Yo, ellas y el otro
Aunque lo normal es que las películas (al menos, las buenas) se sostengan sobre el guion, no son pocas las que poseen un engranaje que tiene más que ver con una simple sinopsis atractiva, desarrollada sobre la base de una puesta en escena aguerrida, un empaque de producción admirable, una ambientación misteriosa y un puñado de notables interpretaciones. Es lo que le ocurre a la coproducción argentino-española Todos tenemos un plan, debut en el largo de Ana Piterbarg, que se ve con soltura y tiene apariencia de buena película. Apariencia, porque si se piensa realmente su relato, el devenir de sus personajes y los nudos que los (des)unen, apenas se sostiene.
Todos tenemos un plan
Dirección: Ana Piterbarg.
Intérpretes: Viggo Mortensen, Daniel Fanego, Soledad Villamil, Sofía Gala, Javier Godino.
Género: thriller. Argentina, 2012.
Duración: 118 minutos.
La mezcla de drama psicológico, de intriga criminal y hasta de cine social otorga a la película de Piterbarg un insolente aire libertario, al que se une una ambientación salvaje, violenta y fronteriza que igual puede entroncar con el cine de Sam Peckinpah como, sobre todo por su ambiente isleño y sus tormentosas relaciones entre adultos y jóvenes, con el Buñuel de La joven. Pero Piterbarg y su coguionista, Ana Cohan (que en Sin retorno, película dirigida por su hermano Miguel, había demostrado buen pulso para el thriller social), no aciertan a componer un relato sólido sobre la crisis de identidad. Como si hubieran tenido una fascinante idea acerca de la freudiana escisión del yo, pero luego no hubiesen sido capaces de rodearla de sentido terrenal.
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