Una pasarela en transición
La diseñadora María Escoté factura su colección más comercial y potente Davidelfín se hace con el premio L’Oréal
El pabellón 14 de la Feria de Madrid amaneció siendo la sede de la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid (MBFWM) y cerró sus puertas como emplazamiento del EGO, la plataforma destinada a los diseñadores noveles. El hecho de que, en esta jornada compartida, la transición entre ambas convocatorias apenas fuese perceptible habla por sí solo.
Aunque, para ser justos, en el último día de la antigua Cibeles hubo momentos que marcaron la diferencia. María Escoté presentó su mejor colección hasta la fecha y una de las más brillantes de esta edición. Entrar en contacto con las necesidades de sus clientas reales a través de la tienda online que abrió hace un año le ha sentado bien a la diseñadora catalana. Sin traicionar un ápice de su inconfundible discurso estético —siempre a caballo entre el rock y lo retro— propone piezas que aúnan realismo y emoción sin aparente esfuerzo. Sus vestidos de lentejuelas rosas con jerseys de malla metálica son el colofón de un proyecto más maduro y serio, aunque no por ello carente de ambición creativa. Un recuerdo de que otra pasarela es posible, aunque poco probable. Porque propuestas como la de Escoté deberían ser norma, pero constituyen la excepción entre desfiles perfectamente intercambiables, que pasan por la retina sin dejar casi huella en el cerebro.
No corren ese riesgo los creadores del EGO, que desfilaron por la tarde. Puede que pequen de impracticables, pero derrochan afán creativo y no dejan indiferentes. Algunos incluso, como Eva Soto, demuestran tomarse el oficio de la costura más en serio que ciertos consagrados. La diseñadora de Cambados tiñó, planchó y plisó artesanalmente intrincados vestidos origami durante más de tres meses en una propuesta que sobrepasa lo minucioso.
Eva Soto, demuestran tomarse el oficio de la costura más en serio que ciertos consagrados
La comparación entre las aspiraciones estéticas de la novel Leyre Valiente, alumna aventajada de Amaya Arzuaga, y la mayor parte de los creadores que participaron por la mañana en la MBFWM resulta demoledora, si bien es cierto que en moda de baño, mercado del que son referentes Dolores Cortés, Guillermina Baeza o TCN, hay poco que inventar. Y que haber defendido calidad y pragmatismo les ha permitido convertirse en auténticas empresas de moda, otra rara avis sobre la pasarela madrileña.
Pero, más allá de su potencial comercial, proyectos como los de Soto o Valiente hacen que resulte especialmente desalentador que, por primera vez en la historia del EGO, no se vaya a entregar el premio de 6.000 euros a la mejor factura, como se venía haciendo hasta ahora. Sí se ha concedido un galardón de semejante valor a la modelo —y bloguera— Alba Galocha. Además, coincidiendo con su décimo aniversario en la pasarela madrileña, Davidelfín ha recibido el Premio L’Oréal a la mejor colección. El galardón consiste en un artículo editorial en una cabecera de prestigio. La firma cosmética, que había patrocinado el concurso de los jóvenes creadores en los últimos años “ha decidido centrar sus esfuerzos en la MBFWM, aunque seguirá ofreciendo su servicio de maquillaje y peluquería gratis a EGO”, según ha explicado su directora de comunicación, Eva Rodríguez.
La organización de la pasarela no ha logrado encontrar un nuevo patrocinador que sustituyese al anterior y hace apenas una semana comunicó a los participantes que no optarían a una retribución económica. Una pena en estos tiempos en los que, más que nunca, el discurso estético no puedo disociarse del económico, como bien sabe Escoté.
La diseñadora, al igual que cada vez más creadores, ha buscado en la Red una salida que no acaba de encontrar en el mundo analógico. Dos años después de cerrar su boutique de Madrid, ha recuperado volumen de ventas vía online y, lo más importante, ha logrado captar la atención de boutiques como Luisa Via Roma, una de las más prestigiosas de Europa. La web de TCN lleva solo seis meses en activo pero acaba de lanzar una aplicación para móvil. Quizá Internet acabe siendo el escenario que integre noveles y consagrados más allá de Ifema.
Babelia
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