Muchas preguntas, pocas respuestas
La Merecedes-Benz Fashion Week Madrid, principal cita de la moda española, arroja más interrogantes que soluciones
Una de las singularidades de la principal cita de la moda española es que uno sale de ella con más preguntas que respuestas. En teoría, el propósito de presentar una serie de colecciones para la temporada primavera/verano 2013 debería ser el de aportar claves sobre cómo vestiremos en los meses venideros. Raramente, al terminar la jornada de Mercedes-Benz Fashion Week Madrid (MBFWM) se tiene la sensación de poseer semejante información. Las dudas, en cambio, son infinitas: ¿Por qué estamos aquí? ¿A quién beneficia este sistema? ¿Por qué siempre desfilan los mismos? ¿Es posible la renovación? ¿A alguien le interesa, de verdad, si lo que se presenta es verde o amarillo?
Es positivo hacerse preguntas. Seguro que Ana Locking también se hizo unas cuantas antes de diseñar “su colección más comercial” hasta la fecha. Y así, de paso, obtuvo también la mejor de su carrera. La propuesta de Locking destaca por su elaborada y muy poco obvia resolución del dilema entre el hedonismo y la serenidad femenina. Es ella misma quien ofrece a Marilyn Monroe y Jackie Kennedy como ejemplos de esos dos caracteres, pero la comparación le hace un flaco favor. No hay nada en su moderna colección que remita a los manidos años sesenta que evocan esos dos referentes. En cambio, aparecen múltiples soluciones a cómo una mujer contemporánea puede unir lo lúdico y lo pragmático en su vestuario. Formular la cuestión correcta, ayuda a encontrar buenas respuestas.
¿Qué puedo ofrecer que sea propio?, se pregunta a menudo cualquier creador. Los hermanos Iñaki y Aitor Muñoz, de Ailanto, decidieron hace tiempo que su respuesta residía en su formación en Bellas Artes. Por eso, se han especializado en motivos que dibujan a mano y luego reproducen en los tejidos. A esa fórmula añadieron ayer su gusto por la arquitectura, tal vez, influidos por el tiempo dedicado al interiorismo de su primera tienda en Madrid. Una casa que Gio Ponti ideó en 1956 en Caracas explica sus estampados, que reproducen el mármol del pavimento y las plantas y animales que pueblan la villa. La visitaron hace cuatro años, pero ha permanecido en su cabeza hasta ahora cuando la han transformado en una propuesta a la vez cándida y adulta.
También Ion Fiz se acerca al interiorismo. En este caso, de la mano de Gastón y Daniela -cuyas telas de tapicería participan en su colección de primavera/verano 2013- y de las cerámicas que decoran las fachadas en Lisboa. El desfile compartido de Ion Fiz y Maya Hansen demostró que ambos ignoraron una de las preguntas más difíciles y, sin embargo, importantes que un diseñador debería plantearse antes de un desfile: ¿realmente necesito tantas salidas? La edición brilló por su ausencia en la presentación de dos diseñadores que, obviamente, tienen su propia y acuciante demanda para la organización del certamen. ¿Por qué no puedo tener un desfile individual?, gritaba la acumulación de conjuntos y la profusión de documentación anexa como vídeos, catálogos e información pormenorizada de las actividades de cada uno. En todo caso, sería mejor que esta reivindicación no se formulara por la vía de la cantidad sobre la pasarela ya que eso solo sirve para deslucir el mensaje. La idea de Hansen era llevar los estampados caleidoscópicos de McQueen y las amazonas metálicas de Thierry Mugler al México de Frida Kahlo. Sus corsés tienen su público, pero alargar el tema hasta el infinito consigue que la diseñadora termine incluyendo conjuntos, como un pantalón elástico verde con una camisa estampada y corta, francamente indefendibles.
En MBFWM si empiezas con el juego de los interrogantes, es difícil parar: ¿Quién ve las colecciones? ¿Cuál es su propósito? ¿Por qué los desfiles están llenos y luego nadie compra la ropa? ¿Cómo se puede transformar ese interés, eminentemente lúdico, en actividad económica de moda? Es necesario hacerse preguntas, pero en algún momento conviene ir encontrando respuestas.
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