Las emisiones globales marcan un nuevo récord mientras crece el riesgo de otra década perdida en la lucha climática
Un informe de la ONU advierte de que las políticas actuales de los gobiernos llevarán a un calentamiento de más de 3 grados. António Guterres insta a los países a desengancharse de “la adicción a los combustibles fósiles”
Las emisiones de efecto invernadero crecieron un 1,3% el pasado año respecto a 2022 y alcanzaron niveles récord. A pesar de los acuerdos internacionales contra el cambio climático y el rápido avance de las renovables, nunca antes el ser humano había expulsado tantos gases de efecto invernadero: 57,1 gigatoneladas de CO₂ equivalente (la unidad que se emplea para los gases responsables del calentamiento global). Aunque muchos expertos apuntan a que el pico de las emisiones mundiales está próximo —se podría alcanzar ya este 2024 o en 2025—, el problema no es llegar ahí, sino que una vez que toquen techo se requiere que caigan rápida y drásticamente durante esta década. Pero un informe de la ONU publicado este jueves advierte de que las políticas actuales de los gobiernos llevarán a que las emisiones sean en 2030 de unas 57 gigatoneladas, un dato similar al de ahora y que de confirmarse supondría otra década perdida en la lucha contra el cambio climático. Para evitarlo, António Guterres, secretario general de la ONU, ha instado a los gobiernos a desenganchar a la humanidad de “la adicción a los combustibles fósiles”.
Ese nivel de emisiones al que llevarían las políticas actuales conduce a su vez, según los expertos responsables del estudio, a que el calentamiento global alcance durante este siglo los 3,1 grados Celsius con respecto a los niveles preindustriales, muy por encima de los márgenes de seguridad establecidos en el Acuerdo de París. “Existe una relación directa entre el aumento de las emisiones y los desastres climáticos cada vez más frecuentes e intensos”, ha advertido Guterres. “En todo el mundo, la gente está pagando un precio terrible. Las emisiones récord significan temperaturas récord del mar que sobrealimentan huracanes monstruosos; el calor récord está convirtiendo los bosques en un polvorín y las ciudades en saunas; las lluvias récord están resultando en inundaciones bíblicas”. “Estamos jugando con fuego”, ha alertado Guterres en un mensaje en vídeo con motivo de la publicación de este informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma). “Pero ya no se puede jugar con el tiempo. Se nos acabó el tiempo”.
El Acuerdo de París, firmado a finales de 2015 en la capital francesa, tiene por objeto impulsar las reducciones mundiales de gases de efecto invernadero durante la primera mitad de este siglo para que el aumento de la temperatura se quede dentro de unos márgenes de seguridad. El objetivo más ambicioso es que el incremento de la temperatura media de la superficie del planeta respecto a los niveles preindustriales se quede en los 1,5 grados Celsius. Si no es posible, por debajo de los 2 grados.
El calentamiento en estos momentos supera ya el grado y el problema es que la trayectoria de las emisiones conduce a una superación clara de las metas de París. El estudio del Pnuma maneja varios escenarios partiendo de las políticas actuales y de las promesas que han puesto sobre la mesa los países del mundo; y señala que la posibilidad de contener el calentamiento por debajo de los 1,5 grados es “prácticamente nula”. Además, cada vez se está complicando más la meta de los 2 grados. En el más optimista de los escenarios, basado en unas promesas de los gobiernos que no están respaldadas ahora por políticas reales, el calentamiento se quedaría en los 1,9 grados.
El principal problema es que los recortes de las emisiones no se pueden aplazar. Los gases que se emiten ahora y que acaban en la atmósfera permanecen ahí durante décadas o siglos (en función de cada sustancia) y existe un presupuesto global de emisiones que se está agotando rápidamente.
