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Hallado Thorin, el último neandertal

Un equipo de científicos descubre en Francia un linaje desconocido que pudo extenderse por la costa mediterránea y que pasó 50.000 años completamente aislado

El investigador Ludovic Slimak, descubridor del neandertal Thorin, mostrando el maxilar.
El investigador Ludovic Slimak, descubridor del neandertal Thorin, mostrando el maxilar.Laure Metz
Nuño Domínguez

Tras nueve años de estudio para intentar encajar unas pruebas que parecían incompatibles, un equipo de arqueólogos presenta a Thorin, uno de los últimos neandertales. El análisis de ADN de los restos, hallados en 2015 en la gruta de Mandrin, en el valle del Ródano (Francia), muestra que este individuo masculino de unos 50 años pertenecía a un linaje desconocido hasta ahora. Los datos apuntan a que este grupo pasó 50.000 años aislado genéticamente de cualquier otro. Su antigüedad, de unos 45.000 años, sitúa a Thorin como uno de los últimos neandertales que vivieron antes de la extinción total de esta especie, la más cercana a la nuestra, el Homo sapiens. El hallazgo arroja un sinfín de preguntas sobre la mente y la cultura de los neandertales, y su desaparición, que nos convirtió en la única especie humana del planeta.

“¿Buscaban deliberadamente el aislamiento? Sí, eso creo”, reconoce a este diario el paleoantropólogo Ludovic Slimak, veterano investigador del abrigo de Mandrin y coautor del estudio, publicado en Cell Genomics. El paleontropólogo francés adelantó este hallazgo en julio en una entrevista en EL PAÍS.

Hasta ahora, solo se conocía un único grupo de neandertales en esta cronología tan cercana a su extinción, hace unos 40.000 años. Thorin pertenecería a un segundo grupo poblacional que se originó hace unos 100.000 años, cuando Europa era relativamente cálida y cubierta de bosques. Pero el terreno donde se halló la mandíbula data de hace unos 45.000 años. Los investigadores han tardado todo este tiempo en explicar estos dos datos aparentemente irreconciliables. La razón es que esta segunda rama del árbol de familia neandertal habría permanecido completamente aislada genéticamente. Y esto fue así a pesar de que Mandrin estaba a unos 10 días andando de otro clan neandertal. En aquella época, Europa ya estaba sumida en la glaciación y el paisaje era una gran estepa herbácea. El linaje de Thorin habría formado un pequeño grupo en esa primera fase de hace 100.000 años y después habría quedado aislado hasta su desaparición. Para Slimak, este hallazgo ofrece una ventana única para entender la mente neandertal y contraponerla a la sapiens.

“Vemos pequeños grupos que, al final, no están aislados, sino que viven de acuerdo con sus propias concepciones”, argumenta. “Y parecen estar bien así, pequeños grupos habitando sus pequeños valles. De alguna manera, es deslumbrante”.

Reproducción del maxilar del neandertal Thorin.
Reproducción del maxilar del neandertal Thorin.Xavier Muth

En contraposición, estaría un Homo sapiens que ya había llegado a Europa desde su África original, y que teje conexiones y redes de comunicación cada vez más extensas. Además, es sumamente móvil y sabe matar a distancia. “Sapiens es inquieto. Siempre quiere ver más allá de esos valles, de esas montañas. Descubrir, explorar, pero también poseer. El neandertal parece contarnos una historia completamente diferente. Estas dos humanidades, enfrentadas como en un espejo, son un tesoro maravilloso para comprender no solo a esta humanidad extinta, sino también lo que somos nosotros mismos”, añade Slimak.

El estudio, firmado por más de una veintena de investigadores de siete países, ha comparado el genoma de Thorin con el de los otros individuos conocidos, que se remontan hasta 120.000 años. El de Mandrin es solo el quinto genoma neandertal con menos de 50.000 años.

Los últimos neandertales eran mucho menos de los que se pensaba, apenas unos 2.500 repartidos en pequeñas tribus probablemente aisladas en la inmensidad del continente europeo, según un estudio publicado hace dos meses. Los datos genéticos de aquel trabajo corroboraron el ostracismo de esta especie, fuese buscado o no. A pesar de que ambas especies se cruzaron en varias ocasiones, tuvieron hijos y los aceptaron en sus clanes, los últimos neandertales no tenían ya ni una pizca de ADN sapiens, lo que probablemente contribuyó a su desaparición. En cambio, los sapiens que avanzaban por Europa tuvieron sexo e hijos con su especie hermana hasta que la acabaron asimilando. Fruto de esto, todos los humanos actuales de fuera de África tenemos en torno a un 4% de ADN neandertal. En cambio, los neandertales propiamente dichos desaparecieron para siempre.

