Miyamoto pasa pantalla en Gijón
Un acto en el teatro Jovellanos sirve para rendir tributo al padre del videojuego moderno y premio Príncipe de Asturias
Chicos con gorros de Super Mario, el fontanero con más trabajo de la historia del videojuego, hombres de pelo en pecho con maquinitas de Donkey Kong sacadas del pleistoceno tecnológico, muchachas con el mismo flequillo desfilado de la princesa Zelda... Estos y otros creyentes en la existencia de mundos paralelos, más sencillos que este y en los que la tenacidad y la destreza bastan para pasar pantalla, se dieron cita anoche en el teatro Jovellanos de Gijón para homenajear a Shigeru Miyamoto, premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades.
Fue durante un acto presentado por Toni Garrido, cuyas casi 800 localidades se vendieron la semana pasada en un suspiro y que no se quisieron perder ni siquiera los muñecos de tamaño xl de Mario y Luigi, invitados por Nintendo, empresa para la que diseña Miyamoto desde 1977.
La presentación buscaba también justificar algo esforzadamente las credenciales culturales de un medio asociado a menudo con la violencia y la alienación infantil y juvenil. Para ello se citó sobre el escenario a fotógrafos (Isabel Tallo), novelistas (Fernando Marías), cineastas (Enrique Gato, padre de Tadeo Jones) y teóricos (Gonzo Suárez), cuando lo que en realidad pedía el público era ver y escuchar al “padre del videojuego moderno” en carne mortal.
Y lo cierto es que -quién sabe si por la escasa química entre el japonés y el arte de la traducción, que elevó a categoría aquella película, Lost in translation- la cosa supo a poco a los entregados asistentes al evento, que aplaudieron a Miyamoto con devoción, preguntaron con interés, pero no terminaron de conectar con las interpretaciones en formato de trío de jazz con el ocasional acompañamiento de una gaita de las bandas sonoras de los grandes títulos del creador de Nintendo, de la famosa ocarina de Zelda a aquel célebre mambo de Super Mario Bros.
Un vídeo recordó la enorme influencia en la cultura popular del homenajeado, creador de un juego sobre fontaneros y setas revitalizantes que ha vendido 275 millones de unidades, inventor gracias a la Wii del concepto de entretenimiento cibernético en familia y autor de la DS, la consola más vendida de todos los tiempos. Luego quedó claro que si bien mereció de Garrido los calificativos de “genio” o “pionero”, este sexagenario de aspecto y entusiasmo juveniles no pareció ayer un tipo dotado para las grandes construcciones teóricas.
“Nuestra obligación es saber cómo sacar provecho de la tecnología para todos”, acertó a decir, para después confesar que nunca logró interesar a sus padres con sus tempranos diseños, y eso que siempre pretendió y aún pretende fomentar la idea de la familia y de la comunidad con sus creaciones.
¿Cuál es el mejor consejo para un joven con ínfulas de desarrollador de videojuegos? “Dar con el mejor modo de cada cual para expresarse”. Entre todas sus criaturas… ¿con cuál se queda? “Con el primer Donkey Kong, el que me enseñó que podía dedicarme a eso, viniendo como venía del diseño industrial”. ¿Y cómo resumiría su trayectoria de éxito? “Todo se debe a una sucesión de casualidades”.
Terminado el acto, que supo a poco a los fans, muchos corrieron a la salida de artistas del Jovellanos para obtener un autógrafo suyo sobre camisetas, carcasas de videojuego o entradas al evento. No pudo ser. Miyamoto se escabulló rumbo a Oviedo, donde hoy le espera cierta ceremonia de entrega de los Príncipes de Asturias. Atrás quedó la multitud de adolescentes jugadores de todas las edades, y una certeza: hay pantallas que simplemente no se superan.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.