Grabado por primera vez el choque de un barco contra un tiburón
Los científicos no saben si el animal logró recuperarse del impacto, pero piden medidas para reducir este riesgo
Horas después de marcar con un rastreador a un tiburón peregrino frente a la costa de Irlanda en abril, el grupo de científicos que lo seguía grabó lo que sería el primer vídeo de un tiburón o cualquier gran animal marino recibiendo el impacto de un barco. Los datos, recopilados por un dispositivo de medición de actividad similar a un FitBit y una cámara conectada, brindan a los investigadores una oportunidad única para aprender más sobre ese tipo de choques entre embarcaciones y grandes animales marinos, una preocupación creciente a nivel mundial.
“Esta es la primera observación directa de un golpe de barco en cualquier megafauna marina que conocemos”, asegura Taylor Chapple, investigador de tiburones en el Centro de Ciencias Marinas Hatfield de la Universidad Estatal de Oregón y autor principal del estudio que han publicado dando a conocer este incidente. “El tiburón fue golpeado mientras se alimentaba en la superficie del agua e inmediatamente nadó hasta aguas más profundas del fondo marino, un fuerte contraste con su comportamiento antes del golpe”. “Nuestro hallazgo”, explica Hatfield en una nota, “demuestra el riesgo y el impacto de las colisiones con embarcaciones y la necesidad de tomar medidas para reducir este riesgo”.
Los investigadores no saben si el tiburón, una hembra de unos 7 metros de largo, se recuperó del golpe, porque el rastreador estaba diseñado para desprenderse del animal al cabo de un tiempo: unas siete horas después del choque, se soltó y posteriormente fue recuperado por los investigadores. Al hacerlo, los datos mostraron que el tiburón nunca reanudó su alimentación ni otro comportamiento normal durante las horas en que fue monitoreado.
El video de la cámara mostró daños visibles en la piel del tiburón, marcas de pintura y una abrasión roja, pero sin sangrado aparente ni heridas abiertas. Los impactos de embarcaciones no siempre son letales de inmediato, pero incluso las lesiones no letales pueden tener consecuencias a corto y largo plazo para el animal afectado, apuntan los investigadores. “El hecho de que un tiburón al que le instalamos nuestro ‘Fitbit’ fuera golpeado en esta área en unas pocas horas subraya lo vulnerables que son estos animales a los barcos”, explica el coautor Nicholas Payne, del Trinity College de Dublín.
Los tiburones peregrinos son el segundo pez más grande conocido, alcanzando frecuentemente más de 8 metros de longitud. Están catalogados como en peligro de extinción a nivel mundial por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, e Irlanda es uno de los pocos lugares conocidos en el mundo donde los tiburones peregrinos continúan agregándose en grandes cantidades. Se alimentan filtrando con la boca la superficie del agua, en un comportamiento similar al de algunas ballenas, lo que los hace más susceptibles a los choques con embarcaciones. Sin embargo, a diferencia de las ballenas, los tiburones peregrinos pueden hundirse cuando mueren, lo que dificulta calcular las tasas de mortalidad.
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