Del puerta a puerta al ‘click’ a ‘click’
Círculo de Lectores cumple 50 años. Su fomento de la lectura ha llegado a 19 millones de familias españolas. La crisis se ha llevado socios que migran a la Red
El carrer del Bruc de Barcelona y la calle 9 de Neiva (Colombia) están separadas por 8.823 kilómetros, pero unidas por miles y miles de libros desde hace 50 años. En esa calle barcelonesa nació el martes 11 de septiembre de 1962 Círculo de Lectores, un revolucionario modelo de venta de libros, y de cultura en general, para el mundo hispanohablante que solo en España ha llegado a 19 millones de familias. Una editorial y un modelo al que la crisis económica también ha tocado pero que sigue aumentando extraordinariamente la media de lectura en España, cada uno de su millón de socios actuales compra ocho libros al año, mientras las encuestas generales indican que en el país el 61,9% dice leer alguna vez al año y sólo el 28,8 lo hace regularmente.
La creación del Círculo estuvo rodeada de malos augurios, hasta que los españoles se fueron acercando a los libros. Cinco años después el modelo pasó a América Latina a través de licencias de marca (una especie de franquicia), con un número incontable de socios entre los que estuvo un día la neivana Mercedes Horta, que vive a más de ocho mil kilómetros de la calle donde surgió ese club de lectura puerta a puerta. Y entre medias, personas como el madrileño Julio Tutor, socio desde los inicios, y Natividad Domínguez, agente vendedora desde 1987.
Cada una de las personas del universo del Círculo celebrará a su manera el medio siglo de este diálogo con la lectura. En Madrid será el martes, con la intervención del nobel Mario Vargas Llosa, en un acto presidido por los Príncipes de Asturias.
Todos han visto cómo el toc-toc ha empezado a cambiar por el click a click.
La fórmula sigue siendo la misma: elegir el libro, pedirlo y recibirlo. Elegir a través de una revista bimestral que es un catálogo de catálogos, pedir el título al agente correspondiente en persona, por teléfono o email, y esperar a recibirlo. Sea a través de los átomos que conforman el mundo analógico de siempre o de los bits del universo digital que se abre y al cual ya ha empezado la migración Círculo de Lectores.
Unos bits que le cuadran a esta empresa llena de admirables números: dentro de los 19 millones de familias españolas que han sido socias alguna vez está el millón actual de socios (el esplendor fue a finales de los noventa cuando llegó al millón y medio), ocho millones de libros vendidos al año, una selección de 300 obras anuales a elegir, 105 millones de euros en facturación, cerca de 500 empleados y más de 4.500 agentes y promotores independientes evangelizando lectores por todo el país. Y desde febrero aumentando los dígitos y bits a través de Booquo, la plataforma de libros digitales.
La presencia y aportación al fomento de la lectura en España de Círculo de Lectores llevó a Reinhard Mohn, presidente del grupo editorial alemán Bertelsmann y fundador de la empresa, junto a José Esteve Quintana de editorial Vergara, a recibir en 1998 el premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades.
Empezaron en 1962 con malos presagios. “Era una España deprimida social y culturalmente y nadie creía en que los españoles leyeran”, recuerda Hans Meinke, quien fuera director de Círculo entre 1980 y 1997, y antes asistente de dirección entre 1967 y 1969. Si bien es cierto que el editor de Vergara convenció a Reinhard Mohn de trasladar esa experiencia alemana a España y empezaron juntos, el socio español perdió a los dos o tres años el ánimo y el grupo Bertelsmann debió seguir solo. “No era fácil el modelo de llevar los libros a los hogares; Correos, por ejemplo, no funcionaba bien”, continúa Meinke. Hasta que descubrieron el problema y hallaron la solución: “Además de las barreras geográficas estaban las culturales. Una persona no muy formada no podía acceder a una librería, al librero; eso era para una élite, y tampoco había muchas librerías. Así es que nos propusimos que esas personas tuvieran la posibilidad de acceder al libro sin complejos, sin barreras. Ofrecimos el libro no como objeto de culto sino todo lo contrario, como un elemento de instrucción y entretenimiento a través de una propuesta con criterio”.
A la vez que ofrecieron libros más o menos populares intentaron descubrir la poesía, obras de pensamiento o de grandes autores y de divulgación para toda la familia. La acogida por parte de autores y lectores los llevó a crear en 1992 su propio sello para sus socios y el público en general: Galaxia Gutenberg, con obras y autores de gran calidad, hasta que se independizó en 2010, poco después de que Círculo fuera comprado por el grupo editorial Planeta.
El fuerte de Círculo de Lectores es el conocimiento de la familia. Es un retrato que se ha mantenido a lo largo de este medio siglo. Según Joaquín Álvarez, director general, consta de unos tres integrantes, los padres tienen entre 35 y 50 años con hijos en edad escolar a quienes quieren fomentar el hábito de la lectura. “Es un socio muy activo que compra todo tipo de lectura: narrativa, libros ilustrados, infantiles, ensayos; pero aún no son socios muy digitales”.
La gran mayoría ha llegado hasta ahí gracias a la red de promotores y agentes. Los primeros van de puerta en puerta ofreciendo la suscripción y los segundos atienden a los socios y hacen los pedidos. No son de plantilla. La mayoría lo hace a tiempo parcial, después del trabajo, para obtener un ingreso extra y ayudar a la economía familiar.
