“El legado del colonialismo influye en la vulnerabilidad frente al cambio climático”
El investigador Edwin Castellanos, uno de los autores del último informe del IPCC, detalla las razones que convierten a Centroamérica y Sudamérica en una de las regiones más vulnerables frente al calentamiento
El último informe del IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático), que se centra en los impactos y la adaptación al cambio climático, sitúa como uno de los puntos rojos de la vulnerabilidad frente al calentamiento global a la región de Centroamérica y Sudamérica. El científico especialista en medio ambiente Edwin Castellanos (Guatemala, 56 años) ha sido el encargado de coordinar precisamente el apartado referido a esta región. El también director del Observatorio Económico Sostenible de la Universidad del Valle de Guatemala advierte en esta entrevista telefónica sobre cómo la mala situación socioeconómica convierte a las poblaciones en más vulnerables frente al cambio climático.
Pregunta. ¿Por qué Centroamérica y Sudamérica son puntos críticos de alta vulnerabilidad?
Respuesta. Se ha identificado como un punto caliente junto con regiones de África y de Asia. La vulnerabilidad depende básicamente de las condiciones socioeconómicas de la población y de las condiciones de gobernanza, de las capacidades de un Gobierno de responder a las emergencias. En el centro y el sur de América tenemos situaciones preexistentes al cambio climático de pobreza, de desigualdad y en general de falta de satisfacción de las necesidades mínimas de la población. Tenemos ya poblaciones con falta de agua y de alimentos y viene el cambio climático a caer sobre estas situaciones y a agravarlas. Es por eso que se consideran un área de alta vulnerabilidad. Debido a las bajas capacidades de los gobiernos en muchos países de poder responder a estas situaciones extremas.
P. Es decir, no podemos mirar solo las razones físicas o geográficas cuando hablamos de vulnerabilidad.
R. El riesgo de ser afectado por un evento climático extremo depende de tres componentes, según el marco conceptual que utiliza el IPCC. El riesgo proviene, por un lado, de estar expuesto a un evento extremo, y en ese sentido Centroamérica está altamente expuesta a huracanes y tormentas tropicales. El segundo elemento viene de que exista población expuesta a esos riesgos físicos. Podemos tener un huracán y si se queda en medio del océano no presenta ningún riesgo para la población: ocurre cuando el huracán entra en un lugar poblado. Y, finalmente, el tercer componente es la vulnerabilidad y tiene que ver con las condiciones socioeconómicas y con las fortalezas institucionales de cada país. Y Centroamérica y Sudamérica tienen alto riesgo porque tienen alta vulnerabilidad, alta exposición y alta incidencia de eventos extremos.
P. El informe, cuando aborda las razones socioeconómicas que influyen en la vulnerabilidad, cita el colonialismo. ¿A qué se refiere?
R. Básicamente, se refiere a situaciones pasadas, aunque en algunos casos también presentes. La vulnerabilidad depende de temas como la pobreza, la inequidad, la falta de acceso a los servicios básicos, la falta de gobernanza… Y muchas de estas situaciones son herencia histórica del hecho de que muchos de estos territorios, no solo en América, han tenido una situación de colonialismo con países europeos. El colonialismo suele tender a debilitar las instituciones locales de gobernanza, a debilitar los procesos locales de toma de decisión. Entonces, cuando este colonialismo termina, los países se quedan en una situación más débil en cuanto a poder tomar decisiones y afrontar problemas. Todo esto es independiente del cambio climático, pero cuando llega junto al cambio climático aumenta la vulnerabilidad de estas regiones.
P. ¿Es la primera vez que se incluye el término colonialismo en un informe del IPCC?
R. En efecto, es la primera vez. Los informes del IPCC tienen que estar basados en la evidencia científica publicada y nosotros como autores no escribimos sobre lo que pensamos que hay que escribir, sino de lo que está expuesto en las diferentes publicaciones. Y ahora es cuando hay evidencia de que el legado del colonialismo influye en las condiciones socioeconómicas y, por lo tanto, en la vulnerabilidad frente al cambio climático.
P. Desde el último informe en 2014 del grupo II, los expertos del IPCC encargados de analizar los impactos y la adaptación al calentamiento, ¿qué es lo más importante que ha cambiado respecto a las evidencias científicas del cambio climático?