“A menos que las emisiones globales en 2030 se sitúen por debajo de los niveles resultantes de las políticas actuales y de la plena aplicación de las NDC [los planes climáticos que los países presentan ante la ONU] actuales, será imposible llegar a una senda que limite el calentamiento global a 1,5 grados Celsius sin un rebasamiento o con un rebasamiento limitado, y aumentará considerablemente el desafío de limitar el calentamiento a los 2 grados”, remacha el informe del Pnuma sobre la brecha de las emisiones.
Se trata del decimoquinto análisis de este tipo que elabora este departamento de la ONU. Y todavía no refleja que las emisiones mundiales hayan tocado techo. Ese momento, según muchos analistas, podría estar cerca. “No sabemos si el pico será en 2024 o en 2025″, reconoce Joeri Rogeljes, director de investigación del Grantham Institute del Imperial College de Londres y uno de los autores del informe del Pnuma. “Por un lado, las energías renovables siguen desplegándose rápidamente y eso es una buena noticia para las emisiones; pero no hay reducciones en el metano, la demanda de energía y el uso de combustibles fósiles”, explica. Su compañero Neil Grant, investigador de Climate Analytics y también autor de este estudio, añade: “Si las emisiones solo alcanzan su punto máximo y luego continúan planas, representará una década perdida”. “Pero todavía es demasiado pronto para decir que esta es una década perdida”, afirma.
El informe plantea lo que hay que hacer para no perder este tren. “Si en 2024 se iniciaran medidas en línea con las trayectorias de los 2 grados o los 1,5, las emisiones mundiales tendrían que reducirse en una media del 4% y el 7,5% anual hasta 2035, respectivamente”, se indica. Pero si se pierde esa oportunidad y las reducciones se retrasan más allá de 2030, el reto será todavía más hercúleo: los recortes anuales de emisiones se multiplicarían hasta el 8% y el 15% anual, respectivamente.
Este documento llega a poco más de dos semanas del inicio de la cumbre del clima, la COP29, que este año se celebrará en Bakú, capital de Azerbaiyán. Según Guterres, esta cita pondrá “en marcha el reloj para que los países presenten nuevos planes nacionales de acción climática para el próximo año”. En febrero de 2025, todos los firmantes del Acuerdo de París deberán poner sobre la mesa sus nuevas NDC, que se centrarán en las medidas de recorte de emisiones hasta 2035. Lo que se espera es que puedan suponer un cambio de rumbo para impulsar el abandono de los combustibles fósiles, los principales responsables de la crisis climática.
“La próxima ronda de NDC presenta una oportunidad para que los países incorporen objetivos y planes sectoriales ambiciosos, y hay abundantes oportunidades para hacerlo”, indica el Pnuma. Inger Andersen, directora ejecutiva de esta agencia, señala dónde pueden estar las posibles soluciones, y mira hacia las renovables. “Un mayor despliegue de las tecnologías solar fotovoltaica y eólica podría generar el 27% del potencial total de reducción de emisiones [necesarias] en 2030 y el 38% en 2035″. Pero también ha apuntado a otros sectores con gran potencial, como la reforestación, la eficiencia energética y la electrificación.
El estudio presentado este jueves también se adentra en las responsabilidades diferenciadas. En concreto, apunta a que los miembros del G20 emitieron el 77% de todos los gases de efecto invernadero del planeta en 2023. Dentro de ese grupo, solo seis acumularon el 63% de todas las emisiones de la humanidad: China, Estados Unidos, India, Unión Europea, Rusia y Brasil.
“Siete miembros del G20 aún no han alcanzado el pico de emisiones”, resalta el informe. Son Arabia Saudí, China, India, Indonesia, México, República de Corea y Turquía. Otros diez miembros sí han llegado claramente a ese punto: Argentina, Australia, Brasil, Canadá, EE UU, Rusia, Japón, el Reino Unido, Irlanda del Norte y la Unión Europea. Pero los autores dicen que, aunque ya han llegado a ese punto, “su tasa de descarbonización tendría que acelerarse”.
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