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Los test de personalidad llegan a los animales salvajes para garantizar su conservación

Cada vez más, los programas de reintroducción de especies tienen en cuenta el comportamiento individual de los ejemplares que liberan

Personality Tests
Una hembra adulta de zorro veloz fotografiada en el este de Wyoming (EE UU).Stan Tekiela Author / Naturalist (Getty Images)
Laura Camón

El zorro veloz (Vulpex velox), nativo de Norteamérica, fue declarado extinto en el estado de Montana (EE UU) en 1969. Como respuesta, distintas entidades llegaron a un acuerdo para comenzar un programa de reintroducción que estableciera una población de zorros en la reserva india de los pies negros, al norte de Montana. Treinta años después de su extinción, se soltaron los primeros individuos y la reserva volvió a ver zorros veloces correteando por sus llanuras. Este programa no solo logró recuperar con éxito esta especie, sino que supuso un antes y un después para la conservación, porque tuvo en cuenta por primera vez la personalidad de los animales que se soltaban.

A día de hoy, no cabe duda de que los animales, incluso los peces o invertebrados como los crustáceos, también tienen personalidad, que viene definida por las diferencias en el comportamiento de los individuos de una misma especie. Estas diferencias tienen que ser constantes a lo largo del tiempo y en distintas situaciones o contextos. De la misma forma que hay personas que tienden a ser más sociales que otras, más agresivas o más valientes, el resto de animales también presentan esas diferencias. Actualmente, el estudio de la personalidad animal es uno de los campos que más está creciendo en biología y cuenta con aplicaciones muy interesantes; una de ellas está en el campo de la conservación y, en especial, en la reintroducción de especies.

Todo programa de reintroducción que se precie incluye una exhaustiva evaluación del proceso. Si esto no se da, estaremos hablando de suelta de animales u otra cosa, pero no de reintroducción. Los programas realizan estudios para cerciorarse de que los animales cumplen unos criterios de salud y comportamiento adecuados para sobrevivir en libertad, como ser capaces de obtener su propio alimento o huir de los depredadores. Además, tras la suelta, los animales son monitoreados durante meses o años y solo se considera que la reintroducción ha sido un éxito si estos se reproducen y logran crear una población estable y duradera.

Los científicos encargados de la reintroducción del zorro veloz quisieron ir más lejos y estudiaron también si la personalidad de los zorros afectaba a su supervivencia en libertad. En concreto, decidieron centrarse en un rasgo: la valentía. Los zorros provenían de una colonia en cautividad, donde se podían llevar a cabo los test de personalidad. Para su realización, introdujeron un objeto nuevo en el recinto de los animales y midieron el tiempo que tardaba cada individuo en acercarse a él.

Aquellos zorros que recurrentemente se mostraban más propensos a explorar estímulos nuevos eran considerados más valientes. Así, evaluaron durante dos meses a 31 individuos que se pusieron seguidamente en libertad. Los resultados fueron contundentes: los más valientes murieron antes que los cautelosos.

Según los autores de esta investigación, es posible que los zorros en cautividad fueran menos temerosos de lo que sería adecuado para un zorro salvaje. El estrés afecta a la reproducción, por tanto, aquellos individuos que se estresan menos en cautividad porque son menos temerosos, se van a reproducir más. Tras varias generaciones, es esperable que las nuevas generaciones de esos zorros tengan menos miedo ante estímulos nuevos. Así, al regresar a su hábitat natural, exploran más el territorio y evitan menos a los coches, lo que facilita que mueran atropellados. Al menos, este fue el caso de las dos únicas muertes cuya causa se pudo determinar. Gracias a esta investigación, se reconoció la importancia de considerar la personalidad de los animales en los esfuerzos de conservación.

Desde entonces, otros programas de reintroducción han ido incluyendo estudios de personalidad. Especialmente, se tienen en cuenta aspectos como la audacia, la valentía y la sociabilidad. Por ejemplo, para reintroducir especies sociales se busca que haya una amplia variedad de personalidades entre los individuos, porque así se facilita la convivencia. Esto es lo que propone la hipótesis de la especialización del nicho social, en la que ya existen bastantes estudios que la corroboran en especies como musarañas, arañas y peces.

Ahora bien, si se puede extraer una conclusión clara de todos estos estudios, es que hay una inmensa variabilidad en los resultados. Incluso dentro de una misma especie, la personalidad óptima para la supervivencia puede ser diferente en función del ambiente y del momento. Los más valientes son más propensos a asumir riesgos y pueden morir antes, pero también se reproducen y ocupan nuevos territorios más rápido. Cada rasgo tiene ventajas y desventajas, y la balanza se puede inclinar fácilmente hacia un lado u otro dependiendo de las circunstancias.

El ‘juego’ de la supervivencia

Un claro ejemplo es el del programa de reintroducción del visón europeo en Estonia, que evaluó la capacidad de supervivencia de estos animales en función de su propensión a explorar nuevos territorios. Curiosamente, al inicio tuvieron más éxito los individuos menos exploradores, pero en un año las tornas cambiaron. Esto pudo deberse a factores externos, como la variación en la abundancia de presas o a que el segundo año fue más seco y cálido. Lo importante es que la población se mantuvo estable en el tiempo gracias a que la personalidad de los visones era variada.

Algunos autores han sugerido que las diferencias de personalidad de los animales se pueden explicar por lo que se conoce como teoría de juegos. Supongamos una población de animales en la que los individuos más agresivos ganan las peleas contra los más dóciles y se reproducen más. En este caso, ser agresivo supondría una ventaja y, con el tiempo, la población estaría dominada por este tipo de individuos. Llegaría un punto en que las peleas serían tan frecuentes y mortíferas que las tornas podrían invertirse. Aquellos animales más tímidos y pacíficos se involucrarían en menos conflictos y tendrían más probabilidades de sobrevivir. De esta forma, la evolución va favoreciendo en la naturaleza unos rasgos de personalidad u otros y la diversidad se mantiene en el tiempo.

La relación entre la personalidad de un animal y su capacidad de supervivencia es extremadamente compleja y este campo de estudio aún tiene mucho potencial. Cada programa de reintroducción tendrá que dar con los tipos de personalidad idóneos para sobrevivir en la naturaleza el mayor tiempo posible. En un momento en el que las especies se están extinguiendo cada vez más rápido, cualquier pequeño impulso hacia la conservación es necesario.

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Sobre la firma

Laura Camón
Es comunicadora científica, graduada en Biología por la Universidad de Salamanca y Máster en Primatología por la Universitat de Girona.

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