Andrés Jaque, arquitecto: “La calle del futuro es una calle con vida, permeable, con sombra y activa”
El decano de Arquitectura de la Universidad de Columbia cree que hay que apostar por una “alianza interespecies” y que los edificios no solo deben ser sostenibles, sino lograr una reparación ecológica

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Desde hace tres años, Andrés Jaque (Madrid, 53 años) es decano de Arquitectura en la Universidad de Columbia, uno de los centros más punteros en innovación arquitectónica, donde se replantea cómo edificios y ciudades deben enfrentarse al cambio climático. Cree que hay que apostar por una “alianza interespecies” y que las construcciones no solo deben ser sostenibles, sino lograr una reparación ecológica. Ha planteado varios proyectos con estas premisas, como el Colegio Reggio (Madrid) —diseñado para crear vida en sus paredes y atraer insectos y animales— o la Rambla Climate-House (Murcia) —integrada en el ecosistema— y sus trabajos se exponen de forma permanente en el MoMA de Nueva York o en el Art Institute of Chicago. Atiende a EL PAÍS en su oficina madrileña.
Pregunta. ¿Cómo debe enfrentarse la arquitectura al cambio climático?
Respuesta. La arquitectura es la disciplina que, de manera más clara, ha asumido la responsabilidad de responder a las crisis climáticas. En los últimos 15 años ha habido una transformación radical: los materiales han pasado de ser sostenibles a biorreparadores. Y ha revisado su propia misión, que ya no es construir nuevos edificios, sino gestionar el entorno construido. Además, ha aportado una visión interseccional: entender que lo material, lo social, lo ecológico y lo político son inseparables y que la acción climática es una acción que tiene que coordinar esos frentes de transformación. Esto ha hecho que la arquitectura esté en estos momentos en el centro de la acción ambiental.
P. ¿Los arquitectos lo entienden así?
R. Hay una parte que está anclada en una visión heroica de la modernidad, otra que es comercial, pero hay otra que tiene un compromiso político con el planeta. Y que entiende que debe responder no solo a las circunstancias más inmediatas de un encargo, a la acción planetaria.

P. ¿La emergencia climática ha cambiado la forma de construir?
R. Hay dos sistemas: un mundo material del extractivismo —que es una mezcla de carbonización, colonialismo, antropocentrismo, heteropatriarcado y racialización— que está hundiéndose; y en las grietas de este sistema está surgiendo otra arquitectura, que busca alianzas entre especies basadas en la simetría, que persigue un régimen mundial solidario y que avanza en una línea de descarbonización que está marcando las estéticas, las materialidades, el tipo de relaciones que constituyen la cultura contemporánea. Esto está tomando una fuerza innegable, en el futuro veremos un cambio tan importante como el que supuso la modernidad.
P. ¿Cómo investigan esto en Columbia?
R. El clima está afectando de manera muy diferente a cada parte del mundo, y las implicaciones que tiene en la manera en que intersecta con estructuras sociales, con infraestructuras, con tipos de suelo, con composiciones ecosistémicas específicas es muy diverso. Nosotros lo trasladamos a la arquitectura y al urbanismo.
P. ¿Qué hacemos con el urbanismo con tantos fenómenos extremos?
R. Hemos sido pioneros en proponer un cambio de enfoque del énfasis en la ciudad como una especie de mancha en el territorio a una aproximación transescalar, una manera de entender que tan urbana es una manzana de viviendas como las relaciones microbianas que se dan en los cuerpos de quienes viven en esa manzana, como las grandes redes de extracción de recursos que hacen que la vida en esa manzana sea posible. La ciudad ha perdido la capacidad de contener todas las realidades para pensar de una manera climática y ecosistémica. Y necesitamos un nuevo modelo que nos permita entender que lo que ocurre a una escala molecular tiene implicaciones a la escala de los cuerpos, de los edificios, de las calles, de los barrios, del planeta y del clima. Diseñar de una manera transescalar requiere cambios en las metodologías de la arquitectura que estamos explorando.
P. ¿Cómo reverdecemos las ciudades compactas europeas?
R. Las ciudades están en un periodo de gran transformación. Una transformación en la que la ciudad tiene que entenderse como algo poroso físicamente, que permita una circularidad del agua, que contribuya a multiplicar la vida; una transformación de la materialidad que promueva un flujo de materiales que contribuya también a la salud de los cuerpos. Una manera muy diferente de urbanizar el aire de manera que se entienda que de nuestros pulmones al clima hay una relación directa. Y una apuesta por la generación de entornos de vida diversa y empoderada. La dificultad principal es cómo hacerlo rápido para mitigar el impacto que producen las crisis climáticas y ambientales.
P. Propuso un proyecto para conectar y reverdecer los barrios de Madrid. ¿Por qué no salió?
R. Madrid durante mucho tiempo no ha utilizado el urbanismo ni la arquitectura. Es urgente la creación de un plan regional que conecte la ciudad con los espacios naturales que la rodean. Y pasar de una obsesión por embellecer el centro a una visión holística de la ciudad en su territorio que genere un bienestar extenso, que no solamente se concentre en los humanos, sino también en las formas de vida más que humanas.

