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Luis Cordero: “Chile debe aspirar a las tasas de homicidios que tenía hace una década”

En la semana en que asume como ministro de Seguridad Pública de Boric, aborda cómo cambió la criminalidad en el país. “Los principales líderes del Tren de Aragua ingresaron a Chile entre 2018 y 2019, y lo hicieron regularmente”, asegura

Luis Cordero
Ana María Sanhueza

En poco más de dos años, Luis Cordero Vega (Santiago, 52 años) ha ocupado tres cargos estratégicos y en situaciones complejas del Gobierno de Gabriel Boric. En enero de 2023 asumió como ministro de Justicia, tras la crisis por los indultos que el presidente concedió a condenados por el estallido social, pues varios estaban implicados en delitos comunes, y enfrentó allí además el terremoto del caso Audios que involucra al sistema judicial. Luego, en octubre de 2024, fue nombrado, sorpresivamente, subsecretario del Interior en reemplazo de Manuel Monsalve, quien renunció tras una denuncia por abuso sexual y violación a una asesora, que lo mantiene en prisión preventiva. Su última designación, para liderar desde el 1 de abril el recién creado ministerio de Seguridad Pública, se da en condiciones distintas, pero en medio de la irrupción de una nueva delincuencia transnacional, marcada por homicidios más violentos, con uso de armas de fuego y delitos que eran inusuales en Chile: trata de personas, secuestros extorsivos y sicariato.

Hijo de un carabinero, el abogado especialista en derecho administrativo e independiente de centroizquierda, hoy tiene entre sus varias funciones la jefatura civil de las policías. Su nombramiento no solo lo coincide con el último año de Boric, sino también con los siete meses que vienen de la campaña presidencial en que la que la seguridad, la principal preocupación de los chilenos, está en el centro de las candidaturas, con propuestas como el cierre de fronteras o una cárcel para el crimen organizado en el desierto. Incluso, dos aspirantes de la ultraderecha se han exhibido practicando con armas en un centro de tiro como una manera de defenderse de la delincuencia.

Cordero ha asumido el ministerio cuando este jueves se ha dado a conocer el Informe nacional de víctimas de homicidios consumados en Chile de 2024, que revela una baja de 4,8% respecto del año pasado. Sin embargo, el país sudamericano ha experimentado un alza de estos delitos desde hace una década, cuando la tasa por cada 100.000 habitantes era aproximadamente del 3,0. Pero saltó a 6,7 en 2022; bajó a 6,3 en 2023 y disminuyó a 6,0 en 2024.

Pregunta. Hubo una baja en los homicidios ¿Nos tenemos que acostumbrar a vivir con una tasa de alrededor del 6,0?

Respuesta. Chile debe tener como aspiración volver a las tasas que tenía hace una década, que eran en torno al 3,0, y para eso tiene que reducir la violencia y sacar las armas de fuego de circulación, que están muy asociadas a los delitos más violentos. Por eso el presidente Boric ha insistido tanto en el plan de fiscalización. Nosotros fiscalizábamos aproximadamente el 2% de las armas inscritas, pero ahora estamos en torno al 14%, trabajando en georreferenciación de armas inscritas e integrando datos de distintos tipos de instituciones.

P. Pero, ¿se puede Chile volver a esa tasa?

R. Yo creo que se puede. Primero, se debe mantener esa tendencia a la baja. Segundo, entender que esa baja se debe lograr progresivamente en el tiempo y, tercero, abordar los elementos que son condicionantes y que explican en buena parte esos homicidios: intervenir los barrios críticos, porque usted ya más o menos sabe en qué lugar se cometen esos delitos, particularmente los homicidios de disputas entre bandas rivales. Eso está, y ha ido gestando planes operativos. En seguridad hay cosas que uno solo puede contar genéricamente, pero no puede expresar su detalle porque, si no, pone en riesgo las estrategias. Hay muchas cosas en las que se pueden tener resultados, pero, probablemente, los ciudadanos nunca se van a enterar de la cantidad de delitos que se evitaron por intervenciones preventivas policiales o de otro tipo.

P. ¿Con agentes encubiertos?

R. O similares.

P. Dos encuestas, de 2023 y de 2024, reflejan alza en el temor. ¿Qué le dice eso?

R. El elemento común es que el índice de temor ha aumentado. En la encuesta de 2023, que se realiza con el Instituto Nacional de Estadística (INE), ese índice es mayor en las personas que desconfían en las instituciones. Entonces, la respuesta institucional no es solo desde el punto de vista de los resultados, sino del mensaje desde el Estado de que alguien está a cargo. Por eso, aunque uno entiende que la seguridad pueda ser utilizada como herramienta electoral, es muy peligroso, y esto vale para todos pues es transversal, exacerbar la seguridad alimentando el temor como estrategia electoral. Eso, porque lo que está minando, y es lo que dicen los datos, es la credibilidad de las instituciones. Y, mal que mal, quien aspira a la Presidencia postula a gestionar las instituciones y que en su Administración no solo funcionen, sino que tenga adhesión.

