La nueva ‘lista de Schindler’
¿Quién debe recibir primero la vacuna anticovid?
Sea cual sea la vacuna que llegue antes, y sea cuando sea que llegue, lo único seguro es que su producción será escasa y nos enfrentará a graves dilemas éticos y sanitarios. La fabricación en masa de una vacuna requiere un despliegue de poderío industrial de tal magnitud que llevará años producir los miles de millones de dosis que necesita el mundo para librarse de la covid-19. Durante un tiempo, no habrá más remedio que distribuir con racanería el preciado elixir. ¿Quién debe recibirla primero? ¿Todos los ciudadanos de un país rico que haya financiado el desarrollo del fármaco? ¿O un grupo selecto de personas de todos los países? Y en el segundo caso, ¿qué personas? La Organización Mundial de la Salud (OMS) y las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina (NASEM) de Estados Unidos han propuesto unas guías provisionales de prioridades (OMS, NASEM) que los Gobiernos deben considerar seriamente.
Los borradores difieren en algunos aspectos, pero el consenso es amplio entre los expertos. Los primeros en recibir la vacuna deben ser los trabajadores sanitarios. Puede llamar la atención que tengan prioridad sobre los ancianos y demás grupos vulnerables, pero hay razones muy sólidas para ello. El contagio de cada médica o cada enfermero no solo merma recursos al sistema sanitario, y justo en el peor momento imaginable, sino que se convierte a menudo en un nuevo foco infeccioso que se propaga entre el personal y los pacientes del hospital. Poca gente pondrá en cuestión esta prioridad.
¿Alguien cree que los Gobiernos basarán sus decisiones en la racionalidad científica? Si nunca lo han hecho, no creo que vayan a empezar ahora
Los grupos más vulnerables (personas mayores o afectadas por dolencias previas), sin embargo, sí que deben ser los segundos en esta nueva lista de Schindler vacunal, según los borradores. Este es un sector amplio de la población, y es muy posible que por algún tiempo haya que discriminar incluso dentro de esos grupos. La NASEM propone priorizar a los ancianos que viven en entornos populosos, y a los enfermos de diabetes o enfermedades cardiovasculares, dos condiciones que empeoran el pronóstico de la covid. A continuación deberían recibir la vacuna los trabajadores de servicios esenciales: maestros, tenderos, cajeros, reponedores, carteros.
Hasta aquí la parte fácil. Ahora vienen las preguntas complicadas. Si te haces con 40 millones de dosis, ¿harías bien en vacunar a todo tu país? La racionalidad científica dice que no. Lo que debes hacer es facilitarlas a la OMS para su distribución mundial óptima, de la que solo te tocará una parte. Por ejemplo, sería mejor vacunar al personal sanitario de todos los países antes de ir bajando por la lista de Schindler en un solo país.
Pero ¿alguien cree que los Gobiernos basarán sus decisiones en la racionalidad científica? Si nunca lo han hecho, no creo que vayan a empezar ahora, sobre todo viendo la mente esperpéntica del hombre más poderoso del mundo, el búfalo del 1.600 de la Avenida Pensilvania. La distribución egoísta y nacionalista de las preciosas dosis de vacuna está prácticamente garantizada por la cerrilidad humana. Volveremos a caer en los mismos errores de siempre.
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