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Marta Vall-llosera, presidenta de los arquitectos: “Nuestra disciplina será clave contra el cambio climático”

La primera mujer al frente del Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España aboga por impulsar la renovación de inmuebles en España

Marta Vall-llosera
Marta Vall-llosera, presidenta del Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España, en Madrid.Claudio Álvarez
Miguel Ángel Medina

La arquitectura es clave para enfrentarse a la emergencia climática: edificios y ciudades deben transformarse para resistir mejor olas de calor y fenómenos extremos. Lo tiene muy claro Marta Vall-llosera (Lleida, 61 años), que desde hace tres años es la primera mujer al frente del Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España (CSCAE) en casi un siglo de historia. La presidenta del organismo señala que el calentamiento global ya está cambiando la manera de construir y aboga por impulsar la renovación de inmuebles, gran asignatura pendiente en España.

Pregunta. ¿Cómo debe hacer frente la arquitectura al cambio climático?

Respuesta. Uno de los retos más importantes que tenemos a nivel colectivo en estos momentos es el cambio climático. Y muchos de esos desafíos van a pasar por una transformación de los pueblos, de las ciudades y de los edificios, y la arquitectura va a tener ahí un papel clave, tanto en adaptación como en mitigación. Debemos ver de qué forma nos podemos ir adaptando a esos cambios a través de nuestros edificios y también de nuestras ciudades, pero también el cómo abordamos estrategias para mitigar esos efectos. El parque edificado tiene una repercusión importante en cuanto a emisiones de gases de efecto invernadero y en consumos energéticos. Abordar todo eso desde la arquitectura va a ser uno de los elementos claves para enfrentarse al cambio climático.

P. ¿Ha evolucionado la manera de construir edificios por la emergencia climática?

R. Sí. Las nuevas directivas europeas, como el Código Técnico de la Edificación, ya recogen unas normativas muy estrictas para intentar que los efectos en las construcciones nuevas sean los menores posibles. Europa nos está marcando objetivos de descarbonización muy ambiciosos que implican que todos los edificios de obra nueva deben ser cero emisiones en 2030. Por otra parte, tenemos un parque edificado antiguo, de los 25,7 millones de viviendas que hay en estos momentos, más del 50% se construyeron antes de que hubiera cualquier normativa en cuanto a la eficiencia energética —antes de 1979—, y esto implica que hay un campo de mejora en cuanto a todos los edificios existentes: eficiencia energética, accesibilidad, mantenimiento… Hay un amplio recorrido en rehabilitación de edificios y regeneración urbana.

P. ¿Cómo se pueden lograr las cero emisiones en la construcción?

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P. Hace unos meses se aprobó la nueva directiva de eficiencia energética de los edificios a nivel europeo —hay dos años para transponerla—, que ya implica modificaciones muy importantes para construir. Refleja las emisiones que comportan los edificios durante todo su ciclo de vida: antes, durante y después de su construcción. Esto supone que en las obras nuevas van a tener que contemplarse parámetros como el índice de potencial de calentamiento global, que implica tener en cuenta las emisiones durante la fabricación de los materiales que vayamos a utilizar, qué técnicas constructivas vamos a usar e incluso qué materiales pueden reutilizarse si hay una demolición. Esto cambiará la forma de proyectar y construir, teniendo en cuenta datos de descarbonización.

P. ¿Los arquitectos están implicados en este tema?

R. Sí. Desde los colegios, uno de los temas prioritarios es la formación continua de los arquitectos, para abordar los nuevos retos. Por ejemplo, la directiva de rehabilitación exigirá edificios cero emisiones para 2050, con lo que cada edificio tendrá un registro digital, un pasaporte de renovación o un certificado de eficiencia energética (ahora están devaluados, pero tomarán importancia). A partir de los datos que nos faciliten se van a tomar decisiones sobre la mejora de esos inmuebles.

P. ¿En qué consistirá ese pasaporte?

R. Ese pasaporte de renovación va a servir para identificar cada edificio, en qué punto está, conocerlo en profundidad y a partir de ese conocimiento poder proponer medidas de mejora adaptadas a esa realidad.

La presidenta del Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España, en Madrid.
La presidenta del Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España, en Madrid. Claudio Álvarez

P. ¿Qué falta por hacer en España en cuanto a rehabilitación?

R. Muchísimo. Es una asignatura pendiente. Tenemos un parque edificado muy antiguo. La Estrategia a largo plazo para la rehabilitación energética (ERESEE) y el PNIEC indican que deberíamos estar rehabilitando del orden de unas 350.000 viviendas al año para poder alcanzar los objetivos que nos está marcando Europa para el 2050, y con nuestros datos de visado para gran tramitación estamos hablando de unas 37.000, unas 10 veces menos. Francia o Alemania están rehabilitando del 1,5% al 2% anual de su parque; Europa recomienda que se rehabilite el 3% anual; nosotros estamos ocho veces por debajo de estos países europeos. Tenemos mucho por hacer.

