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La otra vida casi secreta de la música está en Instagram

Bandas y solistas tanto nacionales como extranjeros enseñan su vida en la red social Instagram imprime, en principio, un contenido artístico a las imágenes que se comparten Elegimos seis cuentas de grupos que mantienen un diario gráfico en la red

Al cumplir su primer año de vida, a finales del año pasado, Instagram presentaba unos datos impresionantes: más de 11 millones de personas registradas, más de 1,2 millones de fotos agregadas al mes y un ritmo de procesamiento de 15 imágenes por segundo. Pero más allá de las cifras y del mercado, esta red social para compartir fotografías se agranda y multiplica y, sabiendo bucear, depara sorpresas, en general, agradables.

Como en casi todo, la calidad de un invento depende mucho de la sensibilidad y la creatividad de quien lo utiliza. Muchos músicos, por definición (no todos) la tienen y, en el caso que nos ocupa, no sólo la demuestran detrás de sus instrumentos y sus canciones, también compartiendo imágenes en muchas ocasiones poéticas o que podríamos incluir en la categoría de rarezas tan apreciadas por los fans. Hacer el ejercicio de mirar esas fotografías escuchando la música de sus propios autores resulta evocador. Instagram, en este caso, se presta a la paradoja: muchas cuentas se transforman en un diario bastante íntimo y personal de bandas y músicos. Pero son lanzadas al mundo con la generosidad que ofrece la palabra compartir. Es como si los usuarios no fueran conscientes de que al darle al botón, esas partes de sus vidas, sus casas, sus aficiones, compañeros sentimentales, viajes e incluso miedos son potencialmente accesibles no sólo por sus fans, también por cualquier persona con un ordenador y una conexión a Internet. Es cierto. No hay que olvidar que las imágenes se pueden marcar como favoritas y, para qué negarlo, engordar la gran cantidad de vanidad que se esconde, casi siempre, detrás de la definición de red social.

Instagram, ¿eso qué es?

Es el momento de definir con frialdad absoluta qué es esta red social en la que una imagen vale mucho más que 140 caracteres, tanto para neófitos como para usuarios venideros. Instagram es una aplicación disponible únicamente para dispositivos de Apple (iPhone, iPad, iPod touch) que da acceso y permite participar activamente en una red social para compartir fotografías. Instagram no fue la primera aplicación de retoque fotográfico ni la primera red social de fotos, pero sí la primera en combinar ambas cosas. Uno de los secretos de esta red reside en su voluntad de regresar al pasado: las imágenes que se comparten sólo pueden ser de formato cuadrado, en puridad, como si se hicieran con una cámara Polaroid, una antigua Hasselblad o las Instamatic de Kodak (aunque hay usuarios que comparten fotos en 16:9, con el aspecto de una foto HD, con bandas negras por encima y debajo). Y permite, con una facilidad pasmosa, incluir filtros a las imágenes para acercarlas al aspecto que tendrían si hubieran sido hechas con una cámara lomo, se hubieran revelado con un complicado proceso en un laboratorio o llevasen décadas escondidas en el cajón de los recuerdos familiares de tu madre. La red se multiplica casi por infinito al ofrecer la posibilidad de compartir las imágenes no sólo en su propia red, sino también en Twitter, Facebook, Tumblr, Foursquare, Flickr, Posterous o simplemente por email. Y por supuesto, el club no está cerrado del todo (aunque algunos usuarios restringen sus cuentas), con cualquier ordenador se pueden cotillear todas las fotografías de la red, aunque no se participe.

Nosotros hemos elegido seis músicos o bandas como experimento. Tres de ellas son nacionales y tres extranjeras. (@anniBsweet, @ntnl (The National) @edroste (Grizzly Bear) @loveoflesbian @russianready (Russian Red) @foofighters). El resultado se parece bastante a pasear por una exposición fotográfica perfectamente comisariada por algún experto en arte contemporáneo. Navegar por estas seis ‘bitácoras’ llega a tocar la fibra sensible casi tanto como podrían hacerlo compases y fraseos de guitarra. Instantáneas como la de la boda de Ed Droste, alma del grupo Grizzly Bear, con su novio de toda la vida, por ejemplo, son de una candidez y una belleza raras y especiales. Droste también es capaz de sacar su brazo y su móvil por la ventanilla de un taxi camino a su casa en Brooklyn y captar una dramática imagen del skyline de Nueva York bajo las tumbas alineadas del cementerio.

Lourdes Hernández más conocida por Russian Red es capaz de meterse, aparentemente, en la bañera, con las uñas de los pies pintadas de azul claro y hacerse una atractiva fotografía. "Estos pies son los pies de mi padre, pero más pequeños", escribe la cantante para explicar la imagen. O fotografiarse derrotada en el suelo tras llegar de un viaje a Londres y explicarle al mundo con una foto todo el trajín que se ha traído de la capital inglesa, eso sí, impecablemente vestida.

Los peligros del mal uso

Como en todo, puede ocurrir que lo que se suba a Instagram caiga o se interprete, desde luego, no en su vertiente más creativa. Es el caso de una fotografía instagrameada por la mujer de Will Smith hace unos días y que sirvió a la revista Spin para publicar el siguiente titular: "¿Está Tyler, The Creator corrompiendo a Willow Smith?'. En la imagen se ve al rapero y la hija del matrimonio Smith posando a la puerta de una tienda de moda rapera. Eso sí. En el pie de foto de una de ellas se podía leer "La vida está completa.... Amor de mi vida", suficiente para hacerse preguntas un tanto salidas de tono. 

En cualquier caso, desde aquí queremos apostar por las bondades de esta red social y por la originalidad y creatividad de muchos de los músicos que hacen uso de ella. También de su generosidad por dejarnos ver un poco mejor lo que hay detrás de los focos. Eso sí, para todos una recomendación: instagramear fotos de comida, no es bonito.

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