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Algunos animales también cuidan de los más necesitados, aunque no sean parientes

Los grandes simios, los elefantes y los delfines destacan por sus comportamientos altruistas

Chimpances
Los chimpancés son capaces de comprender la situación de otros individuos en apuros y prestar la ayuda adecuada de forma flexible.Anup Shah (Getty Images)
Laura Camón

Hay ciertas ideas que se arraigan en la sociedad. No importa cuántas veces la ciencia las desmienta, siguen calando durante décadas. Recuerdo cuando iba al colegio y la maestra nos explicaba que los seres humanos somos racionales y los animales actúan por instinto. De esto, hace ya 20 años y desde entonces, se han aportado numerosas evidencias de animales que aprenden del entorno y actúan de manera flexible.

Pero hoy en día, se siguen dando discursos dualistas que beben de esta idea simplista, incluso dentro del mundo académico. Reducen a los animales a meras máquinas biológicas, cuyo comportamiento está determinado únicamente por los genes. Según esta visión, la cooperación se da solo entre animales emparentados y, si un individuo enferma, es abandonado por el resto del grupo, porque así funciona la selección natural. En contraposición, los seres humanos somos seres racionales, conscientes de nuestros actos. Compartimos unos valores que nos hacen cuidar de los individuos heridos, aunque no tengamos ninguna relación con ellos.

Este tipo de mensajes, fáciles de entender, nos hacen sentir especiales y se propagan como un virus. Las respuestas complejas son menos populares pero, a menudo, más acertadas. Con el término “animal” nos estamos refiriendo a más de un millón de especies distintas. Muchas de ellas, como las esponjas marinas o los mejillones, es probable que solo sean máquinas biológicas. Y es cierto que un gran número de especies carecen de la complejidad cognitiva y la empatía necesarias para realizar ciertas acciones altruistas. Pero está demostrado que los humanos no somos los únicos en el planeta que ayudamos y cuidamos a los más necesitados. En especial, los chimpancés, los elefantes y los cetáceos destacan por este comportamiento.

Chimpancés

En Gabón, los chimpancés aplican insectos para curar heridas abiertas de otros individuos y, en Gombe, se les ha visto usar hojas para limpiarlas. Los chimpancés que viven en la selva de Taï adaptan su comportamiento a las necesidades específicas de los enfermos. Por ejemplo, los machos dominantes impiden que sean molestados por otros miembros del grupo y todos esperan a que los heridos empiecen a caminar para reanudar la marcha. Estos cuidados suelen darse entre individuos emparentados, pero no siempre.

En 2011, se publicó uno de los estudios que relata de forma más detallada un caso de ayuda en chimpancés en libertad. Durante dos días, se observó a un adolescente ayudar a una hembra herida a llevar a su bebé. La madre no podía seguir el ritmo del resto del grupo y se detenía con frecuencia, dejando al infante en el suelo cada vez. Entonces, el joven macho recogía al bebé y lo llevaba durante gran parte del recorrido. En esta comunidad de chimpancés se había observado a otros machos cargando crías, pero nunca durante tanto tiempo. El adolescente no tenía ninguna relación de parentesco con la madre.

Por último, existen numerosos reportes de chimpancés que adoptan infantes huérfanos. Al igual que en los humanos, la adopción en los chimpancés implica la provisión regular de cuidados maternales, como el transporte, el reparto de comida, la defensa y el aseo. En la selva de Taï, son comunes las adopciones por miembros del grupo no emparentados, como hembras jóvenes amigas de la madre fallecida.

En todos estos casos, el comportamiento prosocial mejoró la situación de los necesitados, acelerando su curación, permitiéndoles seguir el ritmo del grupo o sobrevivir sin los cuidados de una madre. Esto quiere decir que los chimpancés son capaces de comprender la situación de otros individuos en apuros y prestar la ayuda adecuada de forma flexible.

Elefantes

Se conocen un notable número de historias sobre elefantes que asisten a congéneres necesitados. En la mayoría de los casos, se trata de madres y hermanas que intentan levantar a una cría enferma, la ayudan a cruzar un río o la rescatan del fango. Sin embargo, también existen ocasiones en las que la asistencia se da entre individuos no emparentados e incluso desconocidos.

Un artículo publicado en 2006 narra detalladamente los acontecimientos alrededor del desfallecimiento y posterior muerte de una matriarca llamada Eleonor. Dos minutos después de que cayera al suelo, otra matriarca ajena a la familia se acercó rápidamente con cierto grado de excitación. Primero olfateó y tocó el cuerpo con la trompa y el pie y luego, con sus colmillos, levantó a Eleanor poniéndola de nuevo en pie. La matriarca murió al día siguiente y su cuerpo fue visitado por varios grupos de elefantes distintos.

Los veterinarios que trabajan anestesiando animales salvajes, saben muy bien la que se lía cuando lanzan un dardo a un elefante. Como describió Harthoorn en 1970, “de pronto hubo un tumulto indescriptible de bestias gritonas y trompeteras. El joven animal inmovilizado fue levantado repetidamente sobre los colmillos de las grandes vacas viejas hasta que, al cabo de dos horas, empezó a ponerse en pie y finalmente fue conducido dentro del bosque”.

Un estudio reciente propone que los elefantes, al igual que los humanos, se han autodomesticado. Por eso, a pesar de que nuestros linajes evolutivos divergieron cuando surgieron los primeros mamíferos placentarios, compartimos muchas características: un marcado comportamiento prosocial, una agresividad reducida, una larga juventud o un sistema de comunicación complejo.

Cetáceos

Los cetáceos se caracterizan por unas elevadas capacidades cognitivas y comunicativas que les permiten crear y mantener relaciones sociales estrechas. En concreto, los delfines son conocidos por su propensión a ayudar a los demás de distintas maneras, adaptando su ayuda de forma flexible a cada situación:

Liberan individuos que quedan atrapados en redes de pesca, sostienen a los enfermos cerca de la superficie de forma correcta para evitar que no se ahoguen, permanecen cerca de una hembra en parto, se interponen entre una embarcación y un congénere herido para evitar que choquen e incluso cooperan para formar una balsa que transporte a un individuo paralizado.

También se han reportado anécdotas de cetáceos que ayudan a otras especies. En una ocasión, se observó a dos delfines turnarse para sostener a una marsopa recién nacida en la superficie. Las ballenas jorobadas acosan a orcas que están dando caza a otras especies, poniendo en riesgo su propia salud, pues a menudo las orcas les atacan cuando intentan interferir en su cacería.

Es probable que, conforme sigamos observando a los animales salvajes, descubramos más comportamientos altruistas en más especies. No obstante, tampoco es acertado caer en el tópico de que los animales son mejores que las personas. De nuevo, esta es una idea simplista que no hace justicia a la realidad y nos separa de la naturaleza. Los chimpancés también matan a otros individuos y es conocido el caso de un delfín mular que, en lugar de ayudar a una hembra que emitía señales de socorro, decidió abandonarla.

Los humanos somos un animal más entre la diversidad natural. No somos mejores, peores o más especiales. Como todos, tenemos peculiaridades únicas, pero ni la razón, ni la empatía, ni el altruismo nos pertenecen solo a nosotros.

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Sobre la firma

Laura Camón
Es comunicadora científica, graduada en Biología por la Universidad de Salamanca y Máster en Primatología por la Universitat de Girona.

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