P. ¿Cómo se hace una buena rehabilitación?

R. Debemos conocer bien el edificio y plantearla desde una visión global, fomentando sobre todo la intervención en los sistemas pasivos, aquellos que reduzcan la demanda energética: revestimientos de fachadas, mejoras de las partes acristaladas, cubiertas… Todo esto hace que disminuya la demanda porque el edificio tiene un mejor funcionamiento y puede representar un gran ahorro de energía.

P. ¿Por qué se piensa más en derruir los edificios viejos que en rehabilitarlos?

R. La arquitectura tiene vocación de permanencia, los edificios se construyen para muchos años, por eso es importante apostar por la calidad. Y luego, siempre que sea posible, apostar por la rehabilitación y recuperación del parque existente, que además es la manera más sostenible de abordar esa necesidad que tenemos en estos momentos de vivienda digna y asequible.

P. En España, ¿deberíamos tener cubiertas vegetales en todos los edificios?

R. Hay muchos mecanismos para abordar los cambios, las cubiertas verdes, el uso de toldos y de elementos que permitan protegerse del sol en determinadas horas. El almacenamiento térmico antes se conseguía por paredes más gruesas y hoy podemos hacerlo con muros más finos de otros materiales. Además, cada edificio debe estar ubicado de la forma correcta y en función de características como el clima, la orientación, que las aberturas tengan las condiciones adecuadas, y ventilaciones cruzadas. A veces cambios en la distribución interior permiten apostar por sistemas pasivos y refrescar esas casas sin necesidad de otras instalaciones.

P. ¿Qué puede hacer el urbanismo frente a las olas de calor y el clima que vienen?

R. Todas estas mejoras que hagamos en los edificios van a repercutir en las ciudades. Pero también es verdad que el urbanismo tiene mucho que decir en cuanto para intentar fomentar ciudades que inviten al paseo, reducir los desplazamientos en coche innecesarios… Esto significa apostar por la ciudad compacta y de usos compartidos, donde tener las necesidades cubiertas sin coger el coche; son las ciudades policéntricas que combinan la vivienda con los servicios necesarios. Y hay que recuperar infraestructuras verdes o azules, que tienen un impacto importante en la temperatura del aire. Apostar por energías verdes también implica una reducción de las temperaturas. Estos modelos de ciudad tienen mucho que ver con la ciudad mediterránea.

P. ¿Cómo convencemos a los ciudadanos de que hoy puede ser más moderna una calle con tierra que con asfalto?

R. La concienciación de todos es cada vez mayor en todos estos aspectos. Hay interés por recuperar parques, paseos arbolados, fuentes de agua, zonas que inviten a pasear y hacer las ciudades más humanas y agradables y, sobre todo, que vuelvan a tener vida. La calidad de esos espacios mejora la salud física, emocional y mental.

P. En este sentido, ¿no se está quedando atrás Madrid?

R. En todas las ciudades de España se está tendiendo a peatonalizar calles, a recuperar espacios para el ciudadano. Todos los procesos generan sus tiempos y a veces generan también cierto rechazo por parte de la ciudadanía por el hecho de no poder llegar en coche a cualquier parte. Pero creo que cuando uno va probando estos nuevos modelos de ciudad va sintiéndose cada vez más integrado en ellos y los va valorando cada vez más.

P. La ciudad compacta, mediterránea, es más sostenible que la dispersa. ¿Cómo se conjuga con que cada vez mandamos a la gente a vivir más lejos en las ciudades?

R. Hay que intentar buscar sistemas para dotar a esas zonas de las ciudades de los servicios mínimos necesarios para evitar esos desplazamientos: escuelas, comercio de proximidad, lugares de trabajo. Si no es posible, hay que ir a esa ciudad policéntrica, de manera que puedas intentar dotar a cada ciudad periférica de esos servicios mínimos para evitar esos desplazamientos. Hay que procurar volver a replantear esa visión global, no abordar los problemas desde perspectivas muy cortas, sino esa visión integral que nos permita identificar qué mejoras podemos hacer para evitar esos desplazamientos, qué intervenciones se pueden hacer para reconducir esas situaciones.

P. Las viviendas están pensadas para vivir en ellas, pero las de los centros urbanos se usan para el turismo y echan a los vecinos. ¿Qué hacemos?

R. Hay que intentar ver qué políticas se pueden aplicar. Todo lo que hace referencia a la arquitectura y el urbanismo debe plantearse con una visión muy en el medio y largo plazo y siempre basada en criterios técnicos que puedan aportar esa visión desde ámbitos muy diferentes: arquitectónicos, sociales, económicos, medioambientales. De esa visión deberían partir las políticas que se establezcan para intentar reconducir estas situaciones.

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Sobre la firma

Miguel Ángel Medina
Escribe sobre medio ambiente, movilidad -es un apasionado de la bicicleta-, consumo y urbanismo. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense, ha ganado los premios Pobre el que no cambia su mirada y Semana Española de la Movilidad Sostenible. Ha publicado el libro ‘Madrid, preguntas y respuestas. 75 historias para descubrir la capital’.
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