_
_
_
_
BLACK IS BLACK

Una pasión decepcionada

Llega el primer título de la gloriosa saga de espionaje de Alan Furst. Pero desconfíen -¡mucho!- del tramo español.

UNA CLANDESTINIDAD ÉPICA

Me enamoré hace cosa de diez años, durante un verano igual de abrasador. En una de esas librerías que venden material en lenguas extranjeras encontré una edición barata de Alan Furst. Pensé que se trataba de novela negra y piqué. Me deslumbró: espionaje, guerrillas y sabotaje en los años 30/40. Argumentos desarrollados en escenarios periféricos (pero siempre pasando por París). Vidas perdidas en la vorágine de la Segunda Guerra Mundial, nada de esas grotescas aventuras entre los grandes personajes, donde el policía nazi desembarca en Argentina y ese mismo día está departiendo con Perón y Evita.

Cuando Furst finalmente llegó a España, su nombre aparecía por todas las partes, incluso en textos de comentaristas políticos como Miguel Ángel Aguilar. Entendía perfectamente ese deseo de compartir el descubrimiento, aunque se estuviera escribiendo sobre asuntos muy lejanos: ¡pasión!

Pero vuelvo a mi Verano Alan Furst. En las semanas siguientes, fui cazando otros títulos suyos, todavía inéditos en España, comercializados por Phoenix o Random House. Estaba tan atrapado que los leía desordenadamente, según caían en mis manos, mientras advertía con deleite que algún personaje se repetía y admiraba la ambición del empeño: la cara B de la Historia de la Segunda Guerra Mundial, tal como la experimentaron actores menores, combatientes de segunda fila que tal vez podrían llegar a paladear la victoria sobre el monstruo nazi pero que serían engullidos por la trituradora de la Guerra Fría. Hasta que, sin darme cuenta, llegué al primer volumen, el que ahora se traduce, y que precisamente bautiza a la serie: Night soldiers. Y se me hundió el mito. Más aún: me indigné. Luego lo explico.

CUÉNTAME EL ARGUMENTO

A principios de los años 30, la URSS recluta agentes foráneos, chicos motivados por la injusticia social y la ascensión del fascismo. A través del búlgaro Jristo (prefiero la grafía original, Khristo) Stoianev, seguimos la educación del Frente Fraternal de 1934, una promoción de la academia de espionaje de la calle Arbat, en Moscú. Pertenecen a diferentes nacionalidades del Este de Europa e ingresan en el poderoso NKDV (Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos, que se transformaría en KGB). Les animan a lograr la liberación de sus países por la vía de la dictadura del proletariado. Algunos de ellos, sin embargo, hacen un pacto secreto de ayuda mutua: han visto la crueldad de sus amos soviéticos y no se hacen ilusiones respecto a ellos.

Les seguimos mientras intervienen en la Guerra Civil Española, durante 1936. Se refugian luego en París, capital del exilio europeo. Khristo Stoianev es condenado a cadena perpetua en Francia pero uno de sus compañeros -un cura nacionalista polaco- le libera y puede unirse al maquis. Recorre diversas ciudades europeas -Basilea, Praga- hasta que oye que su maestro ruso en las artes del espionaje, Sasha Votets, ha sobrevivido a las purgas de Stalin y quiere negociar con información ultrasecreta sobre el NKDV. Debe ser localizado a partir de tal fecha en cierto punto, junto al Mar Negro.

EL DANUBIO ROJO

Olvida el viaje por el río de Apocalypse now. En las 50 últimas páginas, Khristo baja por el Danubio, atravesando diferentes países en llamas, hacia el lugar de la costa de Rumania designado por Sasha. Se topa con los triunfales ejércitos soviéticos: "son soldados mongoles, que luchan borrachos de vodka y, si eres mujer, pues que Dios te de una muerte rápida. Hace mil años que no les veíamos por aquí, pero no nos hemos olvidado de ellos".

Avanza entre multitudes que han perdido hasta las fuerzas para huir de la guerra: "Éstos eran los vencidos, los desterrados: la desesperanza y la angustia flotaba entre ellos como el humo. Caminaban con lentitud, hipnotizados por el cansancio, sin despegar nunca los ojos del suelo."

