Viaje a la India extraterrestre
Manu Joseph, autor de Un hombre serio, ganó el Best Hindú Fiction Award con su primera novela, Es una historia sideral sobre extrañas partículas extraterrestres, genios más o menos reales y un efervescente retrato de India
¿Cómo narrar con toda su crudeza lo que significa hoy ser un Dalit en una megalópolis como Bombay sin caer en la fácil compasión? ¿Cómo hacerlo sin haber formado parte de la antaño conocida como casta de los Intocables? Una buena forma de intentarlo es habiendo ejercido como periodista ansioso por conocer de primera mano a las personas de las que se habla y, más importante, viviendo con ellos en uno de los paupérrimos chawl que pueblan los suburbios de India. Eso es lo que hizo durante años Manu Joseph (Kerala, 1974). Su época en Bombay como un veinteañero desgarbado, solitario y pobre, "en la línea de Juventud, de Coetzee", le sirvieron para tejer los mimbres del protagonista de su primera novela, Un hombre serio, con la que ganó en 2010 el Premio a la Mejor Novela Hindú de Ficción y que este año ha publicado en España El Aleph Editores. Una historia que transcurre entre verdades y mentiras, entre cuestiones vívidamente terrenales y otras increíblemente extraterrestres.
Pero ante todo, la opera prima de ficción de este periodista es un retrato de la inabarcable paradoja de India que se desarrolla fieramente en la "gran congestión de cuerpos humanos desesperanzados". India exuberante, emergente y pujante economía, tierra de grandes urbes pobladas de bellos jóvenes y donde trabajan eminentes y cotizados ingenieros y científicos. Todo eso es India, pero también sigue siendo el inmenso país que alberga 250 millones de almas que no tienen suficiente para comer mientras la innovación agrícola permite allí cultivar las mayores reservas de cereales del mundo, después de China, o ese vasto territorio donde pertenecer a una casta como la de los Dalit aún representa una losa de cuyo peso resulta difícil escapar. Todo se precipita cuando Ayyan Mani, el protagonista de este relato, un Dalit hastiado por la rutina del matrimonio y los caprichos del científico perteneciente a la altiva casta de los Brahmanes para el que trabaja como asistente en el Instituto de Teoría e Investigación de Bombay, decide que su hijo, Intocable como él, tiene madera de genio. Por el camino transcurre un retrato de la India actual lleno de olores, sabores e imágenes rociadas por el sexo que hace girar el planeta y por supuesto la ciencia, con afirmaciones del tipo: "Así como cualquier rayo de luz con una longitud de onda de 700 nanómetros es siempre rojo, todo aquel que ama es joven".
Algunos imbéciles fashionables tienen una noción romántica sobre la India rural, cuando es ahí donde reside el corazón de los problemas sociales de este país
Para Manu Joseph, Bombay es quizá la ciudad más justa de India, donde ser Dalit no es ni por asomo tan duro como en las zonas rurales. "Algunos imbéciles fashionables tienen una noción romántica sobre la India rural, cuando es ahí donde reside el corazón de los problemas sociales de este país. Quizá en una ciudad como Bombay estás más lejos de presenciar esas desigualdades, que aún son muchas. En el mercado del matrimonio, o en cualquier oficina, todavía reside la idea entre las clases altas de India que existe algo malo en ser Dalit. En muchos aspectos, se trata del mismo racismo latente hacia los negros en los países occidentales".
Joseph abandonó hace años Bombay para establecerse en Delhi. Desde allí atiende a este periódico mediante correo electrónico durante un receso de sus tareas como editor del semanario de actualidad Open. Precisamente en la misma mesa de director de este medio de comunicación indio redactó su primera novela, en la que la mentira acaba convirtiéndose en piedra de toque. Miente el protagonista que dice tener a un hijo que es un genio apasionado de los números primos. Miente el científico para el que trabaja el protagonista, un insufrible astrónomo que asegura tener constancia de que microscópicos extraterrestres caen a la Tierra desde el cielo. La mentira acaba sirviendo de escape para unos y otros, Dalits y Brahmanes, de sus propias miserias. "Esta novela tuvo como inspiración a un hombre que en la vida real creyó que su hijo era un genio. También, como periodista, debo de haber atendido a cientos de llamadas de padres diciendo convencidos que su hijo era algo extraordinario. Pensé que todo eso junto podría dar pie a una jugosa historia".
Esta novela tuvo como inspiración a un hombre que en la vida real creyó que su hijo era un genio
El condimento llega de la mano de las siempre arrebatadoras relaciones entre ciencia y mentira, entre amor y traición. Felizmente casado y enamorado, al contrario del protagonista de su novela, cuando a Joseph le embarga el ansia de anarquía, dice sentarse a escribir "historias de entrañables anarquistas". Obsesionado con el ajedrez y con las carreras de largas distancias, disciplinas en las que no destaca en modo alguno, saca a relucir su escepticismo hablando de partículas extraordinarias. En su novela hay varias referencias al Gran Colisionador de Hadrones, pero en la vida real el recientemente descubierto Bosón de Higgs, clave para entender el origen de la masa, le deja más bien tibio. "Supongo que si inviertes billones en la creación de un túnel y te dedicas a buscar a través del mismo ciertas partículas durante años, tarde o temprano creerás haberlas encontrado". Y si de Marte hablamos, con toda su recientemente machacona actualidad tras el exitoso aterrizaje del robot Curiosity sobre el planeta rojo, este autor también admite sentirse hoy tentado de escribir un relato de no-ficción sobre "la cómica misión de India en Marte anunciada para 2013".
Por el momento ya ha terminado su segunda novela, The Illicit hapiness of other people (algo así como La felicidad ilícita de los demás), sobre un dibujante de cómic que se suicida dejando pistas sobre las razones del suceso en sus propias viñetas. Se publicará en Reino Unido e India próximamente, avisa Joseph, quien no sigue con especial atención a otros autores indios. "Soy en cambio el mayor fan de García Márquez; de hecho, las semillas del insufrible científico de mi primera novela fueron robadas del gran viejo de Cien años de soledad. También amo a Coetzee, Munro, Jennifer Egan y Anne Tayler". Apasionado seguidor de la liga española de fútbol, "como tantos otros millones de personas en el mundo", Joseph confiesa que cuando ve por televisión los duelos tenísticos entre Federer y Nadal siempre se decanta por el suizo. "Y la razón, debo decir, es que vislumbro en el juego de Federer la prosa de García Márquez".
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