La vida pasa a través de los otros

Cuentan que la llegada de los cuarenta suele marcar el punto de inflexión en que uno hace acopio de recuerdos, vivencias y lecciones aprendidas. Que define el momento de analizar lo pasado y planificar lo futuro. De pararse a mirar atrás, coger fuerzas y volver a andar el camino. Germán Gómez (Gijón, 1972), no esperó hasta entonces para crear su visión artística de la “mejor década” de su vida. Recién atravesada la línea de la crisis de la mediana edad, inaugura el próximo 13 de septiembre en la galería Fernando Pradilla de Madrid la exposición Años 30, un compendio de 170 fotografías de tamaños y temas dispares seleccionadas de entre decenas de miles durante los últimos cuatro años, y que recogen, en píldoras visuales, la esencia de los treinta y tantos. “Una época en la que las vivencias ha sido más intensas que nunca”, explica el artista en su estudio madrileño. En este tiempo ha alcanzado la independencia, ha visitado el mundo por trabajo, ha visto a nuevos seres queridos llegar al mundo, y a otros marcharse para nunca volver.

En línea con su producción anterior, sus fotografías no salen ilesas de su manipulación. Años 30 muestra imágenes superpuestas en capas que dan lugar a formas escultóricas y a dobles mensajes; fotos cosidas; otras que funcionan como dípticos, o que llevan adheridas notas de agendas y diarios, algunas recortadas, dibujadas, otras tomadas con el móvil… y también, por primera vez, alguna "imagen pura", tanto como que deja el fotograma visible."La cuestión de la factura, de la veladura, de la superposición de las capas, está siempre presente en mi obra. Es una visión que deja entrever, con huecos, cicatrices y roturas".

“Los primeros escritos de esta serie se remontan a 2007, cuando vivía en Roma”, explica el artista, que recibió una beca de la Academia de España en la capital italiana. “Es un diario íntimo, que habla de la búsqueda de identidad, de querer saber quién soy”. Con una media de 10.000 fotos anuales, unas 100.000 en total, Gómez ha pasado los últimos cuatro años eligiendo las que mejor plasmaban el relato de su trayectoria. “Hice una primera criba de 1.800, y para la exposición habré utilizado unas 500 imágenes”, que finalmente se han quedado en 170 piezas, ya que muchas están conformadas por varias fotos. “Este proceso es lo que más tiempo y más quebraderos de cabeza me ha llevado”.

Entremedias, también ha producido otra serie: De padres y de Hijos, una amalgama de enormes rostros familiares remendados y mezclados. “Habla de la relación con mi padre, e incluye a personas cercanas a mí”. También en Roma le llegó la inspiración para su serie Condenados, “que habla de las personas que sufren sin tener culpa, como por una enfermedad”. Las piezas, fotografías superpuestas que crean un relieve escultórico, reproducen la escala exacta de las figuras del Juicio Final de Miguel Ángel. “De él no me interesa el artista, sino el ser humano”, explica. El hombre que se escondía tras el genio, y que como tal, vivió y padeció.

Una constante en la producción de Gómez, que ha expuesto su obra en Madrid, Bogotá, Buenos Aires o Filadelfia, es el uso de figuras masculinas en su imaginario. Una tendencia que ha roto en Años 30. “Hasta ahora solo había trabajado con el retrato”, añade, “y ahora incluyo bodegones, arquitectura y también mujeres”. Y como siempre, habla de sí mismo a través de los otros. “Desde mi autobiografía pretendo tocar temas universales: el amor, el miedo, la muerte…”. Junto a las fotografías, la exposición en Fernando Pradilla mostrará también un vídeo que, en tres minutos, pasa a toda velocidad cientos de fotografías. “Es un complemento, que representa la idea de la cantidad de imágenes acumuladas en mi cabeza. Al pasar rápidamente, ves muchas y no ves ninguna, que es lo que siento cuando miro a los últimos diez años, en los que han pasado muchas cosas, pero han pasado enseguida”.