LA CONCESIÓN AL MERCADO

Furst había publicado varias novelas y centenares de textos periodísticos antes de sacar Soldados de la noche en 1988. Algo sabía del mercado: imaginó que el público estadounidense tendría dificultades para identificarse con sus personajes, europeos y encima ¡comunistas! Así que introdujo un par de estadounidenses en la acción. Ahí está Robert E. Eidenbaugh, un creativo de la agencia J. Walter Thompson, que se presenta voluntario a la OSS (la primera CIA) y termina dirigiendo un grupo guerrillero en los Vosgos franceses. Y lo hace con éxito:

"Los británicos, convencidos de que su sistema social, con todas sus exigencias, servía para prepararlos para la vida clandestina, dudaban de la capacidad de la personalidad americana para adaptarse a un mundo en el que nada era exactamente lo que parecía ser. ¿Cómo esa gente tan llana y sincera iba a ser capaz de dominar la sutileza, el engaño y la artimaña realizada con astucia? Pero no habían convivido y entrenado con Robert Eidenbaugh y sus colegas, y por lo tanto no podían entender cabalmente que el lado oscuro de la personalidad americana consistía en el lado aventurero. Y que, precisamente, los tiempos de guerra proporcionaban el clima perfecto para que ese espíritu floreciera".

EN HOLLYWOOD LES ENCANTARÁ

El improbable duelo nocturno entre un Messersmichtt 109 pilotado por el capitán Luders y una brava muchachita de Brooklyn. El alemán despega de Sevilla, con la misión de bombardear cierta casa madrileña, marcada por un farol colocado en una terraza. Estamos en 1936 y Madrid está sometida a las incursiones de la Legión Cóndor. Pero la voluntaria antifascista, Faye Berns, descubre el truco del farol y -¡imagine la secuencia, señor Spielberg!- espera a píe firme al pájaro de hierro, armada con una ametralladora. Intercambian ráfagas de disparos y, aunque ella no lo sepa, el M 109 recibe varios impactos y termina aterrizando en un campo de trigo. Unos campesinos españoles ven la llegada del piloto de la Luftwaffe y....

INDICE DE VEROSIMILITUD

Mínimo por lo que respecta a las aventuras españolas del Frente Fraternal. Furst no ha hecho sus deberes respecto a los partidos en conflicto: repite que el POUM es una organización anarquista; solo en un momento les califica (correctamente) de trostkistas. No comprende que esas ideologías son incompatibles, solo unidas ante el enemigo común.

No hace falta buscar los disparates: te saltan a los ojos. Todo está pintado con brocha gordo: se sitúa a León Trotsky en México...un año antes de que llegara allí. Los miembros del POUM son un desastre con patas: hemos de creer que convierten en arsenal un edificio en medio de un barrio popular de Madrid, que dejan sin vigilancia; es precisamente el blanco para el bombardeo nocturno del lúbrico capitán Luders.

Los traductores han disimulado muchos de los errores de Furst pero nada han hecho respecto a los deslices geográficos. Los protagonistas se mueven por un Madrid imposible, donde están conectadas las calles de la Victoria, Saldaña y Plata.

Más fuerte: Khristo y sus amigos huyen de Madrid por carretera hasta Bilbao, parando en Burgos. A pesar de que la Caput Castellae estuvo en manos franquistas desde el 18 de julio, el único sobresalto que sufren es que no les devuelven el cambio ("pesos", en el texto original) en una gasolinera. Evidentemente, Furst parte del supuesto de que los golpistas subían por el sur y que, a partir de Madrid, la mitad norte de España era leal a la República.

SEXO...

Khristo es, cómo no, un hombre atractivo. En contra de lo aprendido en su entrenamiento, confraterniza con las nativas: "Sabía que estaba atrayendo la atención hacía sí. Sabía que esas mujeres no eran prostitutas, simplemente necesitaban dinero y necesitaban hacer el amor, y no se oponían a ir a la cama con un hombre generoso. Y él lo era."

