“Cerrar parques y abrir bares es un desastre, la gran mayoría de los contagios es en interiores”
José Luis Jiménez, especialista en aerosoles de la Universidad de Colorado, lleva meses alertando a las autoridades sanitarias y a la población del riesgo de contagio aéreo en ambientes mal ventilados
Si hay alguien que se parece a Matt Hooper, el científico interpretado por Richard Dreyfuss en Tiburón, ese es José Luis Jiménez. Cada conversación con él, al criticar la falta de reflejos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) o el Ministerio de Sanidad, recuerda a ese momento clave de la película de Spielberg en el que Hooper grita al alcalde de Amity Island por “ignorar este problema hasta que le muerda en el culo”. Jiménez y sus colegas han estado incordiando a las autoridades sanitarias desde marzo, cuando negaban la transmisión aérea del coronavirus, hasta hoy, en que Alemania, Reino Unido, EE UU y también la OMS, en menor medida, reconocen el alcance del problema. El virus queda en suspensión en estancias sin ventilar y se desplaza más de dos metros en interiores. “La idea más sencilla es pensar que todo el mundo está exhalando humo”, explica Jiménez (Zaragoza, 1968) a través de la pantalla del ordenador desde EE UU, donde trabaja en la Universidad de Colorado. “Y si estamos en un sitio abierto, ese humo con virus se disipa, pero si estamos en un sitio cerrado se va a ir acumulando, sobre todo sin ventilación”. Siguiendo con su analogía, quien esté en la misma habitación puede respirar esos aerosoles: si está más cerca y más tiempo respira más, si está más lejos y menos tiempo, menos posibilidades de contagio. “Lo inhalamos y se queda en algún punto de nuestro sistema respiratorio. La evidencia es abrumadora”. Por eso considera urgente transmitir a toda la población el riesgo de compartir interiores, como él hace cuando le llama su madre desde Zaragoza. “Además de mascarillas, distancias y lavarse las manos, hay que ventilar o salir afuera”, insiste.
Pregunta. ¿Cómo ve la situación en España?
Respuesta. Desde aquí se ve con cierta distancia, pero lo que veo me asusta. Por eso estoy de campaña para permitir que al menos la gente se defienda.
P. ¿Se ha entendido el riesgo de los interiores? En algunos lugares, la instrucción es reducir aforos por igual al 50% en locales y terrazas.
R. Sí, eso es un problema. La gran mayoría del esfuerzo debería ser en interiores. Ahí es dónde se están produciendo la gran mayoría de los contagios y ahí es donde se deberían limitar más las actividades y ventilar mejor, todo lo que se pudiera. Es un impacto económico muy alto para bares y restaurantes si los cerramos, pero al final el impacto viene un mes después y van a estar cerrados igual. Es pan para hoy, hambre para mañana. Hay que ser listos y hacer las restricciones primero, limitar el virus, y luego podrás hacer más cosas si al principio lo has hecho bien.
Probabilidad casi veinte veces mayor
P. La dinámica de contagio es completamente distinta en el interior.
R. Sí, y eso no depende de que te creas que existe contagio por aerosoles o no. Independientemente del mecanismo, es algo que se ve muy claro. Hay bases de datos que recogen el rastreo de cientos de casos de superpropagación: entre mil y pico casos, solo un caso sucedido en exteriores, en China, que estuvieron mucho tiempo hablando juntos en el exterior y sin mascarillas. Todos los demás en interiores. En Japón observaron que la probabilidad era casi 20 veces mayor. Y en informes japoneses de rastreo dicen que los sitios típicos de brotes son los bares, los karaokes, los gimnasios y cosas así. Es lo que vemos una y otra vez en todos los estudios, es algo que está muy claro. Por tanto, habría que enfocarse en los interiores.
P. Pero en muchas ocasiones los políticos lo primero que hacen es cerrar parques.
R. Un parque infantil, aunque los niños tuvieran el virus en las manos, tampoco me parece muy peligroso. Durante el día, el virus sobrevive muy poco con la luz ultravioleta en superficies. Pero cerrar un parque como El Retiro es una barbaridad. Si hay gente que se aglomera, para hacer botellón o lo que sea, pues habrá que vigilarlo. Pero es que si no, se van a aglomerar en una casa o en un bar. Y es muchísimo peor. Cerrar parques y abrir bares es un desastre. Porque al final hay que darle opciones a la gente. Está muy cansada y necesita salir. Lo que habría que hacer es al revés, coger los parques y dividirlos en trocitos. Este gimnasio aquí, este otro en estos metros. Que pudieran usar los espacios verdes para poder hacer este tipo de actividades y evitarlas en interiores. Lo que se está haciendo está fatal. Los jóvenes no necesitan prohibiciones, lo que necesitan es consejos de cómo socializar de una manera segura. En lugar del palo, la zanahoria. En lugar de decir “aquí no se puede estar” y cerrar los parques, hay que darles alternativas. Hay que explicar cómo lo puedes hacer para que haya el menor riesgo posible. Es un patrón que vemos una y otra vez: prohíben lo que es gratis y dejan lo que da dinero. Es un desastre, les estás abocando a reunirse en casas.