P. ¿Qué es la nueva diplomacia interespecies que propugna?
R. Los humanos somos uno más entre muchas formas de vida. Y la idea de que el humano puede decidir sacrificar el resto de las especies para atender intereses propios se ha demostrado que es perjudicial. Entender que somos dependientes con muchas otras especies y que incluso somos inseparables de ellas es una manera de ser realista. Dependemos de la calidad del suelo, de los ecosistemas. Una alianza transespecies basada en proteger las condiciones de vida de especies diversas es beneficioso para el conjunto de la vida del planeta.
P. ¿Se pueden seguir haciendo hoy plazas sin árboles como la Puerta del Sol?
R. La calle del futuro es una calle con vida, permeable, con sombra y activa socialmente. Todo lo que se aleje de eso es desinformación o mala voluntad.

R. Su colegio Reggio, en Madrid, es un proyecto ecosocial. ¿Qué significa?
R. Este colegio excede la cultura de la sostenibilidad para abrazar el siguiente paso, un compromiso con la reparación ecológica y social del entorno. Se colocó junto al parque de Valdebebas y el patio de juego es el propio parque. En vez de buscar una educación basada en la segregación de la infancia, el colegio plantea que parte fundamental de la educación es aprender a formar parte de lo social y de lo ecológico. El edificio juega un papel fundamental, porque recoge el agua de lluvia y la utiliza para cultivar una serie de jardines diseñados para fomentar la presencia de insectos, vegetales, algas, musgos, líquenes que son fundamentales para la reparación ecológica y para la diversificación de la antigua escombrera de Valdebebas. La propia fachada tiene capas de corcho muy poroso que retiene materia orgánica suspendida en el aire y fomenta una multiplicación de la microbiota de la fachada, lo que contribuye a regenerar la calidad del aire, del suelo y del agua que circula. Por eso, ha sido considerado como el precursor de una corriente arquitectónica que está llevando más lejos el compromiso de la arquitectura con el medio ambiente y con la ecología para convertirse en un elemento de reparación ecológica.

P. Usted creó los Escaravox como una infraestructura agrosocial para Matadero Madrid y el Ayuntamiento los desmanteló.
R. El Ayuntamiento actual tiene una visión del espacio público muy monetarizada. Los Escaravox planteaban una alternativa a eso, que el espacio público era un espacio de expresión de lo colectivo. Esas dos ideas no eran compatibles porque las dinámicas de alquiler del espacio público necesitaban desocupar las plazas; el Ayuntamiento lleva años desmantelando estructuras de arquitectura que fueron muy celebradas en museos y bienales en todo el mundo pero que hoy estorban. Eso empobrece a la ciudad de Madrid.
P. En su casa en Corpus Christi (Texas) apostó por el reciclaje de materiales. ¿Qué papel debe jugar el reciclaje en la arquitectura?
R. Había una idea poco realista de que los materiales salían de la nada y eran infinitos. Pero los materiales están en permanente circularidad. La arquitectura contemporánea solo puede partir de esta certeza para producir el mínimo impacto medioambiental.

P. En su Rambla Climate-House reutiliza el agua de las duchas y lavabos para el ecosistema. ¿Qué papel debe jugar el agua en las viviendas y ciudades?
R. El agua conecta nuestros cuerpos con otros cuerpos, infraestructuras, cuerpos no humanos, tecnologías, suelo, aire, agua... Es el espacio en el que se da nuestra vida y un recordatorio de que somos colectivos, ecosistémicos, y dependemos de otros. Cuando decimos que somos humanos, en realidad somos más que humanos, y tenemos que cuidar de los flujos a través de los cuales existimos. Contaminar un río, producir ciudades impermeables, son acciones que van en contra de la vida más que humana, pero también de la propia supervivencia humana. Los diseñadores tenemos que plantear una arquitectura que favorezca una circularidad del agua.
P. Dice que “hacer arquitectura es hacer política”. ¿Qué política hace con sus edificios?
R. La política que hace la arquitectura no es la política de los periodos electorales. Yo hablo de regímenes materiales, regímenes performativos, regímenes tecnológicos y regímenes ecosociales que se fomentan a través del diseño, de la gestión, del desarrollo. La verdadera política se hace con tuberías, con transformaciones del suelo, con gestión de los acuíferos, con cómo se regulan las relaciones interhumanas en el diseño de puertas, escaleras y ascensores. Esos regímenes políticos yo creo que son en estos momentos los más impactantes. En ellos la arquitectura, el urbanismo y el planeamiento juegan un papel fundamental. Y creo que los arquitectos tenemos la opción de crear toda una cultura y un posicionamiento a través de nuestro trabajo.
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