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Un proyectil del Paleolítico revela una forma de caza nunca antes vista en esa era prehistórica

Los restos de un posible impacto de flecha en la mandíbula de un caballo en Cantabria se convierten en el primer hallazgo de ese tipo en la península Ibérica durante la edad de Piedra

Pintura rupestre de un caballo en la cueva de La Garma, en Omoño (Cantabria).
Pintura rupestre de un caballo en la cueva de La Garma, en Omoño (Cantabria).EUROPA PRESS

Hace unos 17.000 años un cazador recolector abatió a un caballo en un bosque de la actual comunidad de Cantabria y un fragmento del proyectil de piedra usado para ello quedó incrustado en la mandíbula del animal, que ahora ha sido hallado e identificado por un grupo de investigadores en la Cueva de La Garma. Es la primera vez que se realiza un hallazgo de este tipo en la península Ibérica durante el período del Paleolítico.

El resto de sílex, muy probablemente desgajado de una flecha, según los investigadores, además presenta la singularidad de estar incrustado en la mandíbula de los restos del cráneo del animal, un caballo de unos cinco años, lo que podría revelar una estrategia de caza hasta ahora desconocida en el período Magdaleniense (con el que terminó el Paleolítico tras la última gran glaciación). “Las poquísimas evidencias de este tipo halladas en algunos países europeos indican una trayectoria de impacto lateral que alcanzaba sobre todo a los pulmones o corazón del animal, mientras que en este caso se trataría de un proyectil que penetró desde abajo hacia arriba”, dice Marián Cueto, investigadora del departamento de Prehistoria de la Universidad Autónoma de Barcelona, que ha liderado el trabajo.

La Cueva de La Garma, a 25 kilómetros al este de Santander, cerca del pueblo de Omoño, es un complejo arqueológico que, en sus niveles más profundos, contiene un rico yacimiento sobre todo del Paleolítico Superior (hace unos 43.000 y 10.000 años) en un buen estado de conservación. Además, cuenta con pinturas rupestres de animales y signos abstractos, mientras que en otras cavidades se han encontrado hasta enterramientos de la época visigoda y cerámica medieval. La Garma, en realidad, agrupa hasta diez cuevas diferentes, varias de ellas interconectadas que cobijan yacimientos en varios niveles y de diferentes períodos del Paleolítico, lo que los expertos en la Prehistoria llaman un complejo kárstico.

La mandíbula del equino es uno de los restos encontrados hace años por un grupo internacional de investigadores dirigido por Roberto Ontañón, director del Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria (MUPAC), y Pablo Arias, un catedrático de la Universidad de Cantabria que trabaja desde hace años en las excavaciones de La Garma.

Años después, la marca de un posible impacto en el resto óseo captó la atención de Marián Cueto, experta en arqueozoología, que emprendió su análisis y recientemente llegó a la conclusión de que se trata de una de las laminillas de sílex que recubrían las flechas de los cazadores. El estudio se ha publicado en la revista científica International Journal of Osteoarcheology.

Un caso único

“Pudo suceder que el caballo cayó en una emboscada y el cazador, que también podría ser una mujer, aprovechó el movimiento de defensa típico de este animal de alzarse sobre sus patas traseras para atravesarle la mandíbula”, afirma Cueto, para quien esa hipótesis explicaría que el impacto fuera en una trayectoria ascendente, “algo de lo que hasta ahora no teníamos constancia, pues en los poquísimos restos de este tipo hallados se observan impactos laterales”.

Según Ontañón, “en Europa apenas se han encontrado unos treinta fragmentos de proyectiles en restos óseos de animales del tiempo del Paleolítico, casi todos en Alemania y Chequia y hasta ahora nunca en España y Portugal; el trocito de misil de La Garma reviste la importancia de ser el primero”.

En España sí se han hallado puntas de flecha de épocas posteriores, del período Mesolítico y más adelante, “pero en restos humanos, no de animales”, dice Marián Cueto, lo que podría deberse a que “la fauna postpaleolítica no se ha estudiado tanto y además tiene que darse la difícil coincidencia que el proyectil no se hubiera alojado en un órgano sino en un hueso y que este se hubiera conservado”.

Una mandíbula de caballo con un proyectil incrustado, hallado en la cueva La Garma.
Una mandíbula de caballo con un proyectil incrustado, hallado en la cueva La Garma.Dra. Marian Cueto, investigadora del Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas

En cuanto a períodos anteriores al Paleolítico superior, “obviamente no se ha encontrado nada parecido, ya que los humanos entonces no cazaban grandes mamíferos, sino que su alimentación de proteínas fundamentalmente provenía de animales muertos. Eran carroñeros”, dice el director del museo cántabro.

Para José Yravedra, catedrático de Prehistoria de la Universidad Complutense de Madrid y también especialista en Arqueozoología, “este hallazgo único en la península Ibérica tiene una enorme trascendencia para acercarnos un poco más al conocimiento sobre las técnicas de caza durante el Paleolítico Superior. He trabajado en los yacimientos de ese período en casi toda la península y nunca hemos tenido constancia de un proyectil en restos faunísticos. De entrada, es una posibilidad muy remota, ya que las puntas de flecha o jabalina que impactaban casi siempre en los órganos del mamífero, lógicamente se desprendían y caían cuando los cazadores despedazaban el animal para comerlo”. Yravedra añade a estos pocos casos de proyectiles del Paleolítico uno todavía más raro: una punta de flecha incrustada en una costilla de mamut identificada en Siberia.

“Por el tipo de impacto y la potencia que debió de haberse precisado en el caso del fragmento de sílex de La Garma, casi seguro que el cazador utilizó un buen arco, ya que con una lanza o jabalina hubiera sido casi imposible penetrar hasta la superficie lingual de la mandíbula de un caballo”, concluye Yravedra.

Para analizar los restos tanto del proyectil, de ocho por seis milímetros, como del hueso del caballo, Cueto ha utilizado técnicas de microscopía estereoscópica y radiología paleoarqueológica que revelaron que las marcas del impacto indican una trayectoria ventral dorsal, mientras que el tamaño, forma de penetración y potencia del misil “indican el uso de un arma de alta velocidad, como un arco”, confirma Roberto Ontañón.

Otra excepcionalidad que señala este estudio es la inusual proporción de restos de caballos sobre otra fauna, casi la mitad de los especímenes identificados, en ese yacimiento concreto de La Garma, “mientras que en las demás cuevas de la cornisa cantábrica, los huesos de animales del mismo período Magdaleniense —entre hace 20.000 y 13.000 años— son abrumadoramente mayoritarios de ciervo rojo, hasta un 90%, y se encuentran muchos menos de cabras montesas, bisontes, uros o caballos”, continúa el director del museo.

Marián Cueto concluye que el estudio de este fragmento de sílex nos “brinda una pista para plantearnos hipótesis sobre las estrategias de caza utilizadas por los cazadores en el Paleolítico Superior de la península Ibérica”. Adriana Chauvin, argentina especialista en tecnología lítica del Paleolítico, y Edgar Camarós, investigador del Programa Ramón y Cajal de la Universidad de Santiago de Compostela, son también algunos de los participantes en este proyecto de excavación, que ha reunido hasta sesenta expertos.

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