La memoria de Lavapiés busca su película

La memoria de Lavapiés es en blanco y negro y también a todo color, a veces tiene la velocidad algo retardada del Super 8 y del Single-8, y otras la anchura de los 16 milímetros. Es una memoria tan larga como frágil, almacenada durante décadas por todos los vecinos que decidieron miran el mundo que les rodeaba por el ojo de una cámara, grabando o fotografiando día a día la vida de uno de los barrios más vivos y populares de Madrid.

Cine hecho a mano es el proyecto de rescate fílmico organizado por la galería Off Limits y los artistas uruguayos Ángela López y Guillermo Zabaleta, residentes en Montevideo pero flechados con un barrio con el que viven desde una historia de “amor a primera vista”. Juntos lanzaron este verano el reclamo y juntos lo han cerrado el pasado 28 se septiembre para empezar a ordenar, clasificar y restaurar todo el material recibido. Con todo -fotografías, películas, carteles, carretes…- pretenden crear una película viva -“performática”- que se hará pública el próximo día 21 de octubre en algún lugar emblemático del barrio. Unos días antes, el 15, se organizará una charla pública con los vecinos para que compartan sus recuerdos de teatros, portales, colmados, cafeterías, plazas y corralas. “Queremos hacer un banco de memoria oral”, afirma Ángela López.

Esa memoria, como la de cualquier otro lugar, es un magma formado por las piezas de un gigantesco puzle en el que cualquiera es dueño de una ficha tan pequeña como fundamental. Con esa idea, en 2009, Ángela López y Guillermo Zabaleta llegaron a Off Limits con su trabajo de investigación Arqueología de la Imagen para la Fundación de Arte Contemporáneo de Montevideo. “En ese momento, allí se estaba llevando a cabo Estáis haciendo una peli, un proyecto cinematográfico con el cual nos sentimos hermanados debido a que la inmanencia es el motor de ambos”, explica López. “No se trata de construir un archivo fijo al que la gente vaya a informarse o documentarse y nada más”.

Lavapiés no es un barrio grande pero todavía esconde secretos. En el taller de trabajo estos días siguen la pista de un banderillero y están locos con un descubrimiento: la Filmoteca taurina. “El plus de hacerlo aquí es que es un barrio de migración constante y este trabajo va a ser muy importante para rescatar la memoria afectiva del lugar, para que también las nuevas generaciones o quienes recién lleguen, conozcan las historias de vecinos y lugares tradicionales del entorno”, explican los artistas.

Los talleres (gratuitos) ya están en marcha y en ellos se seleccionará el material con el que se hará esa “relectura” final. Es en ese proceso de selección en el que se generará el debate sobre el pasado, sobre los recuerdos que ahora van pasando de mano a mano y en diferentes formatos. “La metodología es básicamente práctica, los participantes tomarán contacto directo con el soporte fílmico. Conocerán desde la tecnología de cámaras de cuerda a la manipulación de celuloide, el revelado artesanal y la digitalización final”, señala Guillermo Zabaleta. Un circuito por las labores del cine artesanal para el que no se requieren conocimientos previos y que concluirá con una exhibición del material rescatado en un espacio publico emblemático del barrio.

Revolver en el armario nunca es una tarea tan sencilla. “Y ha sido difícil remover estas capas en plena crisis. En momentos así todo el mundo mira hacia otro lado. A nadie le interesa la memoria”, señala Ángela López. “Pero pese a todo los vecinos se han acercado cargados de historias que compartiremos en tertulias, abiertas al público. Trabajé en una experiencia similar en Murcia, Memorias Celuloides, y se presentaron 180 filmes familiares. Todos muy interesantes debido al contenido documental de fiestas típicas y tradiciones que se fueron perdiendo. En Montevideo, por ejemplo, hemos encontrado un documento histórico acerca del primer mundial de fútbol, de construcciones de edificios históricos, de bailes típicos... al final, todo tiene su encanto”.