El trabajo sobre Thorin muestra que sus lazos de parentesco más cercanos estaban en Gibraltar, donde se ha rescatado un genoma también perteneciente a uno de los últimos neandertales. El equipo de Slimak cree que tal vez el linaje de Thorin emigró desde el Estrecho hasta Francia, y que posiblemente otros grupos aún por descubrir se extendían por un corredor mediterráneo. Su territorio podía expandirse hasta Polonia, ya que también hay cierta cercanía, aunque menor, con neandertales de esta zona del norte de Europa.

Slimak ha bautizado a este neandertal por un personaje de J. R. R. Tolkien. “Thorin representa a uno de los últimos reyes enanos bajo la montaña, y el último de su linaje. Thorin el neandertal es también uno de los últimos de esta inmensa línea de humanidad tan extrañamente diferente”, propone.

Descubrimiento del maxilar de Thorin en la cueva de Mandrin.
Descubrimiento del maxilar de Thorin en la cueva de Mandrin.Ludovic Slimak

“Es un estudio muy interesante”, reconoce a este diario Clive Finlayson, paleoantropólogo que lleva años excavando en la cueva de Gorham, en Gibraltar. El investigador, que no ha participado en el estudio, confirma que, “efectivamente”, existió un corredor por toda la costa mediterránea de la Península, desde Gibraltar continuando hasta la desembocadura del Ródano, y más allá hacia la Liguria (Italia). Este corredor está totalmente sumergido en la actualidad. La playa estaba hasta 4,5 kilómetros más alejada que ahora, y los neandertales cazaban y pescaban su alimento en este entorno. Este paisaje “se asemejaba al Doñana de hoy, con dunas, pinares y lagunas”, explica el científico. Los neandertales que explotaban este entorno estarían conectados genéticamente, divididos en poblaciones, a lo largo del corredor. Más al interior de la Península había, al igual que ahora, grandes sierras, que en momentos fríos serían barreras que cortarían el acceso. “Por tanto, paradójicamente, un neandertal en Gibraltar tendría más en común con uno en el Ródano que con otros en el interior de la Península, de los cuales estarían aislados por grandes periodos de tiempo”, añade Finlayson.

Antonio Rosas, paleoantropólogo del CSIC que ha estudiado los neandertales que vivieron en la cueva de El Sidrón (Asturias) hace unos 50.000 años, y entre los que hay marcas de canibalismo, opina que la propuesta es “atractiva”. “El mundo neandertal y su estructura social sería distinta. El aislamiento sería un factor de primer orden para su extinción, lo que encaja bien con las pruebas de endogamia que hemos encontrado en El Sidrón”, explica. Pero para el científico es “demasiado osado” proponer un hermetismo genético de 50.000 años, sobre todo habiendo otros grupos cercanos. Es “muy difícil de concebir para cualquier mamífero”. Solo podría explicarse, apunta, por una “idiosincrasia neandertal” opuesta a la psicología sapiens, centrada en el contacto.

Para Antonio Rodríguez-Hidalgo, prehistoriador del Instituto de Arqueología (CSIC-Junta de Extremadura), el trabajo sobre Thorin ”conecta de manera crucial los datos paleogenómicos con inferencias sociales, culturales e históricas”. El científico aporta una visión más luminosa sobre esa supuesta mentalidad solitaria de los neandertales. “La capacidad de estas poblaciones para sobrevivir tanto tiempo, en condiciones de aislamiento, habla de una resiliencia impresionante, pero difícil de comprender desde la perspectiva de una sociedad hiperconectada y diversa como la nuestra”, destaca.

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Sobre la firma

Nuño Domínguez
Nuño Domínguez es cofundador de Materia, la sección de Ciencia de EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo Científico por la Universidad de Boston (EE UU). Antes de EL PAÍS trabajó en medios como Público, El Mundo, La Voz de Galicia o la Agencia Efe.
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