R. Dos aspectos, básicamente: por un lado, la evidencia sobre los impactos en la literatura científica ha ido aumentando. En los impactos tenemos que fijarnos en la detección y la atribución. Debemos ver que la evidencia científica nos permita detectar un impacto concreto, como la migración o las pérdidas de cosechas. El segundo paso es la atribución, es decir, confirmar si son debidos, aunque sea en parte, al cambio climático. Y en este nuevo informe los niveles de detección y de atribución de los impactos ha aumentado. Tenemos un nivel de confianza más alto para decir que hay más impactos observados que son atribuibles al cambio climático. El segundo gran aspecto tiene que ver con la adaptación, es decir, ¿qué se está haciendo para adaptarnos a estos cambios? La adaptación desde el último informe ha aumentado fuertemente en todos los países y hay más evidencia de acciones que se están llevando a cabo. Aunque muchas de esas acciones todavía son tempranas y no tenemos evidencias sobre lo efectivas que están siendo.
P. El informe reconoce que los impactos son mayores de lo que se había estimado en los anteriores. ¿Se pecó de optimista en el pasado?
R. No necesariamente. Puede ser en parte, pero creo que principalmente se debe a que muchos de los cambios en el clima están ocurriendo más rápido de lo que se esperaba que ocurriera. Por ejemplo, en el quinto informe los modelos climáticos mostraban una reducción de lluvias y precipitaciones más erráticas en la región de Centroamérica a partir del año 2040 o 2050. Pero actualmente ya estamos observando eso. En general, muchas de las predicciones que los modelos climáticos estaban dando para las siguientes décadas están ocurriendo ya actualmente.
P. ¿Entonces se puede concluir que el cambio climático se está acelerando?
R. Esa pregunta depende más de los trabajos del grupo I [el que analiza las bases físicas del cambio climático], que presentó su informe en agosto. Pero en general se ve que la intensidad de los eventos extremos se ha ido acelerando más de lo que se esperaba para esta década.
P. De todas las conclusiones de este informe de ahora, ¿cuál es la que más le preocupa?
R. Es preocupante ver que, a pesar de que hay más acciones de adaptación en todas partes del mundo, no están siendo suficientes. Se habla de una brecha de adaptación. Este nivel de falta de acción viene por la falta de financiación y por la falta de decisión de acción de gobiernos nacionales y locales. Muchas veces debido a situaciones que parecen más inmediatas, los problemas del cambio climático no son prioritarios, como ha ocurrido en la pandemia. Los impactos del cambio climático siguen en aumento, pero la adaptación no está llegando al nivel que debería.
P. ¿Las antiguas potencias colonizadoras, por ejemplo las europeas, están asumiendo su responsabilidad en cuanto a la financiación de la adaptación en los países más expuestos, como los de Latinoamérica?
R. En el Acuerdo de París, firmado en 2015, los países desarrollados se comprometieron a aportar 100.000 millones de dólares al año para ayudar a la adaptación de los países en desarrollo. Desafortunadamente, por situaciones como la pandemia, no se ha llegado a lo prometido.
P. El informe vincula los desplazamientos de población y el cambio climático. ¿Este fenómeno se está viviendo ya en Latinoamérica o es una advertencia de futuro?
R. Este tema se aborda de forma mucho más extensa en esta edición. Es importante entender que hay que distinguir entre el concepto de migración, que es un movimiento en el que las personas tienen una opción de moverse, y el desplazamiento, donde esto es forzado. El informe se centra en los desplazamientos y hay evidencias de que existen algunos forzados debido a eventos extremos. En Latinoamérica esto se ha dado debido fundamentalmente a tormentas e inundaciones. Y a sequías. El problema es que este es un tema complejo porque no se puede señalar una única causa. El informe concluye que sí hay una señal ya percibida de que los eventos climáticos extremos tienen que ver con estos desplazamientos forzados, aunque se reconoce que también hay otros factores socioeconómicos preexistentes. Esto está ocurriendo en Centroamérica y en algunos países del sur como Brasil o Venezuela, donde eventos extremos de sequías o inundaciones han sido un ingrediente adicional para los desplazamientos forzosos.
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