Mejor no gritar
P. ¿Tiene la sensación de que la gente no entiende el mecanismo de contagio? Mucha gente se quita la mascarilla para hablar o gritar, que es como quitarse el preservativo para eyacular.
R. Exactamente, eso es un desastre. Al hablar y sobre todo al gritar salen entre 10 y 50 veces más partículas potencialmente infecciosas. Por eso apostamos por la metáfora del humo. Hay que imaginar que de la boca de todo el mundo sale humo y sale más si hablan, si gritan. Y no quieres respirar ese humo.
P. ¿Cómo ve la situación en los colegios?
R. Me preocupa muchísimo. Nuestros colegas de Harvard hicieron un informe para explicar en qué condiciones se puede volver a las escuelas: pocos casos en la comunidad y ventilar mucho. No se puede ir a clase como si nada, hay que tener cuidado. Y mucha gente me cuenta que en sus centros educativos hay rechazo a estas medidas de ventilación, cuando el propio Ministerio de Sanidad lo recomienda. La gente no lo sabe, no se ha insistido.
P. ¿Cuáles serían sus recomendaciones?
R. Lo más eficaz es hacerlo todo afuera. Todas las ciudades deberían tener los parques divididos en espacios para escuelas, gimnasios, repartirse lo que se pueda. E incluso ir con techos sin paredes, como carpas. Como se hizo en Boston en una epidemia de tuberculosis, todas las clases afuera; y no sé si sabes el frío que hace en Boston, pero a los niños les fue bien. A lo mejor no se puede hacer todo el tiempo, pero ¿se puede hacer dos días de cada cinco? Pues ya estás reduciendo el riesgo el 40%. Aquí [en EE UU] se sorprenden cuando les dices que la gente en España dice que es imposible sacar las actividades al exterior, pero ¿dónde es más fácil que en España?
“Ventanas y puertas abiertas a mansalva”
P. ¿Y si no se puede?
R. Lo mejor y más barato contra el coronavirus es tener ventanas y puertas abiertas a mansalva. He visto por ahí protocolos que indican ventilar cinco minutos cada hora y me da la risa. Tienes que pensar que si alguien está infectado está liberando el virus en todo momento, no puedes dejar que se acumule como se acumula el humo. Una hora dejando que se acumule, luego ventilas un poco, luego vuelves a dejar que se acumule otra vez. Y mientras, la gente está respirando virus. Ventilar quiere decir tener las ventanas abiertas en todo momento. Si hay mucha corriente lo cierras un poco, dejas solo una parte de la ventana abierta, pero que tengas siempre una renovación del aire. Es un tema muy técnico, complejo, por eso hemos hecho un documento con recomendaciones sobre ventilación y filtros de aire.
P. ¿Hay que tomar estas medidas aunque todo el alumnado lleve la mascarilla puesta?
R. Son capas de protección. Es como en el ejemplo que estudiamos en un coro: si les pones mascarillas, pues baja el riesgo de contagio a la mitad, porque no todos las tienen puestas, hay huecos... Pero no baja a cero. Y si puedes ventilar, baja a la décima parte. Se van sumando las medidas. Hay quien piensa que si se pone la mascarilla, ya no tiene que guardar distancia, ni tiene que ventilar, porque está protegido. Como si fuera un talismán. La mascarilla es un filtro que reduce los virus que pones en el aire y los que respiras, pero no los elimina del todo. Hay que recalcarlo: hay que llevar mascarillas, ventilar, reducir la duración, hacer todo lo que se pueda afuera, aumentar la distancia… Todo a la vez. Afuera, con distancia y mascarillas, es lo único que reduce casi al completo.
P. Las mamparas de plexiglás que separan a los comensales en un restaurante, a los estudiantes en una biblioteca, a los candidatos a vicepresidente de EE UU, ¿tienen alguna utilidad?
R. Eso es un malgasto de dinero que además impide la ventilación. Para ventilar hay que dejar que el aire fluya. Compartimentas el aire y se concentra el virus. Aquí en nuestra universidad compraron una gran cantidad de mamparas y les dijimos que ni se les ocurriera instalarlas. Solo las han instalado en situaciones en las que sí sirven, como el cajero del comedor, en un mostrador de atención al público, porque rompen el flujo de aerosoles y frenan una gota si salta. Pero en restaurantes, es como mínimo inútil y posiblemente contraproducente. Otra forma de gastar dinero que se debería usar en filtros de aire y ventilación.
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