Argentina llora la muerte de 'El gitano'
El cantautor Sandro, todo un ídolo popular en su país, fallece a los 64 años tras una larga enfermedad
Sandro, el Elvis Latino, murió el pasado lunes a los 64 años en Mendoza. Sigue vivo en el recuerdo no sólo de sus compatriotas argentinos sino de sus seguidores en toda Latinoamérica por su vanguardia rockera con movimientos pélvicos a lo Presley y sus canciones melódicas con actuaciones en bata roja y con las "nenas", como él llamaba a sus fans, arrojándole las bragas al escenario.
Fue uno de los pioneros del rock en español, pero a poco de conseguir fama optó por la música romántica, que es por la que se lo recuerda. Grabó 52 discos y vendió 8 millones de copias. Fue el primer latino que llenó el Madison Square Garden, de Nueva York, en 1970. Cantautor, entre sus canciones más conocidas figuran Rosa, Rosa, Dame el fuego de tu amor, Tengo, Yo te amo y Mi amigo el puma, tema que inspiró al venezolano José Luis Rodríguez para ponerse el mote de Puma. Actuó en 16 películas, de las cuales dirigió una, Tú me enloqueces (1976), y en dos compartió cartel con Carmen Sevilla: Embrujo de amor y Siempre te amaré (ambas de 1971).
Sandro, apodado El Gitano porque uno de sus abuelos lo era, había nacido el 19 de agosto de 1945 en Buenos Aires en el seno de una familia obrera que vivía en un suburbio del sur de la capital, Valentín Alsina. Sus padres, Vicente Sánchez e Irma Ocampo, quisieron ponerle el nombre de Sandro, pero las autoridades del Registro Civil no se lo permitieron y por eso lo inscribieron como Roberto Sánchez. Sin embargo, durante toda su carrera portó el apodo de Sandro, o Sandro de América, cuando conquistó al público de habla hispana de todo el continente. A los 13 años debutó en un acto escolar bailando como Elvis Presley, su ídolo, y, al igual que el Rey del rock norteamericano, escandalizó con sus contorsiones. El revuelo mayor se desató cuando seis años más tarde, en 1964, el Elvis Latino demostró su arte ante las cámaras de la televisión argentina con su grupo Los del Fuego. Antes había integrado diversas bandas de rock sin demasiado éxito, mientras trabajaba de joyero, obrero metalúrgico o camionero porque debió abandonar la escuela secundaria para ayudar a sus padres en la economía del hogar. Sandro confesó que el rock le evitó caer en la delincuencia.
En 1963 grabó su primer disco con Los del Fuego, pero el éxito comenzaría a partir del año siguiente cuando la pantalla captó a aquel joven apuesto que incitaba al "pecado", según los más conservadores, de las jóvenes que deliraban por él. A fines de los 60 inició su etapa solista. Aquellas "nenas" ahora tienen más de 60 años, pero lo seguían con devoción y el pasado lunes lo lloraron. Cada cumpleaños cumplían con el ritual de ir a visitarlo a su casona, en Banfield, otro suburbio del sur de Buenos Aires. Se casó dos veces; la última, en 2007 con Olga Garaventa. No tuvo hijos. Sí, muchos amoríos, pero en secreto. "Siempre se habla del misterio de Sandro. Lo mío es el respeto por la gente que me eligió para transitar juntos el camino de la vida", decía el seductor.
Aunque alcanzó su mayor popularidad en los 60 y 70, se mantuvo vigente hasta su última gira por Argentina, en 2004, cuando debió abandonar el escenario por un enfisema pulmonar que le apareció en 1998 por su adicción al cigarrillo. Llegó a cantar con un tubo de oxígeno al lado. En 2005 recibió en Los Ángeles el Grammy Latino a la Trayectoria y en 2006 fue condecorado por el Senado argentino. Grupos y solistas del rock de toda Latinoamérica lo homenajearon por su aporte al género en un disco del que participaron Los Fabulosos Cadillacs, Divididos, Bersuit Vergarabat, Attaque 77, León Gieco y Molotov. Grabó su última canción en 2007 con el melódico guatemalteco Ricardo Arjona: Realmente no estoy tan solo. Desde hace años esperaba un trasplante, hasta que en noviembre pasado consiguió la donación de un corazón y dos pulmones en Mendoza. Al principio reaccionó bien, pero murió después de varias operaciones tras 45 días de estar ingresado. Sus restos fueron trasladados a Buenos Aires para que miles de personas lo velaran en el Congreso.
Babelia
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