P. ¿Y ahora se está explotando el temor?

R. No quiero culpar a este periodo electoral en particular, porque cuando uno mira hacia atrás, las elecciones municipales y parlamentarias, y también la presidencial, estuvieron marcadas por esto.

P. Pero, ¿no está esta elección especialmente marcada por la seguridad?

R. Especialmente sí, pero es además porque tenemos una combinación adicional, vinculada a un fenómeno migratorio irregular muy significativo en los últimos cinco años, en el continente y en Chile. Por eso hay que tener cuidado con descalificar todo lo que se ha hecho, porque si bien [la seguridad] es el principal tema electoral, también en este periodo parlamentario, Gobierno y oposición han logrado acuerdos muy significativos en materia de seguridad, como en ninguna otra etapa desde el retorno a la democracia.

P. ¿Qué opina de que hay quienes asocien la migración irregular con el aumento de delincuencia en Chile?

R. Hay tres temas que han marcado las elecciones el último tiempo en Europa, Estados Unidos y en América Latina y que tienen un elemento en común: la seguridad, la migración y el costo de la vida. Y en todas esas elecciones, la posición del migrante representa varias cosas, como que los delitos puedan provenir de la comisión de ellos o que hace que el costo de la vida desplace posiciones de trabajo. Parte de la expansión de la ultraderecha europea tiene que ver con esto.

Tren de Aragua

P. ¿Y en el caso de Chile?

R. Hay datos que nos dan cuenta de algunas cosas. Ha aumentado la población migrante privada de libertad, que hoy es de alrededor del 15 % cuando en 2012 era del 3,1 %, y las víctimas por muertes violentas de extranjeros también se han incrementado de 5,6 % en 2020 a 18,2% en 2024, pero la mayoría de los delitos siguen siendo cometidos por chilenos y también lo son las víctimas de homicidios. Pero no tenemos evidencia de una correlación directa entre migración irregular y aumento de la delincuencia. Lo que sí es que hay un tipo de delitos que en Chile no se cometían, y que se reflejaron a partir de organizaciones criminales compuestas por extranjeros: secuestros extorsivos, sicariato y trata de personas, acompañado del tráfico de drogas. La expansión del crimen transnacional, sin embargo, es un fenómeno de América Latina y también de algunos países de Europa. Por eso es tan importante la gestión de puertos.

P. ¿Cómo está Chile en comparación a otros países de América Latina?

R. Según los indicadores internacionales, Chile tiene un alto poder de resiliencia por la fortaleza de sus instituciones. Entonces, en rigor, los problemas de crimen organizado, particularmente el transnacional, es un fenómeno que se vive en distintas partes del mundo y, por cierto, en América Latina. La diferencia entre un país y otro tiene que ver con la capacidad de reacción, que supone identificar a quienes cometen esos delitos, detenerlos, perseguirlos penalmente y condenarlos. Chile tomó la opción, a diferencia de otros países, de perseguir, incluso, los delitos que se cometen entre extranjeros irregulares, y eso permite identificar la red completa.

P. ¿ Y ha dado resultados?

R. Los principales líderes del Tren de Aragua ingresaron a Chile entre 2018 y 2019, y lo hicieron regularmente, pues obtuvieron visa y algunos de ellos tuvieron negocios en Chile. Pero abandonaron el país de modo irregular cuando se les empezó a investigar y perseguir. Entonces, Chile optó como camino no solo seguir sus pasos por América Latina, sino que, además, requerir sus extradiciones para que sean juzgados acá.

P. Pero aparecen nuevos líderes, pues el Tren de Aragua se rearticula.

R. Eso es parte de su estructura. Ahora, ¿dónde se muestra la fortaleza institucional? En que el Estado tenga capacidad de perseguir esas rearticulaciones. Chile se ha transformado en el principal país que persiguió activamente al Tren de Aragua, incluyendo sus franquicias [como Los Gallegos o Los piratas de Aragua], aun cuando abandonen el país. Eso se tradujo en que la policía chilena ha logrado el perfilamiento más detenido sobre sus miembros y ha suministrado información muy relevante a Estados Unidos, porque también logró franquicias allá.

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Sobre la firma

Ana María Sanhueza
Es periodista de EL PAÍS en Chile, especializada en justicia y derechos humanos. Ha trabajado en los principales medios locales, entre ellos revista 'Qué Pasa', 'La Tercera' y 'The Clinic', donde fue editora. Es coautora del libro 'Spiniak y los demonios de la Plaza de Armas' y de 'Los archivos del cardenal', 1 y 2.
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