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EL PAÍS SEMANAL

La luz en los genes

Padre e hijo. Javier Aguirresarobe, uno de los más grandes directores de fotografía, acompaña a Jon en sus primeros pasos en la profesión. Comparten ilusiones y apartamento en Los Ángeles

Javier Aguirresarobe y su hijo Jon.
Javier Aguirresarobe y su hijo Jon.Douglas Kirkland

Él, Javier, el padre, 64 años, ha hecho de todo lo importante que se puede hacer en España. Ha sido el director de fotografía de películas como Mar adentro, Hable con ella, Los otros, La niña de tus ojos, Secretos del corazón, El sol del membrillo, El perro del hortelano, El bosque animado, ¿Qué hace una chica como tú en un sitio como este?, su primer largo. “Fernando Colomo me dio la primera oportunidad”. Antes, ocho cortos.

El otro él, Jon, el hijo, 32 años, ha decidido seguir los pasos de su padre. “Estudié Bellas Artes en Madrid. Quería ser pintor”. Pero tras unos pinitos en la preproducción de una película que al final no salió, decidió girar y volver la mirada hacia la profesión de la luz, que con tanto magisterio domina su padre. “Ya que decidía apostar por algo, tenía que ir a la mejor escuela, a la American Film Institute”. A Los Ángeles se fue hace cuatro años, y ya apunta en su currículo cortos, vídeos musicales y dos documentales, uno en México, El afán educativo, y otro en California, sobre los desahucios.

Ahora pueden cambiarte una película de arriba abajo en posproducción. Has de lograr que te respeten

En 2008, Javier Aguirresarobe trabajó con Woody Allen en Vicky Cristina Barcelona –“me repetía continuamente que quería algo warm, warm; cálido”–, y eso le abrió las cámaras de EE UU. Hizo The road, dos entregas de la saga Crepúsculo, tiene pendiente de estrenar la comedia Identidad robada, de Seth Gordon, y ahora, lo último, ha repetido con Woody Allen, que ha vuelto a rodar en Nueva York y San Francisco, junto a Cate Blanchett y Alec Baldwin. “Yo creo que es un trabajo muy emotivo, dará mucho que hablar; tengo mucha confianza en él y en que eso me sirva para seguir trabajando allí en películas interesantes”. “Ahora en España no tengo ningún proyecto”.

De su padre, que ha ganado seis goyas, admira Jon, profesionalmente, su “naturalidad”, su “lógica”, su técnica “no invasiva”, “pero respetando siempre unas estructuras lumínicas”. Respecto a sus propios primeros pasos, considera que los documentales son la mejor escuela, para precisamente conseguir ese realismo, esa naturalidad.

Del trabajo de mi padre admiro su naturalidad, su lógica, que su técnica no es invasiva

El padre sigue teniendo sueños; como trabajar con Stephen Daldry, director de Billy Elliot, Las horas y El lector. El hijo, que mantiene la energía de los rasgos vascos de su padre, desea “no sucumbir a la pasión por los juguetitos y las nuevas tecnologías”, poder trabajar en buenas historias íntimas, humanas, o en proyectos del estilo de los de Wes Anderson, director de Moonrise Kingdom.

Ambos comparten un punto de vista sobre su profesión: más de concepto, llevarlo todo muy preparado al rodaje, para que al final no lo retoquen todo en la posproducción. “Ahora todo es posible, te lo pueden cambiar de arriba abajo, y tú has de lograr que confíen en ti y te respeten”, dice el padre. Comparten apartamento, cerca de lo que era el Kodak Theatre, ahora Dolby Theatre –el de la gala de los Oscar–, y comparten películas a las que admiran por encima de todas las cosas. Por ejemplo, Cisne negro.

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