'Dudamanía' en Los Ángeles
La incorporación del venezolano Gustavo Dudamel para dirigir la filarmónica de la ciudad californiana los próximos cinco años desata una fiebre colectiva
La cadena de comida rápida Pink's, famosa por servir los más estrambóticos perritos de Los Ángeles (EE UU), declara su amor por Gustavo Dudamel con las palabras "Pink's loves Gustavo", escritas con hilos de mostaza sobre tres hot dogs. La prensa especializada en música académica se escandaliza de que el joven director venezolano haya agradecido el gesto engullendo dos Dude Dogs ?dos perritos cargados de guacamole, queso suizo y jalapeños? en una comilona organizada por Pink's en su honor. Y la prensa rosa, que bautizó al músico como The Dude antes de que Pink's lo hiciera con sus perritos, se distrae preguntándose si Gustavo y su esposa, Eloísa Maturén, elegirán la playa o la montaña cuando, en enero próximo, comiencen a buscar piso para mudarse a la ciudad estadounidense.
Son todos síntomas de la expectativa que ha generado en Estados Unidos la incorporación de Gustavo Dudamel como nuevo director musical de la Filarmónica de Los Ángeles, a partir de la temporada 2009-2010 y para los próximos cinco años. Es una fiebre colectiva a la que Deborah Borda, presidenta de la filarmónica, llama la Dudamania.
El talento de Gustavo Dudamel fue descubierto y unánimemente alabado por la crítica cuando, en 2004, ganó el primer premio en el Festival Internacional de Directores Gustav Mahler, en Bamberg, Alemania. Hasta entonces, Dudamel había acumulado una carrera musical de 19 años de estudio, de ascenso sostenido, brillante, pero no tan trepidante como el de ahora. Era, desde los 17, el director de la Orquesta Juvenil Simón Bolívar de Venezuela: la punta del iceberg del Sistema Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela, que ha sido conducido en los últimos 33 años por el maestro José Antonio Abreu y al que hoy pertenecen más de 260.000 jóvenes músicos, mayoritariamente de origen humilde. Con la ayuda de Dudamel, el éxito del sistema comienza a ser exportado a los barrios pobres de California, Florida y Nueva York.
Simon Rattle conoció a Dudamel en 2002 y fue uno de los primeros grandes directores en reconocer su talento. Cuando se abrió la convocatoria para el festival de Bamberg, Gustavo tenía 23 años y en los últimos cuatro meses había trabajado como asistente invitado de Rattle en la Filarmónica de Berlín. No quería inscribirse en el festival. Había estado demasiado tiempo lejos de casa y en una llamada telefónica le advirtió a su familia: "Si no paso la primera ronda, me regreso a Caracas". Pero ganó. Y lo demás es historia.
El festival de Bamberg tuvo, además, efectos colaterales. Tras la competencia, Claudio Abbado y Simon Rattle aceptaron la invitación de Dudamel de viajar a Caracas como directores invitados de la Sinfónica Simón Bolívar y, desde entonces, ambos se convirtieron en padrinos del sistema venezolano de orquestas. Y después de conocer los resultados, Essa-Pekka Salonen ?jurado del festival y director titular de la Filarmónica de Los Ángeles? tomó el teléfono para decirle a Deborah Borda: "No vas a creer lo que es este chico de Venezuela que ganó la competición". Según declaró Salonen a The New York Times en 2007, esa llamada fue el primer paso de una odisea de dos años para convertir a Dudamel en su sucesor al frente de la Filarmónica de Los Ángeles.
Óscar Dudamel, padre de Gustavo, es trombonista de al menos cinco orquestas de música latina en Venezuela. La más famosa es la de Jimmy D'León, hijo y sucesor de Óscar D'León, popularmente conocido como El diablo de la salsa. En el intermedio de un toque que ofreció la semana pasada en Caracas a los empleados de un banco local, Dudamel cuenta que el primer instinto de su hijo no fue la música clásica, sino la salsa.
Gustavo nació el 26 de enero de 1981 en Barquisimeto, Estado de Lara, la capital musical de Venezuela. Su padre tocaba entonces en la Orquesta Sinfónica de Lara durante el día, y en orquestas populares en las noches. Su madre, Solange Ramírez, cantaba en la Schola Cantorum. Todos los días dormían al niño con una radio encendida bajo la almohada, sintonizada en los vallenatos, las rancheras y merengues de la emisora Radio Tricolor.
Ocurrió que, durante un festival de salsa en el que iba a tocar Óscar, los músicos de la banda apilaron frente al timbal varias cajas vacías de cerveza. Pusieron en la cima a Gustavo, de cuatro años, le entregaron dos baquetas y él comenzó a tocar. "No lo hacía como Tito Puente, por supuesto, pero para ser un niño de cuatro años llevaba muy bien el ritmo", dice Óscar. Al día siguiente había audiciones para entrar en el sistema de orquestas juveniles. Llevaron a Gustavo, fue seleccionado, y a los pocos días cambió el timbal por un violín.
Ya se encargaría su abuela Engracia de regalar una batuta a Gustavo en su cumpleaños número 12 y de contar las hazañas que ha logrado con ella: "Ese señor [Simon] Rattle me dijo una vez sobre mi nieto: 'señora, esos fenómenos nacen cada cien años".
Babelia
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