Agraciados con un piso de alquiler a 10 días de los comicios

Les ha tocado la lotería. El Ayuntamiento adjudicó este viernes 279 viviendas públicas para alquiler entre 17.026 demandantes. Se trata en algunos casos de nuevos pisos construidos como parte del impulso que el Ayuntamiento ha dado a la vivienda social. A los adjudicatarios les llegó un mensaje esta semana con la notificación de la Empresa Municipal de Vivienda y Suelo (EMVS), que les resultaba casi imposible de creer. No había globos ni confeti esperándolos en un cuarto de paredes blancas cerca de la estación de Atocha. Solo una señora vestida de negro con formularios que rellenar.

Belinda estaba allí sentada prestando mucha atención a los pasos a seguir. El martes cumple 37 años y dice que este es el mejor regalo de cumpleaños que le han dado. Es la primera vez que se apuntaba para una vivienda social. “He tenido mucha suerte”, dice la madrileña. Le ha tocado un piso de un dormitorio en Vallecas. “Ya fui a ver la calle y está muy bien”. Ahora solo le queda entregar la fianza de 392 euros, aunque dice que no sabe cuanto pagará de alquiler.

El coste del alquiler de las viviendas se va a adecuar a la situación económica que acredite la familia en cada momento, limitando las rentas máximas a un 20 ó 30 % de los ingresos familiares. Los más necesitados pagarán el precio mínimo de 65 euros mensuales. El precio máximo rondará los 540 euros.

Horas antes había pasado por esa misma habitación Lorenzo, de 69 años. Este madrileño llevaba desde 2013 intentando acceder a una vivienda social y el cambio en el reglamento lo ha beneficiado. “Me incluyeron en tres grupos: discapacitado, mayor de 65 años y extrema exclusión residencial”. El Consistorio cambió en enero el sistema que asignaba puntos según las condiciones de vulnerabilidad del solicitante, por uno de cupos, que coloca a cada aspirante en uno o varios grupos en función de sus necesidades. Para cada grupo se hace un sorteo.

Otro de los grupos era de víctimas directas o indirectas de violencia de género, como Gladys, de 44 años. Se acaba de separar y se quedó sin techo. “Me gané la lotería”, dice emocionada mientras se le escurren las lágrimas. Llevaba dos años en habitaciones temporales con su hija de 8 años esperando tener un techo para criar a su niña. En la habitación un niño llora, su padre Santo trata de tranquilizarlo. Él por su parte no puede ocultar su sonrisa. “Esto es un gran logro”, dice mientras abraza a su mujer. Le preocupa la documentación, pero dice que se va a esforzar para lograr tener las llaves del piso en sus manos.