La peor noche de sus vidas
La película 'Diaz' explora por primera vez lo que sucedió en la escuela genovesa durante la reunión del G8 de 2001
La noche del 21 de julio de 2001 una dotación policial formada por 346 agentes entró en la escuela Díaz de Genova. El centro, cedido por el Ayuntamiento de la ciudad, servía de refugio a un centenar de activistas, periodistas y asistentes a las manifestaciones contra la presencia del G8 en Italia. El motivo de la visita de la policía era –oficialmente- detener a los integrantes del Black block, un grupo anarquista alemán que el día antes había sembrado el pánico en Genova.
Sin embargo en la escuela Díaz no encontraron a ningún miembro del citado grupo sino a hombres y mujeres a punto de irse a dormir que no entendían la presencia de tanto uniformado. Lo acaecido a continuación fue calificado por algunos periódicos como “el episodio de violencia policial más grave de los últimos 50 años en Europa occidental”: los activistas fueron masacrados, uno de ellos quedó en coma, más de 80 pasaron por el hospital con heridas de diversa consideración, tal y como relata la película Diaz, del director italiano Daniele Vicari, que se proyectó en la última edición de la Berlinale.
El periodista inglés Mark Covell sufrió la rotura de ocho costillas y la perforación de un pulmón (la paliza, en plena calle, fue grabada en vídeo y sirvió después como prueba de la acusación), perdió 16 dientes y quedó tocado de por vida debido a los golpes recibidos en la columna vertebral; una activista alemana de 20 años llegó a urgencias con el cráneo fracturado y seis costillas rotas y otro joven de la misma nacionalidad ingresó con grave hemorragia interna y trauma craneal.
Para su disgusto el infierno aún no había acabado: en comisaría sufrieron malos tratos, fueron apaleados (un joven con una pierna protésica recibió una paliza al no poder aguantar más tiempo de pie); algunas mujeres denunciaron violaciones y varias victimas fueron humilladas por los médicos en las instalaciones de la policía. A ninguno de los afectados se les comunicó que estaba detenido y muchos fueron liberados poco después y en el caso de los extranjeros llevados a la frontera italiana y dejados allí.
Las autoridades trataron de justificar la acción –con poco éxito- tratando a las víctimas como verdugos y afirmando que almacenaban armas y cócteles molotov pero el castillo de naipes se desmoronó cuando la prensa empezó a husmear y afloraron vídeos de todo tipo documentando los excesos policiales. Tampoco ayudaron las –terribles- imágenes de la escuela con las paredes salpicadas de sangre y el hecho de que ningún agente pudiera acreditar las heridas que afirmaban haber sufrido debido a la “fiera resistencia” de los activistas.
Todo ello culminó con la detención de un centenar de policías, médicos y hasta enfermeras. Más de 50 fueron condenados a diversas penas aunque fueron indultados a posteriori por el gobierno italiano y ninguno de ellos/as pisó jamás la cárcel.
Hace justo 10 días, cuando en el festival de cine de Berlín se proyectaba Diaz, el gobierno italiano anunciaba que 86 de los afectados por aquellos hechos serán compensados (Mark Covell, por ejemplo, recibirá 300.000 euros) con la esperanza de cerrar para siempre este vergonzoso capítulo de la historia de Italia, que en su momento fue defendido por políticos como Tony Blair (“la policía actuó de forma correcta”, dijo el exprimer ministro británico), Gianfranco Fini o el propio Silvio Berlusconi.
Diaz reconstruye con fidelidad (a partir del testimonio de un centenar de personas) lo acaecido sin ahorrarse ningún detalle. El resultado, que aún tiene pendiente encontrar distribución en nuestro país, es un filme brutal (que se llevó el gran premio del público en la última edición de la Berlinale), no apto para estómagos débiles que de un modo casi documental y sin devaneos psicológicos (no hay en la película ningún interés por analizar por qué aquellos que juraron defender la ley actuaron como matarifes) muestra lo fácil que es llegar a un punto donde todo aquello que nos convierte en seres humanos salta por la ventana. La película se estrena el 13 abril de Italia donde –visto lo visto- es bastante probable que vuelva a abrir viejas heridas.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.