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Diez años sin un maestro de la escultura

Varios homenajes, del País Vasco hasta Corea del Sur y de enero hasta diciembre, recuerdan a Eduardo Chillida en el décimo aniversario de su fallecimiento

Chillida junto a un 'Peine del viento' en 1977
Chillida junto a un 'Peine del viento' en 1977jesús uriarte

El mérito fue de una lesión en la rodilla. O la culpa, según se mire. Desde luego que la Real Sociedad no se alegró ni mucho menos de aquel accidente que llevó a su joven portero titular a colgar las botas. El arte español en cambio debe de estarle bastante más agradecido a Fernando Sañudo, delantero centro del Real Valladolid que, un día de 1943, chocó con Eduardo Chillida y acabó fortuita y prematuramente con su carrera futbolística.

Por aquel entonces Chillida no era ni veinteañero. Pocos años después, ese portero prometedor se marchó a París y se volcó en otra pasión: la escultura. Un paso tras otro, el joven Chillida empezó a caminar por ese sendero que le convertiría al cabo del tiempo en escultor de fama universal. Tanto que ahora, a 10 años de su fallecimiento, la fundación Chillida Belzunce ha organizado 12 meses de homenajes por medio planeta a la memoria del artista.

“Soy como un árbol, con las raíces en un país y las ramas abiertas al mundo”, afirmaba el escultor. Y, en efecto, las ramas de su legado cubren distancias de miles de kilómetros. De París a Londres, de Seúl a Berlín, varias son las ciudades internacionales que, desde enero, acogen exposiciones de la obra de Chillida.

Aunque el corazón de las celebraciones latirá en la tierra natal del escultor. “Yo soy de los que piensan que los hombres somos de algún sitio”, solía decir Chillida. Él era del País Vasco y allí, concretamente por las 13 hectáreas de un parque cerca de Hernani, en provincia de Guipúzcoa, esparció muchas de sus obras el escultor. Se bautizó museo Chillida Leku y el próximo sábado 26 de mayo acogerá un concurso fotográfico abierto a todo aquel que quiera participar.

El evento será, además, una ocasión para visitar el museo, cerrado desde 2010 por falta de dinero (aunque en noviembre del año pasado se retomaron las negociaciones entre la familia y el Gobierno vasco para resuscitarlo) y tan solo abierto a estudiosos de la obra de Chillida. En junio, el Chillida-Leku celebrará unas olimpiadas matemáticas y el 19 de agosto, fecha del fallecimiento del escultor, el parque se abrirá a la iniciativa 100 palabras para Chillida: por un lado, 100 personalidades del mundo de la cultura y de la ciencia pondrán por escrito su recuerdo del gran escultor que se dará a conocer ese día. Por el otro, el correo electrónico homenajeachillida@museochillidaleku.com permite a cualquiera que tenga don de síntesis (no olviden, solo 100 palabras) enviar su propio homenaje a Chillida.

A partir ya del otoño, los focos se centrarán en Madrid: el museo Abc de la Ilustración acogerá una exposición con logotipos e ilustraciones realizados por Chillida, mientras que la Universidad Complutense celebrará su personal homenaje al hombre que reconoció como Doctor Honoris Causa en Filosofía.

Una de las creaciones más famosas del maestro vasco es el llamado Peine del Viento, un conjunto de esculturas que mira al mar y desafía a las intemperies en un extremo de la bahía de la Concha. Considerada por muchos una obra maestra, tal vez la escultura encuentre más aficionados todavía en su nueva versión, de chocolate. Homenaje a Chillida es el nombre del postre que el cocinero Juan Mari Arzak ha dedicado al escultor y que recrea un Peine del Viento comestible.

Hace casi 70 años desde aquel encontronazo futbolístico. De esa encrucijada Chillida salió camino de la gloria escultórica. Sañudo, en cambio, siguió jugando al fútbol, llegó a vestir la camiseta del Real Madrid y a recibir la llamada de la Roja. Finalmente volvió a Valladolid y allí falleció en 1980. Dejó un buen recuerdo en el corazón de muchas aficiones y decenas de goles en los archivos. Y otro legado: si no hubiese corrido detrás de ese balón hasta chocar con el portero, tal vez la escultura española jamás habría visto nacer a un maestro. Aunque, claro, la Real Sociedad habría blindado su portería durante años.

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