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La triple visita de la Filarmónica de Berlín al Teatro Real, en peligro

El Ayuntamiento retira la subvención de 660.000 euros, un tercio del coste total

Daniel Verdú
Simon Rattle, al frente de la Filarmónica de Berlín, en la actuación que realizaron en el Teatro Real en 2011.
Simon Rattle, al frente de la Filarmónica de Berlín, en la actuación que realizaron en el Teatro Real en 2011. javier del real

"El Teatro Real es una de las óperas más pobres de Europa". Así de claro fue ayer su director artístico, Gerard Mortier, en la presentación del arranque de la temporada operística con Boris Godunov, “el más barato”, según el belga. No está el coliseo madrileño para superproducciones. La caja está vacía. “Cuando decidí subir a escena esta obra, el teatro tenía más presupuesto. En dos años hemos perdido 10 millones de euros y vamos a perder otros cuatro más”, explicó Mortier.

Boris Godunov (nueva producción a partir de la segunda versión que escribió Modest Musorsgski) se ha salvado de la quema ajustando al máximo los costes y recurriendo a ingenios como ir a comprar parte del vestuario a la tienda de la calle de Atocha de la ONG Humana, “donde se encuentran trajes por cinco euros”, bromeó Mortier. Pero hay otros proyectos que lo tienen más difícil. El Ayuntamiento de Madrid, según ha sabido EL PAÍS, retirará la subvención para todos los proyectos que no estén dentro del presupuesto del funcionamiento normal del Teatro Real. Y eso incluye uno de los acontecimientos más esperados del año: la llegada de La Filarmónica de Berlín y su director, Simon Rattle, para las tres funciones de La Flauta Mágica de Mozart.

Esta nueva producción cuesta 1,6 millones de euros y se pensaba sufragar con entradas, patrocinadores (como Telefónica) y 660.000 euros del Ayuntamiento. Un dinero que comprometió el consistorio madrileño cuando Alberto Ruiz-Gallardón era alcalde y que Ana Botella, en medio de la crisis, ha decidido ahorrar. Y esa es la suma que falta para que venga la Filarmónica. “Actualmente no tenemos la financiación necesaria y no queremos incluirlo en los presupuestos. Ni podemos, ni estaría bien en la situación que está el teatro con sus empleados”, explica Gerard Mortier. “Es una producción cara, pero es nueva y se trata de la Filarmónica de Berlín. Actualmente no sabemos todavía si vamos a anularla o podemos reducir el precio. Estamos hablando con la Filarmónica para resolverlo”. Además, La orquesta alemana había llegado a un acuerdo con el Real para venir dos años más tras esta temporada.

"El Real es uno de los teatros más pobres de Europ", afirma Mortier

Se da la circunstancia (y podía ser parte del encanto económico de la operación) que el ciclo sinfónico de Ibermúsica, que dirige Alfonso Aijón, también tiene contratada por esas fechas (el 1 y el 3 de julio) a la Filarmónica en Madrid. Y eso es algo que puede pesar para mantener abierta la posibilidad de que finalmente recalen en el Real los días que tenían programados (29 de junio y 2 y 4 de julio).

Los problemas económicos no son nuevos. Cuadrar las cuentas está significando un verdadero rompecabezas en el teatro debido a la bajada sustancial de las subvenciones públicas y la leve caída de público. Ninguna nueva producción supera ya los 300.000 euros de presupuesto, pero aún así se hace difícil. Se ha perdido músculo económico, no hay duda. Por eso, Mortier considera que el Real está hoy al nivel financiero de teatros “como los de ciudades como Graz”, en Austria.

“Actualmente el teatro se defiende al nivel de La Scala y el Covent Garden, pero con cuatro veces menos de dinero”, insistió ayer, mientras dejaba caer la posibilidad de cancelar algunos de los proyectos que se han anunciado como Los troyanos o Los maestros cantores. “Eso sí, podremos seguir haciendo cosas como Don Pasquale o El elixir de amor (ambas de Donizetti y de menor complejidad escénica)”, ironizó el director artístico. El objetivo, de momento, es trabajar para asegurar la programación ya diseñada hasta 2014. A partir de ahí, puede suceder cualquier cosa.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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