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CÁMARA OCULTA
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

'Vive la France'

El Gobierno español invierte en cine ocho veces menos de lo que se gasta el estado francés ¿Deberíamos copiar su modelo?

El director de cine y escritor Gonzalo Suárez ha dicho abiertamente que no cree que la prometida ley del mecenazgo pueda sustituir las ayudas oficiales que el cine necesita, sea éste español o no. El ministro Wert, sin embargo, persiste en ese proyecto mientras augura más recortes, aduciendo que “si analizamos el cine español como industria, no ha dado frutos extraordinarios”, declaración que ha sido lógicamente contestada por el portavoz de los productores, calificando de “caspa” lo que el Gobierno español invierte en cine, ocho veces menos, dice, de lo que se gasta el estado francés, que “desde luego no es una potencia ocho veces más fuerte que España”.

Pero es que, además, los franceses cuidan a su cine de forma extraordinaria, como recordaba hace unas semanas en Libération el director del cine de Marsella William Benedetto, donde se celebra un festival dedicado al cine español. Cada año en Francia, escribió, 1.500.000 alumnos de primaria comienzan por ver películas clásicas mudas en grandes salas, para luego, de jovencitos, continuar el aprendizaje con 50.000 profesores especializados a su servicio, lo que les permitirá disfrutar del cine con mayor conocimiento. Dicen esos muchachos que desde niños vieron películas “extrañas”, con lo que, curtidos en curiosidades, están preparados para desarrollar su curiosidad cinéfila.

Si en España ahora la cultura está emparentada con la educación (y los deportes), podría ser este un tema de reflexión del actual triministro, en lugar de dar solución al tema con más recortes, panacea del nuevo gobierno que nos va a dejar en canicas. Continuaba el articulista de Libération reconociendo que “la inversión de dinero público en este tema es más que rentable a todos los niveles: económico, cultural, educativo y social”. ¿Se puede pedir más? Desde hace años llevamos citando el modelo francés como ejemplo. Incluso ya en la etapa Miró alguien sugirió que simplemente se pagara a un traductor para convertir en española la legislación francesa, y dejarse de experimentos. Y aunque en verdad la cosa no sea tan sencilla, más valdría aplicar a fondo la imaginación antes de poner mano al sangriento tijeretazo con que nos están amenazando.

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