dirección: Dario Argento. Intérpretes: Thomas Kretschmann, Marta Gastini, Miriam Giovanelli, Rutger Hauer, Unax Ugalde. Género: terror. España, Italia, 2012. Duración: 110 minutos.

Reconozcámoslo: ver en los créditos de guión los nombres del director italiano Dario Argento y del productor español Enrique Cerezo en un mismo plano despierta las más insanas inquietudes. Argento dirige una producción de Cerezo. O Cerezo produce una película de Argento. Y escrita por ambos. Sin embargo, el septuagenario Argento hace tiempo que no es aquel cineasta de culto que sorprendió con terroríficos enigmas mentales en sus llamadas películas de título animal (El pájaro de las plumas de cristal...). De hecho, a Argento no se le dan bien los clásicos: El fantasma de la ópera, realizada en 1998, ya en pleno declive, también era una castaña. Y este Drácula 3D, pastiche de guion de otro puñado de dráculas de aquí y de allá, principalmente del de Terence Fisher y la Hammer, con algunos ecos del amor entre el conde y Mina Harker del de Coppola, solo sirve como comedia involuntaria a costa de un cine que parecía enterrado: el de aquellas coproducciones italoespañolas de risibles efectos especiales, doblaje neutro, reparto internacional de viejas glorias, intérpretes deseando despachar el asunto y unos cuantos desnudos con los que alegrar al respetable. Aunque, claro, como ahora lo que vende es que la película sea en tres dimensiones, pues aquí las tenemos. Ahora bien, poder disfrutar del escote (y lo que va dentro) de Miriam Giovanelli en 3D y notar la presencia de Argento en un par de travellings tras sendas matanzas, demostrativos de que hubo un tiempo en que dominaba el espacio fílmico, sólo puede contentar a los fanáticos.

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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

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