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Duelo por el desastre del mar Menor: “¿Cómo han podido dejar que esta laguna tan bella acabe así?”

La muerte masiva de peces deja playas cerradas y chiringuitos vacíos, con residentes que llevan años sin bañarse en esas aguas o que venden su casa. El hartazgo de los ciudadanos va en aumento al ver que el problema se repite

La playa Isla del Ciervo (Cartagena), este lunes sin ningún bañista. En vídeo, la bolsa anóxica que está matando a los peces del Mar Menor. Vídeo: PEDRO MARTÍNEZ / GOBIERNO DE MURCIA
Esther Sánchez

El mar Menor se muere. Es el sentir de residentes y veraneantes que no pueden creer que estén contemplando una vez más cómo miles de peces se asfixian en las orillas de esas playas que conocen y aman. “Esto era agua transparente, una laguna costera, sin nutrientes, y mira ahora”, se lamenta Eulalia Rubio, mientras se mete en la cala del Pino para mostrar el color verduzco del agua que oculta sus pies casi de inmediato. No se puede adentrar más porque es uno de los siete arenales de la cubeta sur del mar Menor, pertenecientes al municipio de Cartagena, en Murcia, en los que ondea la bandera roja debido al desastre ambiental que vive la laguna de agua salada desde la semana pasada. Los operarios han retirado, canasta a canasta, 4,5 toneladas de peces de diversas especies, sobre todo de alevines y de adultos de algunas que viven en el fondo de la laguna. La falta de oxígeno, en un mar ahogado por los nutrientes procedentes sobre todo de la agricultura intensiva, los ha matado.

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El día, algo nublado, y el agua tranquila invitaba este lunes al baño, pero los arenales están vacíos, tan solo se veía a alguna persona paseando. José Juan está dando una vuelta con el perro, el único que se mete en el agua, porque él no se baña en el mar Menor “desde hace años”. Vive en esta zona desde 1985. Mientras contempla la laguna, todavía con pequeños peces dentro del agua que se pueden coger con la mano porque están agonizando, se siente incapaz de describir su estado de ánimo. “Esto no tiene nombre. Yo he visto el deterioro desde el principio, comenzó en los años noventa cuando empezaron a aparecer las medusas que se alimentaban de los nitratos“, describe. Pide a la gente “sentido común” y que pida cuentas a los políticos regionales con su voto: “¿Cómo han podido dejar que esta laguna tan bella acabe así?”, se pregunta.

El episodio de peces muertos de esta última semana ha recrudecido las críticas de los vecinos hacia los políticos. Es el segundo de gran magnitud desde octubre de 2019, cuando se retiraron tres toneladas de peces muertos. Entonces, una gran riada metió en la laguna una masa de agua dulce y sedimentos contaminados que se sumaron al mal estado que ya tenía la laguna, de 17.000 hectáreas. Ahora no ha hecho falta añadir ningún elemento meteorológico al proceso de eutrofización crónica que sufre el mar Menor: una constante entrada de nutrientes de los abonos agrícolas que favorecen el crecimiento de algas y otros microoganismos que consumen oxígeno y no dejan entrar la luz. Ese es el escenario en el que han emergido en los últimos días 4,5 toneladas de peces muertos.

Ante las críticas vecinales, el presidente murciano, Fernando López-Miras, ha cargado con fuerza contra el Gobierno central: “No podemos consentir ni un minuto más su inacción”, señaló el viernes pasado en rueda de prensa. Además, pidió las competencias de costas y de cuencas, lo que les permitiría actuar sobre el acuífero y las ramblas que descargan agua continuamente en el mar Menor, cargadas de nutrientes de los productos utilizados para abonar las cosechas. La peor rambla es la del Albujón, que cada día vierte 30 millones de litros de agua dulce y cinco toneladas de nutrientes. También quieren drenar la gola del Marchamalo (canal artificial que conecta la laguna con el Mediterráneo), que está llena de sedimentos. Una medida muy contestada por los expertos, que se preguntan qué impacto va a tener eso en el Mediterráneo, un mar ya muy contaminado.

