Retrato en sepia hecho con letras
El escritor cuenta cómo está siendo la primera jornada de VivAmérica en Madrid, con la llegada de más de 50 escritores
Ésta es una buena semana para ganarse un hueco, si no en el cielo, al menos en la posteridad. Y todo gracias a Vivamérica, donde el gran Daniel Mordzinski, como si fuera uno de esos feriantes antiguos que andaban con la cámara de pueblo en pueblo haciendo retratos, instalará durante estos días su estudio. En un rincón de la Casa de América estará trabajando a destajo, de nueve de la mañana a nueve de la noche, con el gatillo siempre a punto para mandar a la posteridad ?o al limbo de la posteridad, en tanto se analizan los méritos de cada uno? a todos los invitados de Vivamérica y, si se tercia, a cualquier escritor que se pase por allí.
En el álbum ya célebre de Mordzinski faltan pocos escritores, pero cabe también el envejecimiento. A mí me hizo una fotografía hace muchos años en una fiesta organizada por la editorial Alfaguara en la que él, como ahora, colocó su set de trabajo. Yo en aquella época ni sabía quién era Mordzinski. Luego, en 2005, estuvo en mi casa y trató de relajarme con artimañas ?es su técnica de tahúr? para lograr algún retrato sincero, que no tuviera la inhibición de la pose y del miedo que inspira siempre el disparo del objetivo. Y esta semana volveré a su estudio provisional de Casa de América para repetir. Tres fotografías, toda una vida. En ellas a lo mejor se puede ver cómo me ha envejecido la sintaxis y cómo se me ha ido arrugando la gramática. Pero sin duda se distinguirá bien de qué modo tan torcido han ido transcurriendo los capítulos del libro en el que desde que nací ando enfrascado.
Sin el permiso de Daniel, estoy organizando una cita con varios escritores amigos para presentarnos juntos en su estudio y pedirle que nos haga un retrato de grupo. Los retratos de grupo tienen mucha enjundia y una fama merecida. En ellos se ve la historia ?con mayúsculas o con minúsculas, según de quién se hable? transparentemente. Se ven los hilos de la vida. Y además son más divertidos de hacer que los retratos solitarios. Hacen falta menos artimañas para quebrar la inhibición.
Sería hermoso ?o provechoso? que el tahúr Mordzinski, ya que va a estar encerrado en Casa de América, recibiera la visita de todo el Parnaso literario esta semana. Escritores en soledad o en cuadrilla, inhibidos o desfachatados, con ansia de posteridad o simplemente con melancolía.
Mordzinski estará hoy además en uno de los encuentros vespertinos del anfiteatro Gabriela Mistral hablando de sus fotografías, de lo difícil que es desnudar de verdad a un escritor y de la poesía poliédrica de las imágenes. Habrá una primicia: una foto antigua que nunca fue vista y que retrata a uno de esos autores que tienen ya la posteridad más que lograda.
Mordzinski compartirá escenario con el chileno Alejandro Zambra y con la cubana Wendy Guerra, que hablarán de desnudos y de memoria ?sugerente cóctel? y que, de alguna manera, tendrán que desnudarse también ellos ante el público en ese formato televisivo y abismante que, bajo el nombre de Temas T+, puso en marcha Casa de América hace unos años. Los stripers son tres, intervienen sucesivamente, sin barrera ni capote, y tienen el sostén o el apremio de la tecnología: una pantalla a su espalda en la que pueden ilustrar su charla y un reloj digital frente a ellos en el que ven descontarse inflexiblemente los mil doscientos segundos que debe durar su labia.
Todas estas intervenciones se graban, se editan y se cuelgan luego de la web para que quien no haya estado presente pueda disfrutarlas. Algún día no muy lejano nos producirá fascinación el fondo documental que Casa de América está construyendo. Todos los que hayan sido algo en la cultura latinoamericana acabarán estando en el álbum de Mordzinski, por un lado, y en ese fondo videográfico, por otro. Mirar esas imágenes y escuchar esas voces casi siempre sabias será quizá uno de los consuelos nostálgicos de nuestra vejez.
El auditorio, que ayer estaba ya a punto, lleno de cables y de técnicos dando los últimos retoques, lo inaugura Arturo Ripstein, que al parecer ha llegado a Madrid sin la ira que ha hablado en su nombre estos días pasados. Va a presentar su última película, Las razones del corazón, con acto de contrición y propósito de enmienda. La película se podrá ver esta tarde en el cine de Casa de América por mucho menos dinero del que costará en las salas comerciales a partir del viernes.
Pero América nunca se acaba en Madrid, por fortuna. Fuera de los muros de Casa de América y de este festival que arranca hoy, se extienden más paisajes. A las siete de la tarde, en la Sala El Águila, Jorge Edwards presentará la Cátedra Vargas Llosa con una conferencia titulada "Las verdades novelescas de Vargas Llosa". Y a medio día ha arrancado otro festival menos colorista y más mercantil, el que reúne en el Liber a los editores españoles e iberoamericanos.
Realmente, que viva América.
Babelia
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