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La sonda DART choca contra el asteroide Dimorfo para desviarlo

La pequeña nave de la NASA se desintegra mientras varios telescopios espaciales y terrestres captan la espectacular explosión

El asteroide Dimorfo, en una fotografía de la sonda DART segundos antes del impacto.Foto: NASA | Vídeo: EPV / REUTERS
Nuño Domínguez

“¡Tenemos impacto!”. Los responsables de la misión espacial DART, financiada por la NASA, han recibido este martes con júbilo la pérdida de la señal emitida por la sonda. La nave, del tamaño de una nevera, ha logrado su objetivo de chocar de frente y a más de 20.000 kilómetros por hora contra el asteroide Dimorfo para intentar desviar su trayectoria. Esta es la primera misión espacial cuyo objetivo es proteger a la Tierra de asteroides, un ensayo general para evitar futuros impactos que podrían borrar del mapa una ciudad entera.

“El éxito de DART nos aporta una nueva herramienta para proteger la Tierra de un impacto devastador de un asteroide”, ha celebrado Lindley Johnson, responsable de Defensa Planetaria de la NASA. “Esta [misión] demuestra que ya no somos impotentes ante estos desastres naturales”, ha añadido este astrónomo y teniente coronel de la Fuerza Aérea de EE UU retirado.

Durante su última media hora de vida, la cámara de DART ha fotografiado el asteroide Dimorfo una vez por segundo. Al principio era un diminuto punto de luz, pero las últimas imágenes antes del choque mostraban ya el cuerpo con un gran nivel de detalle, cubierto de rocas y regolito. Estas imágenes parecen confirmar las predicciones de que Dimorfo es un cuerpo poco denso, y no una roca sólida. La última imagen ha sido un pantallazo en rojo. Después se ha perdido la señal de la nave. Los controladores han estallado en aplausos, porque implica que la sonda se ha desintegrado cumpliendo su primer objetivo: acertar a darle a Dimorfo.

El impacto estaba previsto para la 1.14 del martes, hora peninsular española. La sonda estuvo navegando durante las últimas cuatro horas usando su sistema automático de guiado, que la dirigía a un choque frontal en el centro de Dimorfo, de 160 metros de diámetro. La colisión ha sucedido a unos 11 millones de kilómetros de la Tierra y el impacto se ha seguido casi en directo —la señal tarda 38 segundos en llegar— desde el centro de control del Instituto de Física Aplicada de la Universidad Johns Hopkins, que ha desarrollado DART.

Hasta ahora se conocen más del 95% de todos los asteroides de más de un kilómetro de diámetro; capaces de causar una catástrofe planetaria similar a la que provocó la extinción de los dinosaurios hace 66 millones de años. En cambio, solo se han descubierto el 40% de los cuerpos de 140 metros o más, capaces de generar una explosión similar a una bomba nuclear y de crear un cráter de impacto de dos kilómetros de diámetro. Hay miles de estos cuerpos cuya trayectoria podría cruzarse con la órbita terrestre que aún no han sido localizados.

La forma más factible de evitar un impacto de este tipo es usando una sonda como proyectil para desviar su curso. DART pretende convertirse en la primera misión espacial que modifica la trayectoria de un cuerpo celeste. Dimorfo es la luna del asteroide Dídimo, de 780 metros de diámetro. El satélite da una vuelta a su compañero cada 11,9 horas. DART pesa media tonelada, mientras su objetivo es millones de veces más masivo. El objetivo es que tras el impacto, la órbita de Dimorfo se acorte en unos minutos o, lo que es lo mismo, en unos 15 metros.

Una nutrida red de telescopios espaciales y terrestres observan ambos asteroides antes, durante y después del impacto. Se espera que en las horas, días o semanas posteriores al choque puedan confirmar si Dimorfo se ha desviado y cuánto. Los cuatro telescopios del sistema de alerta temprana ATLAS ubicados en Hawaii, Chile y Suráfrica han compartido en redes sociales unas primeras observaciones en las que se capta una gran explosión en Dimorfo cuando la sonda DART impacta contra él. En España en telescopio Bootes 1-B también ha captado dos imágenes de antes y después del impacto en las que es patente el incremento de brillo causado por la colisión.

René Duffard, investigador del Instituto de Astrofísica de Andalucía, interpreta lo visto en las últimas imágenes de DART. “Se observó un cuerpo similar a los asteroides Bennu y Ryugu, que fueron visitados hace unos años por las naves Osiris-Rex y Hayabusa 2, respectivamente. Son objetos de menos de un kilómetro de diámetro, con forma de nuez, con una aglomeración central y muchas rocas de diverso tamaño en su superficie. Es la primera vez que se obtienen imágenes de un cuerpo tan pequeño como Dimorfo. Las fotografías muestran que no hay cráteres en este asteroide, lo que implica que su superficie es muy joven, o tal vez que esta va cambiando por las fuerzas de marea [gravedad] de su compañero Dídimo”, explica el astrónomo. “Tras el impacto, el brillo de este cuerpo aumentó unas 1.000 veces, lo que es muchísimo”, añade.

El único testigo cercano de la colisión de este martes ha sido LICIACube, un pequeño satélite desarrollado por la Agencia Espacial Italiana. Hace unos días este artefacto se separó de DART y le ha seguido a unos 1.000 kilómetros de distancia. El satélite lleva dos cámaras —que responden a las siglas LUKE y LEIA— que han captado la explosión de DART.

Sonda DART
Una de las primeras imágenes tomadas por LiciaCube del impacto de DART en Dimorfo (arriba) con Dídimo en la parte inferior derecha.ASI/NASA

El éxito de DART es solo el primer paso hacia un futuro sistema de protección planetaria. La idea es que todos los datos recabados por la sonda suicida durante su aproximación, por LICIACube y por todos los observatorios astronómicos que colaboran con la misión sirvan para perfeccionar los modelos de impacto. Una parte fundamental de este proceso la aportará la futura misión Hera, de la Agencia Espacial Europea, que despegará en 2024 y llegará al sistema Dimorfo-Dídimo dos años después. Será la primera que pueda medir con gran precisión la masa, composición y estructura interna de estos dos asteroides y realizará una detallada reconstrucción tridimensional del cráter dejado por DART. El siguiente paso sería tener ya un modelo fiable capaz de determinar qué tipo de sonda podría desviar un futuro asteroide amenazante en función de su tamaño y su masa y el tiempo disponible antes de que choque contra la Tierra.

En 2026 EE UU tiene previsto lanzar al espacio un telescopio que realizará un catálogo de asteroides y cometas de más de 140 metros de diámetro. Este instrumento tendrá visión infrarroja, lo que probablemente permita detectar los cuerpos más amenazantes: los que se acercan desde la dirección del Sol y son difíciles de localizar para telescopios convencionales, como sucedió con el meteorito que cayó en 2013 en Rusia causando más de 1.000 heridos por cristales rotos.

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Sobre la firma

Nuño Domínguez
Nuño Domínguez es cofundador de Materia, la sección de Ciencia de EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo Científico por la Universidad de Boston (EE UU). Antes de EL PAÍS trabajó en medios como Público, El Mundo, La Voz de Galicia o la Agencia Efe.

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