Son precisamente esas mujeres, unas checas de vida alegre, las que le permiten acudir al encuentro con Sahsa. En un pasaje digno de El buen soldado Svejk , esas locas se suben a un taxi, con un conductor borracho, y parten hacia el frente; Khristo se oculta bajo un edredón. Los estupefactos centinelas de la Wehrmacht permiten circular a tan extraordinaria expedición, ya que ellas explican que quieren ficker, quizás por última vez, con sus amigos alemanes, que andan por Bratislava.

...DROGAS

Durante una francachela con la plana mayor del NKVD, Khristo se anticipa a la resaca: "Extendió mantequilla en rebanadas de pan negro, no sin antes haber olido el pan. Un remedio consagrado por la tradición para la ingesta excesiva de vodka". Por lo que cabe deducir del final de la noche, la receta no funciona.

Y HOT JAZZ

Según Furst, el asediado Madrid de 1936 se alivia con ritmos negros. Todos los días, a las ocho, se emite un programa radiofónico de jazz ¡y blues! dedicado a los combatientes del "no pasarán". Más asombroso: el locutor madrileño es un erudito, ya que incluso lee la formación del Quintette du Hot Club de France antes de que suene su recreación del exquisito In a sentimental mood.

¡La pedantería no tiene enmienda!. Aunque Duke Ellington lanzó In a sentimental mood en 1935, creo que la versión del Quinteto del Hot Club de Francia no se grabó hasta 1937. Igual ese locutor es el antecesor de esos modernos DJs radiofónicos, ya conocen el tipo, que solo presentan exclusivas y novedades, aunque haya que inventárselas.

LO QUE CONVIENE SABER SOBRE EL ESPIONAJE RUSO

El búlgaro Khristo trabaja brevemente para el OSS en Suiza, cribando la prensa y la radio de la Bulgaria fascista en busca de información y pistas sobre la moral del enemigo. Reflexiona que no tendría un empleo similar en la NKDV:

"Ese enfoque concreto, lo de estudiar periódicos y transcripciones radiofónicas, había sido rechazado de plano por los instructores del NKDV, en la calle Arbat, por órdenes del propio camarada Stalin. Cualquier información de inteligencia de valor, razvedka, tenía que provenir de canales subterráneos, agentes secretos o informadores sobornados. El resto, es decir, el uso de fuentes abiertas, no se consideraba más que simple análisis, trabajo para mujeres, que de poco servía al heroico aparat de inteligencia soviético. El lema era: 'Sólo podemos creer en lo que hemos robado'".

TRADUCCIÓN

Sospechosa. Parece como si, dada la longitud del libro, se hubiera buscado aligerar su volumen. Aunque puede que los abrumados traductores desconfiaran de la ambientación de Furst. Así, desaparecen las marcas (Ducados, Fundador...) y los productos quedan reducidos a genéricos: cigarrillos, coñac... Lo mismo en otras descripciones: "the Moorish brigades and Spanish Legionnaires" se simplifica como "las tropas sublevadas". En esa misma página (120), esas tropas están al mando de Varela; unas líneas más abajo es Mola. Cabe pensar que los traductores dudan, como algunos estudiosos, si fue Varela o Mola el general que habló de la quinta columna que tomaría Madrid. Pero no hay justificación para los frecuentes falsos amigos. Así, casualties (bajas) pasa a convertirse fatalmente en "casualidades".

MANUAL DE USO

Soldados de la noche puede durar una semana pero la urgencia por conocer el desenlace hace que el lector acelere. Las páginas españolas despiertan la duda: ¿es Alan Furst así de incierto en sus otros escenarios? Seamos bondadosos: se trata del primer libro de la serie y cabe imaginar que mejoró sus métodos de documentación. Lo que no excusa su vagancia: un mínimo de pundonor profesional le obliga a rehacer el texto.

VALORACIÓN

6. Se ha rebajado un punto por la traducción y dos por las meteduras de pata en el tramo español.

FICHA

ALAN FURST: SOLDADOS DE LA NOCHE. Traducción: Pedro Donoso y Vicente Villacampa. Seix Barral. Barcelona, 2010. 510 páginas. euros.

Portada de 'Soldados de la noche', de Alan Furst.
Portada de 'Soldados de la noche', de Alan Furst.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_