La ministra para la Transición Ecológica y Reto Demográfico, Teresa Ribera, visitará el miércoles la zona y ha dirigido una carta a López Miras en la que le tiende la mano para “poder abordar este asunto de manera personal” con él y con su consejero. En el escrito, Ribera contesta a las críticas del Ejecutivo regional, resaltando su “compromiso absoluto con la restauración del espacio”. Pero advierte: “Ninguna de esas medidas puede tener la menor eficacia si no se detiene inmediatamente la sobrecarga de nitratos del mar Menor”. Y pide a López Miras que resuelva de forma “inmediata” los expedientes sancionadores emitidos por la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS), las inspecciones y requerimientos del Seprona y la Fiscalía.

Soluciones que no llegan

Y, mientras llegan o no las soluciones, vecinas como Victoria Sánchez-Bravo, profesora del colegio de la Manga, ahora con 68 años y jubilada desde hace cuatro, han perdido en el camino “toda la ilusión” por continuar en su casa, un chalé ubicado al lado de la playa de los Alemanes, otra de las afectadas por la mortandad de peces. Tanta es su decepción que la ha puesto a la venta. “La compré para que la disfrutaran mis dos hijos y mis 16 nietos, pero llevan dos años que ya no se bañan aquí”, explica.

Victoria tenía otra casita baja en la Manga y esa es la que usan ahora sus hijos. “Allí tienen la opción de bañarse en el mar Mayor [por el Mediterráneo]”. No ve ninguna solución a la situación de la laguna. “Son muchos años de dejadez y desidia, ha sido algo paulatino, vas poniendo denuncias y siguen haciendo caso omiso a todo”, asegura. Victoria pertenece a diferentes grupos que se han formado para defender el mar Menor; su casa está engalanada con pancartas y en la puerta de entrada un cartel pide firmas para conseguir que el mar Menor tenga personalidad jurídica. Casi llegan a las 400.000, pero necesitan medio millón de apoyos antes del 28 de octubre para conseguir que el Parlamento lo debata.

A pocos metros, en el chiringuito Pata Palo, su dueña, Andrea Ramírez, se lamenta de que le anulan las reservas. “El año pasado por el virus, y ahora esto”. Hoy solo tiene una mesa. “Es una vergüenza, no solo por nosotros, por los negocios, sino por cómo está el mar”. “¿No se puede uno bañar?”, se extraña la familia González al llegar a la playa. Sus nueve miembros optan por tomar algo en el chiringuito. “Venimos desde Madrid a bañarnos y no teníamos conocimiento de esto”, explican. También hay personas que llegan nuevas. Pedro Salafranca y Enma Mariscal se han comprado este año un apartamento conociendo el problema. “Siempre te puedes bañar en la vertiente del Mediterráneo [muy próxima]”, dicen. Para ellos, la solución está en conseguir un equilibrio entre la agricultura y el medio natural.

La mortandad de los peces ha ido avanzando desde la semana pasada como una plaga, día a día, en los arenales de Cartagena. “Hoy ha ido más lejos, junto a la desembocadura de la gola de Veneciola [una de las conexiones del mar Menor con el Mediterráneo] a unos 15 kilómetros al norte de la Manga del Mar Menor”, dice Isabel Rubio, miembro de la plataforma ciudadana Pacto por el Mar Menor, que lucha por la defensa de la laguna. El lunes y martes pasados, los primeros cadáveres aparecieron en la Punta Lengua de la Vaca, describe. El miércoles, se localizaron un poco allá, en la cala del Pino y el jueves en la playa frente a la isla del Ciervo. Todavía no han dejado de encontrarlos.

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Sobre la firma

Esther Sánchez
Forma parte del equipo de Clima y Medio Ambiente y con anterioridad del suplemento Tierra. Está especializada en biodiversidad con especial preocupación por los conflictos que afectan a la naturaleza y al desarrollo sostenible. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y ha ejercido gran parte de su carrera profesional en EL PAÍS.

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