Wilco vive una eterna primavera de conciertos
La banda de rock alternativo estadounidense será uno de los cabezas de cartel del San Miguel Primavera Sound, que se celebra esta semana en Barcelona
Si nada se tuerce, Wilco, banda estadounidense de rock, concederá “unos 100 conciertos este año”, según cálculos de su líder, el cantante y guitarrista Jeff Tweedy. Esto es, “uno cada 3,66 días, dado que 2012 es bisiesto”. Con marcas como esta, el sexteto de Chicago, que posee uno de los mejores directos del mundo, se acerca a proezas como las de Bob Dylan y su never ending tour, que está en marcha desde 1988. “Ojalá lleguemos a su edad [71 años recién cumplidos] con tanta vitalidad”, afirmaba un lacónico Tweedy en una entrevista telefónica reciente. “Entre tanto, nos conformamos con tocar lo máximo posible. Realmente, salir a un escenario al frente de esta formación es una de las mejores experiencias que puedes obtener, con o sin llevar ropa”.
Su última visita a España fue una de esas raras cosas que, en un país tan dado a llevarse la contraria, logró cosechar extraña unanimidad… en sentido positivo. Es de esperar que el triunfo se repita en sus próximos dos conciertos en la península, ambos organizados por el festival Primavera Sound (en sus ubicaciones de Barcelona el jueves; y en la nueva sucursal en Oporto, el 8 de junio). “Es uno de nuestros certámenes favoritos, dice Tweedy. “Hemos crecido juntos, se podría decir. Los cuatro conciertos que hemos dado allí han sido muy importantes en nuestra carrera. Y, no me preguntes por qué, siempre han ocurrido cosas mágicas”.
¿Considera que el formato, un festival con una oferta gigantesca de casi 250 propuestas, es la manera más idónea de acceder a la música de Wilco? “Puede resultar un tanto estresante”, admite. “Pero esta es la clase de lugar en el que uno siempre descubre algo único. Aparte, es el favorito de mi hijo mayor y eso que una vez fuimos a la playa en Barcelona y al volver, nos perdimos, él iba descalzo y fue terrible”.
Con él, el muy activo Spencer (graba videoclips para su padre, mantiene un blog, hace fotografías o toca en una banda) y con el pequeño Tom, Jeff Tweedy montó un grupo. Se llaman The Raccoonists y se estrenaron discográficamente el verano pasado, con un sencillo compartido con la banda de rock experimental Deerhoof. “Sería genial si algún día nos programasen en el Primavera”, explica el progenitor.
Cómodamente instalado en su país en el exclusivo club de los músicos lo suficientemente grandes, pero también adecuadamente respetables, como para ser todavía considerados alternativos, Tweedy ha peleado durante décadas por forjar un proyecto en el que él, y solo él, es la pieza clave de una excepcional suma de individualidades. Dos efemérides han servido estos meses para recordar que esa lucha no siempre fue fácil. Por un lado está la celebración del décimo aniversario de la publicación del disco Yankee Hotel Foxtrot, obra cumbre de Wilco y atormentado álbum de tortuosa concepción. Por el otro, la decisión de Warner, su anterior compañía, de rescatar 17 canciones grabadas junto a Billy Bragg durante las sesiones de homenaje a Woody Guthrie que dieron como resultado los dos volúmenes de Mermaid Avenue, compartidos entre el grupo y el cantautor punk. Por decirlo de un modo suave, el choque de las personalidades de Bragg y nuestro hombre resultó un asunto complicado.
Pero a Tweedy no le gusta, por lo general, hablar del pasado. Se anima más cuando el tema es, por ejemplo, político. Mantiene intacto su perfil de izquierdista a la estadounidense. Piensa seguir votando en las elecciones de noviembre a Obama, “pese a todo”. “La derecha en mi país parece una gran broma urdida por retrasados mentales, que, de no ser tremendamente espeluznante, daría risa”.
¿Y la situación española? ¿Sigue los problemas de la actualidad de un país en el que conserva una de las bases de fans más fieles del mundo? “Sé que el euro os está causando verdaderos quebraderos de cabeza. A veces me pregunto si Wilco no gustará más cuanto más deprimente sea la realidad”, dice, y deja escapar una risa. “Quiero creer que no”.
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