Los inicios como agente son duros, recuerda Raquel García, de 45 años. Ella trabaja como ordenanza en un organismo público por las mañanas y después de comer visita a los socios de Círculo. “Es como regar una planta. No basta con saber que son socios, hay que visitarlos a su casa, hablar con ellos, asesorarlos cuando lo pidan; con lo cual se genera un conocimiento mutuo y te haces amigo de alguno de ellos”. Algo relativamente fácil debido a que cada agente visita a cada socio por lo menos 21 veces al año: tres veces por cada una de las siete revistas: llevarla, tomar el pedido y entregar el libro y cobrar. No todos los agentes tienen el mismo número de socios. Natividad Domínguez, de 53 años, trabaja con Círculo desde los 27, y se dedica a tiempo completo, lo cual le ha permitido tener hasta 600 socios. “Ahora solo tengo 240, y hay días que puedo visitar a veinte. Con ellos se establece un vínculo especial, logras saber cómo son sus vidas”. La crisis también la ven en esas casas. La gente hace menos pedidos.
Cincuenta años lleva comprando libros Julio Tutor: “El mismo año que nació Círculo me hice socio. Tenía 27 años y trabajaba en la imprenta de mi abuelo en Madrid. Aunque estudié hasta sexto de bachillerato siempre me había gustado leer. Al principio tenía la costumbre de los libros recomendados que había en la revista, que en esa época era trimestral. Así descubrí a muchos autores, desde Stefan Zwieg hasta Mario Puzo. Pero lo que siempre me ha gustado son los libros de consulta”.
Hay casi un centenar de socios desde 1962. Pero la verdad es que la cifra global ha caído en los últimos cinco o seis años debido en gran parte a la situación económica. Es una caída independiente del modelo digital, aclara Joaquín Alvarez: “Tiene que ver más con el propio modelo, con el hecho de tener un compromiso de compra, antes era una autodisciplina, y hoy la gente tiene tantos compromisos que es difícil mantenerlos todos”.
Otro reto es trasladar y adaptar el ecosistema al mundo virtual. Empezaron el 15 de febrero con Booquo y están convencidos de que un modelo como el de Círculo será ahora más necesario que nunca. ¿La razón? La sobreproducción de libros que se está registrando en Internet a través de sellos tradicionales y autoediciones hace más necesaria la recomendación y prescripción. Joaquín Álvarez cree que el futuro digital pondrá en valor ese valor recomendador. Lo han hecho antes y lo hacen ahora eligiendo 300 obras de entre las 80.000 que se editan cada año. “Conocemos mejor que nadie a nuestros socios y seremos en el mundo digital como esos libreros, en extinción, que recomendaban libros”. Quiere continuar con la tradición de que en España no haya persona sin un familiar o amigo que no haya sido socio de Círculo de Lectores.
Pasado y futuro
Más de un millón de familias que leen en este país”. El eslogan tenía su escalofriante carga sociológica en la España de mediados de los años ochenta. Si la cifra se multiplica por 3,5 (el factor de cálculo, también aplicable ahora), da el número de afectados por el virus lector, la justa medida de la proeza en un país vago en la lectura.
El milagro lo hacía posible Círculo de Lectores, ya veinteañero en España y que por ese entonces pilotaba desde 1981 Hans Meinke. Su paso por el club Discolibro, del más refinado grupo editorial alemán Holtzbrinck, explicaría en parte el salto cualitativo, de forma y fondo, que estaba dando Círculo. El producto era mejor y el catálogo, cada vez más literario. A la oferta de los necesarios Ken Follett o Mario Puzo de turno se unían cada vez más autores exquisitos, en especial de la literatura española y sudamericana.
El toque de finura unido a la eficacia empresarial alemana culminó en la edición de obras completas (Octavio Paz) y en volúmenes bellamente ilustrados por artistas (Saura, Arroyo…). Lástima que solo fueran para los socios… “Los libreros y lectores nos pedían esos títulos y por eso se pensó en poner al alcance de todos los productos de Círculo de más nivel literario”, recuerda el editor Joan Tarrida la génesis del sello Galaxia Gutenberg, que desde 1992 permitió vender los mejores títulos y ediciones de Círculo en las librerías.
Siempre con ciertas dificultades económicas, Galaxia Gutenberg se mantuvo bajo la estructura de Círculo hasta septiembre de 2010, cinco meses después de la entrada de Planeta en el accionariado del club de lectura. Tarrida, durante 11 años director general de Círculo y editor literario de Galaxia, dejaba la empresa y compartía accionariado en el sello literario con el propio Círculo, que en marzo del año pasado salió definitivamente de Galaxia, si bien mantienen la colaboración.
Galaxia Gutenberg ilustra tanto la belleza que puede generar también el negocio como la potencia de un Círculo de Lectores que, si bien llegó a alcanzar el millón y medio de socios, sigue contando hoy, a pesar de los tiempos, con 1.006.000 miembros (40.000 de su filial en catalán, Cercle), factura 105 millones de euros, emplea a unos 490 trabajadores y obtuvo el año pasado cuatro millones de euros de beneficios.
En tiempos de Internet innovan dando a sus vendedores tabletas electrónicas o con su plataforma de libros digitales como Booquo. Si bien por su modelo propio de suscripción está siendo de implantación lenta y demandará en breve un partner tecnológico. Y la clave de todo: estudiando a sus socios. Además, han estrenado un servicio de libro de texto para las familias o, aprovechando la materia prima del nuevo socio, Planeta, van abriendo su catálogo a más productos del sector del entretenimiento y a cursos de formación.
Babelia
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