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Schönberg inaugura la temporada del Teatro Real

'Moses und Aron' en versión concierto se estrena mañana El Coliseo celebra el 15 aniversario de su reapertura y el tercer año con Mortier al frente

Daniel Verdú
El director del Real, Gerard Mortier (al fondo), acompaña al director musical Sylvain Cambreling (en primer plano) en la presentación de la nueva temporada del Coliseo madrileño.
El director del Real, Gerard Mortier (al fondo), acompaña al director musical Sylvain Cambreling (en primer plano) en la presentación de la nueva temporada del Coliseo madrileño. Bernardo Rodríguez (EFE)

Arranca la nueva temporada del Teatro Real, la tercera de Gerard Mortier al frente de la dirección artística. Un año, en el que se celebra el 15 aniversario de su reapertura, complicado desde muchos frentes. Principalmente, claro, por la incertidumbre económica y las dificultades añadidas que encara el sector cultural con la subida del IVA. Todo ello sumado al conflicto que mantiene el teatro con sus trabajadores por la negociación del nuevo convenio y que está todavía lejos de resolverse. Pero también es una temporada de alto nivel artístico que, en cierto modo, está propiciando una reconciliación con el sector más crítico del patio de butacas a través de una programación que incluye grandes títulos y acercará a muchos abonados que hasta ahora se habían distanciado de los gustos del director artístico. Tres mozart, un verdi (Macbeth), Wozzeck… El efecto se ha notado y el teatro tiene ya 2.000 nuevos abonados.

Pero la temporada arranca con la versión en concierto de la gran Moses und Aron de Arnold Schönberg. Esta mañana, el propio Mortier, el director general del teatro, Ignacio García Belenguer y Sylvain Cambreling (que dirigirá las dos funciones de la obra) han presentado el estreno del viernes. Esta ópera es una de las referencias indispensables para Mortier (y para todo el mundo) del siglo XX. De hecho, cuando llegó a Madrid tuvo la oportunidad de programarla en una versión que había contratado su predecesor, Antonio Moral, pero la desestimó porque, según él, no era viable hacerla en óptimas condiciones. “Es compleja y solo en una ejecución excelente se puede disfrutar por parte del público. La preparación de esta obra es larguísima. El coro debe ensayar dos años. Para nosotros era imposible invertir en una nueva producción del teatro ahora. En este momento hay que ser inventar para poder hacer cosas nuevas sin gastar”, ha explicado, aludiendo a que se haga en versión de concierto.

La obra la interpreta una orquesta de 230 músicos. Para ello se ha contratado a 110 miembros del coro EuropaChorAkademie (que encarnan al pueblo de Israel en la obra) y a la formación SWR Sinfnieorchester Baden-Baden (que ya estuvo bajos las ordenes de Cambreling en el San Francisco de Asís de 2010-11). No había tiempo material, cree la dirección artística, de que la orquesta y el coro del Real pudieran ensayar en condiciones la obra. Mientras tanto, la sinfónica de Madrid (la titular del teatro) prepara el estreno de Boris Godunov del próximo 28 de septiembre con Hartmut Haenchen. Quizá la verdadera inauguración de la temporada.

Silvain Cambreling contará con las voces de Franz Grundheber para el papel de Moisés y la de Andreas Conrad para la de Aarón. El coro empezó a trabajar hace dos años para esta obra, a la que, según su director, “todos los músicos y el público deberían enfrentarse como mínimo una vez en la vida”. Además, ha justificado que el Real haya traído una versión en concierto de la obra y no la escénica. “Nunca he encontrado una versión escénica que me convenciera realmente. Además, en concierto podemos utilizar todo el aparataje necesario para esta obra. Es una orquesta enorme. 60 cuerdas, vientos, percusión, pianos… De otro modo es difícil que quepa”.

La ópera de Schönberg está inacabada y el tercer acto no tiene partitura. Mortier y Cambreling han decidido no llevarla más allá del segundo y evitar un tercero solo recitado, como se ha hecho en alguna ocasión. “La ópera acaba así, estoy convencido que al final Schonberg también lo creía. Los dos actos constituyen una ópera completa. Es como si decimos que la sinfonía inacabada de Schubert necesita un movimiento más”, cree Cambreling.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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