Richard Cragun, la fuerza escénica de un bailarín
El coreógrafo fue una de las más importantes presencias masculinas en el ballet de la segunda mitad del siglo XX
El exbailarín y coreógrafo Richard Cragun murió el pasado 6 de agosto a los 67 años en el hospital Río Laranjeiras de Río de Janeiro, al sur de la ciudad, donde estaba internado desde hacía cinco días a consecuencia de una complicación de una infección pulmonar. Fue una de las máximas figuras del ballet masculino de la segunda mitad del siglo XX, un modelo apolíneo y vital de gran fuerza escénica, reconocido además por su generosidad y entrega a los demás.
Richard Allan Cragun había nacido el 5 de octubre de 1944 en Sacramento, California, donde aun siendo un niño ya se sintió inspirado por los filmes musicales de Gene Kelly y Donald O’Connor, lo que lo llevó a las clases de tap (claqué) de Jean Lucille y de ballet con la maestra Barbara Briggs en las modestas lecciones que daba en su casa de Sacramento. Siendo un adolescente, y reconociendo ya sus dotes para el ballet clásico, continuó su entrenamiento en el Banff School of Fine Arts de Canadá, donde estudió con Betty Farrally y Gweneth Lloyd. De allí saltó a la escuela del Royal Ballet en Londres, donde lo acogieron los profesores Errol Addison y el ya muy anciano Harold Turner, uno de los pioneros del ballet inglés. Poco después, viajó a Copenhague para tomar clases privadas con la legendaria Vera Volkova, lo que marcó su afinamiento escénico. En 1962, con apenas 18 años, entró en el Ballet de Stuttgart bajo la dirección de John Cranko; ya estaba allí desde 1961 la bailarina brasileña Marcia Haydée, con la que formaría una de las parejas legendarias del siglo y que se convertiría en su mujer por 16 años. Enseguida Cragun obtuvo papeles de solista y en 1965 pasaría a ser bailarín principal. Con Marcia y él, Cranko había encontrado la pareja ideal para sus ballets, así les remontó especialmente Romeo y Julieta y creó para ellos La fierecilla domada el 16 de marzo de 1969, entre muchos otros ballets. En pocos años, Cragun se convirtió en el bailarín preferido del público alemán, bailando en todos los grandes teatros del país y en el resto del mundo con las principales ballerinas de su tiempo. Cranko le tenía como inspiración y parte de su sistema creativo, y así le hizo a medida L’Estro armonico (1963), Opus I (1965), Presence (1968), Poema del éxtasis (1970), Carmen (1971), Initialen R.B.M.E. (1972) y Traces (1973). Entre 1960 y 1970 creó además importantes roles con otros coreógrafos como Namouna (1967) con Peter Wright; Das Lied von der Erde (1965), de Kenneth McMillan; Voluntaries (1974), de Glen Tetley, o La dama de las camelias (1978), de John Neumeier. En 1979 fue el Orfeo del único ballet con tema mitológico de William Forsythe.
Su actividad no se detuvo, y entre los ochenta y los noventa apareció en los repartos originales de obras de Jiri Kilian (Forgotten land, 1981); Un tranvía llamado deseo (J. Neumeier, 1983); Operette (Maurice Béjart, 1985); Abschied (Hans Spoerli, 1985); Muerte en Venecia (Norbert Vesak, 1986) o Like Antigone (Mats Ek, 1988). En 1996 interpreta The last poem, del brasileño Roberto de Oliveira, un primer contacto que duraría toda la vida.
También en su versatilidad, Richard Cragun dirigió la Ópera de Berlín entre 1996 y 1999 e interpretó de manera brillante los clásicos (Lago de los cisnes, Bella Durmiente) o dio vida al Junior de la reposición de On your toes (1990). Iba del romanticismo apasionado de Oneguin al histrión de Petrucchio. En 1987 Haydée le modeló el hada Carabosse en la Bella Durmiente y ese mismo año le creó un pas de deux con Birgit Keil: Eneas, con música de Vangelis Papathanassiou.
Con Marcia Haydée formaría una de las parejas de clásico legendarias del siglo
En Brasil, Cragun fundó en 1999 una compañía en Curitiva y después dirigió el Ballet del Teatro Municipal de Río de Janeiro. Posteriormente creó la compañía DeAnima junto a su compañero Oliveira, un proyecto de integración social que duró hasta 2008. Ya en 2005 había sufrido un derrame cerebral del que nunca se repuso completamente y por el que seguía recibiendo atención neurológica.
Richard Cragun estaba condecorado en muchos sitios con importantes distinciones como la medalla Cranko (1988); la de Bellas Artes de México en 2008 o la Zapatilla de Oro (1985) y además era un reputado caricaturista, llegando a realizar varias exposiciones, una tradición que en el ballet se remonta a los hermanos Legat.
Babelia
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