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La agonía del castaño de Indias: la crisis climática condena a árboles muy extendidos en las ciudades españolas

Urbes como Segovia ya están reemplazando esta especie por otras variedades más resilientes a las altas temperaturas y la sequía

Castaño de Indias
Ejemplares enfermos de castaños de Indias (Aesculus hippocastanum), en la zona del Parque de El Retiro en Madrid.Jaime Villanueva

Quien haya visto El Sur, de Víctor Erice, recordará esa calle recta flanqueada por viejos y hermosos castaños de Indias. El follaje marca los tiempos narrativos de la película: primavera, verano, otoño, invierno. Otra vez primavera. Cine aparte, estos árboles tienen una larga tradición en España, pero su supervivencia en algunas ciudades es crítica. Mariano Sánchez, jefe de la Unidad de Arboricultura en el Real Jardín Botánico-CSIC, es más categórico: “Seguramente desaparezcan, es difícil que sobrevivan a un clima como el nuestro”. De aquí a 2050, si la subida de la temperatura sigue al ritmo actual, no aguantarán.

—Ahora mismo estoy viendo un castaño de Indias frito sobre la cuesta de Moyano — dice Miguel Ángel Nuevo al teléfono.

Nuevo es miembro de la Junta Directiva de la Asociación Española de Arboricultura. Argumenta que, si estos árboles están expuestos a radiación solar directa con una orientación oeste desprotegida, “no hay que esperar a 2050; se están muriendo ya”.

Para entender el diagnóstico de Sánchez y Nuevo, basta con dar una vuelta por ciudades como Madrid o Segovia. A mediados de septiembre las hojas se marchitan como si fuera pleno noviembre. Algunos ejemplares, incluso, ya exhiben sus copas desnudas. Susana Domínguez, directora del máster de Ecología Urbana en la universidad a distancia UNIR, sostiene que la disminución de la humedad variable y la prolongación de las estaciones cálidas son un cóctel crítico para estos árboles foráneos. A eso hay que sumarle la cameraria, una plaga extendida por todo el centro de Europa.

El problema del cambio climático no es solo el aumento de la temperatura. La prolongación de los periodos de sequía y la dilatación de los ciclos vegetativos, las altas temperaturas nocturnas y durante el invierno son todos factores que debilitan la capacidad de adaptación de los árboles. De todos los árboles. “Históricamente, se traían [a Europa] especies de lugares fríos y húmedos porque el factor limitante era el frío extremo”, explica Nuevo. “Ahora tenemos veranos tórridos e inviernos no tan fríos”. El factor limitante es el calor. Esto también lo están sufriendo otras especies como los tilos, los arces reales y los cerezos. Pero el castaño de Indias, dice Luciano Labajos, jardinero y portavoz de Ecologistas en Acción, es un “ejemplo paradigmático” de los desafíos que enfrentan las arboledas urbanas.

Los castaños de Indias no son castaños ni son de las Indias. Su nombre se debe a una confusión doble, explica Aitor Ventureira, guía de naturaleza y coautor de Los árboles nos cuentan su historia (Platero Ediciones, 2023). La primera, detalla, “se debe a su parecido con el Aesculus indica, un árbol similar que proviene de la India”. Pero los que se plantaron en los parques de todo Europa son originarios de la península balcánica y el Cáucaso. En cuanto a su nombre de pila, es consecuencia del parecido de su fruto con el castaño tradicional.

Ventureira fecha la llegada de los castaños de Indias a España en el siglo XVI. Cien años más tarde, eran toda una moda. Cuando se diseñaron los jardines borbónicos en el XVIII, su presencia (así como la de los tilos y los arces) era indiscutible. Ese fue el primero de los problemas, señala Susana Domínguez: “Se los ha colocado muy alegremente en muchas zonas de la España peninsular”. Solo en el parque de El Retiro, por ejemplo, 6.584 de los 19.127 árboles que hay son de esta especie.

“Antes se adaptaban fenomenal”, afirma Labajos, quien recuerda que entonces, el planeta atravesaba lo que se denominó una “pequeña Edad del Hielo”. Hacía frío, llovía más. Ahora, si no queremos apilar marras cada fin de verano, los árboles que mueren en las reforestaciones, hay que pensar en el futuro que nos toca, argumenta.

Ejemplar enfermo de castaño de Indias (Aesculus hippocastanum), en la Cuesta de Moyano, en Madrid.
Ejemplar enfermo de castaño de Indias (Aesculus hippocastanum), en la Cuesta de Moyano, en Madrid.Jaime Villanueva

En Segovia, el Ayuntamiento ya está experimentando con otras especies que puedan reemplazar a los castaños de Indias que han ocupado cientos de alcorques durante años. En la ciudad castellana, el 13,6% de su arbolado es de esta especie. Vicente Esteban, ingeniero técnico del Área de Sostenibilidad, dice que la principal amenaza allí es la cameraria. “Con el aumento de las temperaturas, la plaga ha desarrollado un ciclo vital más largo, casi circular”, comenta. Esta polilla minadora cría en el árbol sus larvas, que se alimentan de las hojas hasta su defoliación. En Logroño, llevan ocho años luchando contra ella, cuenta José Luis Cruz, técnico de parques y jardines de la ciudad riojana. “No me consta que haya habido ejemplares muertos”, dice. Otra cosa, indica, es que, con la subida de las temperaturas, los castaños no mueran solo por la plaga. “Si el árbol ya está debilitado por las temperaturas, la cameraria ayudará a matarlo”.

La popularidad de especies como el castaño de Indias, el tilo y los arces fue consecuencia de su valor ornamental y de su capacidad de adaptación a inviernos extremos. Sus copas grandes y colmadas de hojas, además, aportan abundante sombra en espacios donde el verano castiga. “Pero las condiciones cambiaron y las plantas transpiran más de lo que pueden; este clima las está matando”, advierte Vicente Esteban.

Susana Domínguez va un poco más lejos. “El cambio climático está acabando con los bosques urbanos”, espeta. “Mucha gente cree que hay que plantar y plantar, pero sobre todo hay que mantener los árboles que ya están instalados, que son los más resilientes”. Y poner en marcha los planes directores de arbolado de las ciudades. El asunto, lamenta Labajos, es que son proyectos que se paralizan con cada cambio de administración. “Entonces, solo se fijan en que la fisionomía de las ciudades y los parques se mantenga inalterable”, dice. “Hay que explicarles que, desde el punto de vista científico y técnico, eso no va a funcionar”.

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